Las obras de AMLO y su 4T ¿O T4?

López Obrador dice que su Gobierno ejerce en todos los órdenes de la actividad del país de donde se desprenden las decisiones las cuales las toma con base en la opinión de la gente, por lo que a las asambleas a las que asiste, pregunta a los concurrentes que en ocasiones son pocos, si se debe o no construir tal o cual obra, y en un método designado a mano alzada, se aprueba o rechaza según la opinión de los presentes y de esa forma si la aprueban se corren los trámites para la materialización de la obra.

Para ese tipo de decisiones hay que comprender y separar lo que es racionalidad y lo que es democracia, pues se advierte que es un juego que todos juegan ya que ese método de alza manos se acepta lo que se propone en agradecimiento a los apoyos gubernamentales federales y tenerlos cautivos de Morena, de forma que ese partido siga en el poder una vez que concluya el presente periodo presidencial y proponga con visos de triunfo a su sucesor. Los comerciantes deben saber de esos movimientos: oferta y demanda.

¿Y la racionalidad? Se supone que las obras que se pretende edificar, cada proyecto que se elabore ya sea para construir carreteras, presas, las contraprestaciones que otorga el Gobierno, en fin, cada paso que se dé debe estar sustentado en una normatividad específica y desempeñarlo exactamente cumpliendo el principio de legalidad, por lo que sus deseos de hacer tal o cual, llámese obra pública o satisfacer problemas sociales, deben estar fundadas y motivadas. Para el conocimiento del presidente, fundado es lo que la ley permite y motivado es expresar las razones, o exposición de motivos, por lo que es necesario separar lo que es democracia y lo que es racionalidad.

En cualquier parte del mundo cuando se requiere la edificación de una obra por parte de los Gobiernos, éstos elaboran estudios de factibilidades de todo tipo para su construcción, y en función de su cumplimiento proceder a iniciar los trabajos, pero nunca tomar la decisión con base en lo que diga la gente, eso es un pragmatismo extremo que denota un poder amañado y prepotente que desconoce lo mínimamente técnico que proporciona seguridad y el cumplimiento de la normatividad.

Por lo que hemos visto, en este Gobierno se carece de planeación por lo que se hace lo que al presidente se le ocurra, por lo que nuestro país camina hacia adelante, hacia atrás, hacia un lado y hacia el otro lado, lo que al representarlo en un mosaico es un galimatías, un laberinto que no hay modo de medir un crecimiento ordenado.

A un año de que, por fortuna, termine la administración federal, esperando que no siga Morena en el poder, estamos viviendo en México lastimosamente en medio de un acaparamiento central de voluntades desde que nació el presente sexenio federal, dando lugar a una polarización, producto de las decisiones, en muchas ocasiones fallidas, de poder, violando leyes que rigen el desarrollo acomodándolas con tintes de una izquierda que tuerce lo que es un cambio político y social.

La 4T o la T4 fue creada bajo la inspiración del presidente asignándole el número ordinal correspondiente para darle continuidad a las que verdaderamente fueron transformaciones en nuestro país como la independencia, la reforma y la revolución, movimientos que realmente fueron conducidos por patriotas que no les importó su vida y que realmente lucharon para transformar nuestra nación y lograr una democracia verdadera, pues hoy no es posible que se quiera hacer una comparación, pues no se tiene ni la inteligencia ni la voluntad para lograr una verdadera transformación del país.

México es nuestra casa, la de nuestros hijos y los hijos de ellos, luchemos por dejársela lo más habitable que se pueda mediante la construcción de caminos que los lleve por vías de superación sin tratar, como ahora se hace, de imprimir doctrinas que no saben aplicarlas, pues por un lado nos quieren imponer una vida andrajosa mientras ellos la viven opulentamente.

Se lo digo en serio.

Autor invitado.

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