Desde la carta de Juan sin Tierra hasta los acuerdos después de guerras mundiales, lo que hoy supone hablar de modernidad, de diversidad y de multiplicidad —que parecen ser tópicos de moda—, parecen no conocer y ni siquiera plasmar la igualdad en ley. Nosotros como sociedad con sus múltiples manifestaciones y constituciones, tampoco hemos sabido socializar como axioma, la igualdad y el respeto de todos por igual por el simple hecho de estar vivos; si esto ya hubiera pasado, quizá ya no subsistiera la necesidad de tantos ordenamientos legales.
Además del latido mundial, la bajeza de atentar contra una mujer de manera física, moral, psicológica e intelectual hasta terminar de una manera ruin con la vida, ha hecho que en México se le llame «La Bagdad del Río Bravo» a urbanizaciones como Ciudad Juárez, ciudad que es famosa por sus muertas. En el año de 1993 cuando comenzó la oleada de muertes, fue necesario acuñar una palabra: feminicidio.
En nuestro país, persisten los vacíos legales y la falta de unificación en el concepto legal de violencia de género, y ello, ha permitido que menos del 20% de los asesinatos violentos contra mujeres sean reconocidos como feminicidios; esto lo revela una investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), en colaboración con la plataforma CONNECTAS y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés).
Por otra parte, los hoyos negros de los sistemas judiciales en México han provocado que, durante los últimos años, los responsables de asesinar de manera violenta a miles de mujeres no siempre sean procesados y, en su caso, castigados por decir lo menos. Suele suceder que, en este momento, quienes asesinan a mujeres a golpes o a cuchilladas, podrían obtener una pena menor —entre 20 y 25 años de cárcel— si por ejemplo alegan haber sufrido una emoción violenta por celos o enojo incontrolable (vaya infamia). Si fuera poco, México ha puesto la seguridad en manos masculinas. De las 32 fiscalías y procuradurías estatales solo unas cuantas están en manos de mujeres. Aunque la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia explica que la violencia feminicida es la forma extrema de violencia de género contra las mujeres, en México no existe uniformidad en lo que se entiende por feminicidio.
Hace un par de años, un 25 de noviembre, un poderoso performance, llamado «un violador en tu camino» del colectivo Lastesís, intervino el espacio público en Santiago de Chile con su himno; esto ha marcado un antes y un después sobre la protesta contra el Estado, la sociedad y todas las instituciones que la conforman. Un grito desesperado de las mujeres por el respeto, su valor y emancipación. Esto es eco al día de hoy que se replica en nuestro país y en lugares como Francia, España y Colombia por solo mencionar algunos.
Temas escabrosos, todavía transitan entre la neblina y el amanecer. Los diferentes movimientos feministas de nuestro país, se han reactivado por medio de diferentes manifestaciones. Considero que el reclamo válido contra toda la degradación hacia la mujer debe de tener una solución compartida con la participación de la gente, de una forma holística y no solo con la acción del Estado, en donde se actúa de manera clientelar y paternalista. Procuremos apoyar a la lucha permanente sin tregua. Ya no hay marcha atrás y la rabia de las mujeres crece y se manifiesta en todo lados, la mujer ha conseguido liberarse. Ya es libre. Realizarse pone a la mujer frente a un nuevo horizonte más apasionante que el del hombre.