Las cien mejores poesías de la lengua castellana

El título de mi artículo es atañedero a un libro que publicó la colección austral de Espasa-Calpe en Madrid, en 1998. El antólogo fue mi entrañable hermano, amigo y primo, Luis Alberto de Cuenca y Prado.

Decía mí también entrañable amigo Ignacio Trejo Fuentes que debemos cacarear los huevos de la gallina, cuando nos competen. Y este es el caso porque tiene como delantal o pórtico esta dedicatoria que valoro en su justo relieve: «y mi buen amigo Gilberto Prado Galán, agradeciéndole su ensayo sobre Cardoza y Aragón». Con un fortísimo abrazo de Luis Alberto de Cuenca.

La dedicatoria está datada el 28 de abril de 1998. Esto es hace 24 años, ni más ni menos.

De su crestomatía o selección quiero compartir contigo, amable e invisible lector, este poema, del soldado y poeta Gutierre de Cetina, quien, como dice Luis Alberto, no murió en el campo de batalla, sino a consecuencia de unas cuchilladas a traición que recibió en Puebla (México):

Ojos claros, serenos,

si de un dulce mirar sois alabados,

¿Por qué si me miráis, miráis airados?

Si cuanto más piadosos

más bellos parecéis a aquel que os mira,

no me mirés con ira

porque no parezcáis menos hermosos,

¡Ay, tormentos rabiosos!

Ojos claros, serenos,

Ya que así me miráis, miradme al menos.

Olé: gran poema y gran antología del principal ¡helenista de España!

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