No es gratuito que el actual presidente de México haya posicionado tan eficazmente la bandera anticorrupción durante todos los años de sus aspiraciones para llegar finalmente a esa silla en 2018. En México sabemos que la corrupción trastoca todos los quehaceres de las instituciones públicas, y que permea también a una gran parte de las empresas privadas, dispuestas a coludirse con gobiernos locales y federal para obtener contratos y/o privilegios.
Esta semana en nuestro país fuimos testigos de esa cara siniestra de la corrupción que cobra vidas humanas, en vivo y en directo. La Línea 12 del Metro de la Ciudad de México nació y se construyó a la sombra de numerosas irregularidades, retrasos, acusaciones de corrupción también en la licitación de contratos para construir las obras.
El desplome de los vagones del metro que ha cobrado hasta ahora la vida de 25 personas, nos recuerda también al gobierno de Veracruz que horrorizó al país entero cuando fueron capaces de suministrar agua destilada en lugar de medicamento contra el cáncer a niños y niñas de esa entidad que eran atendidos en instituciones de salud públicas. En Torreón, el famoso Distribuidor Vial Revolución, que fue señalado por especialistas desde que fue entregada la obra al gobierno de Enrique Martínez y Martínez, también cobró la vida de un joven copiloto del trailer que cayó por la estructura mal diseñada del paso elevado en 2004.
Pero la corrupción se construye, se evidencia y puede padecerse de muchas maneras. Nos conviene, para combatirla significativamente, hablar de muchas corrupciones, de sus formas, elementos, consecuencias y efectos, para enfrentarle de manera sistemática y empezar a desmantelar sus redes.
Muchos dicen que la primera forma de corrupción es postularse a cargos, u ocupar puestos para los que los funcionarios no están capacitados. En Torreón nos queda claro, en estas campañas electorales, que ningún candidato de los partidos tradicionales se ha esforzado por demostrar que tenga capacidad para gobernar, o siquiera para entender los problemas de la ciudad de la que pretenden ser alcaldes.
Además, se ha sumado a la contienda, tras una argucia electoral que a todas luces parece fraudulenta, el padre de Luis Fernando Salazar Fernández, un político que ocupó cargos de gran responsabilidad cuando militaba en el PAN, y ahora aparece arropado por un Morena estatal que poco o nada coincide con la ideología de partido, si es que todavía pudiéramos encontrarle pies y cabeza a ese partido que supuestamente era de izquierda.
Luis Fernando aparece en sus redes sociales personales haciendo campaña en colonias de la ciudad, mientras su padre obtiene su registro ante el IEC, y morenistas militantes impugnan esa candidatura. El circo ya es un verdadero insulto a cualquier valor democrático que pretenda defender Morena en Torreón, Luis Fernando hijo, o su padre, abogado reconocido por su afinidad a ideas de ultra derecha.
Para mí, no hay distancia ni diferencia alguna entre los que roban y los que roban poquito. Quienes mienten u omiten, para mí también caen en lo mismo. Defraudadores y cómplices son dos caras también de la misma moneda. Tan responsables las constructoras de la Línea 12 del Metro, como quienes otorgaron esos contratos, quienes siguen gobernando y no le dieron mantenimiento, y se llevaron a sus casas y partidos grandes tajadas a costa de la vida de las víctimas de esta semana.
¿Qué garantía de honestidad y democracia puede ofrecernos como alcalde un candidato que estuvo dispuesto a cometer un fraude, si llegara a ocupar ese puesto?
Si la corrupción seguirá siendo el discurso que genere altos ratings en campañas, cobremos más cara la factura de bañarse en esos caldos de pureza. Exijamos al presidente Andrés Manuel que se comprometa con un combate a la corrupción organizado y sistemático, porque está claro que no podemos confiar en la escoba que decía que barrería de arriba para abajo. A los candidatos que quieren ser alcaldes en Torreón, exijamos cuentas de sus gestiones anteriores como funcionarios… ¿Qué hizo, concretamente, Marcelo Torres como presidente del Congreso de Coahuila para devolverle a los coahuilenses lo robado por los gobiernos moreiristas? ¿Cómo se prestó Román Cepeda a llevar las decisiones en materia de salud de La Laguna durante la pandemia, siendo Secretario de Trabajo; es decir, de nuevo ocupando un encargo para el que claramente no estaba capacitado?
Desde PC29 seguimos apostando por el trabajo colegiado, la construcción de ciudadanía, el fortalecimiento y reconstrucción de los sistemas locales y nacional anticorrupción. Que las designaciones sean procesos abiertos, auditables y verdaderamente ciudadanos. Sólo desde esa perspectiva podremos ir sumando legitimidad a los gobiernos, y restando poder a los autoritarios.