Leer, leer, leer es un gran placer…

Soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo más hermoso que ha creado la humanidad

Wislawa Szymborska

Pertenezco a una generación a la que le enseñaron a amar los libros, mi infancia estuvo iluminada por Hans Christian Andersen y los Hermanos Grimm. A medida que fui creciendo me encontré con Sor Juana Inés de la Cruz y luego llegaron a mis manos El Quijote de la Mancha de don Miguel de Cervantes, las obras de Antonio Machado, las de Federico García Lorca, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Jacinto Benavente, Ignacio Manuel Altamirano, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Ernst Hemingway, Mark Twain, Taylor Cadwell, Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Oscar Wilde, Ayn Rand, Charles Dickens, Bernal Díaz del Castillo, Mario Vargas Llosa, y más… y cada uno de ellos enriqueció mi vida, mi intelecto. Y agradezco a mi madre y a mis maestros el haberme abierto las puertas a ese mundo maravilloso de la lectura.

Leer debiera ser una actividad habitual de las personas. Los padres debieran inculcarla a sus hijos desde pequeños. Adquirir el hábito les va a reportar a esos niños muchos beneficios. Iniciarla desde muy joven marca el desarrollo futuro de una persona. Ahora bien, las ventajas de leer a cualquier edad son muchas y diversas. Hoy día tenemos distintas posibilidades de acceder a la lectura. Podemos hacerlo al modo tradicional —confieso que es mi favorito— en el libro de papel, pero también existen los formatos electrónicos, como un ebook, por el celular. No importa el formato, leer vale oro puro.

Uno de los mayores beneficios es la adquisición de vocabulario. Hoy día ya se está presentando un severo problema en nuestro léxico. Leer lo resuelve. Los niños van descubriendo nuevas palabras y formas de expresión y preguntarán a sus padres y profesores el significado de estas y eso sin duda alguna que ampliará su acervo cultural. Y además aprenderán a expresarse mejor, escrita y verbalmente. No es casualidad que quienes leen, sean niños o adultos con una mayor soltura para expresarse.

La lectura contribuye asimismo a acrecentar la imaginación y la creatividad, sin importar la edad. Pero en la etapa infantil ayuda a que los niños le den vuelo, y esto es algo grandioso. Se advierte en su manera  de comunicarse. También mejora su capacidad de concentración ¿por qué? porque mientras están leyendo deben de centrarse en ello. Eso genera una disciplina invaluable.

Para los adultos, la lectura también tiene sus premios, no solo constituye un delicioso entretenimiento, sino beneficios tanto para la salud como para el bienestar en general. Me explico. A medida que avanza la edad, la capacidad del cerebro se va modificando, por ello la lectura es formidable, ya que mantiene el nivel cognitivo. Leer estimula la mente e incluso se previenen enfermedades como la demencia senil o el alzheimer.

También, igual que con los niños, las personas adultas que leen con regularidad tienen un vocabulario más amplio y por ende se expresan mejor que quienes no lo hacen. La lectura hace a las personas más inteligentes. Otro regalo de este hábito tan hermoso es que quienes leen antes de dormir, concilian el sueño mucho mejor. Y es que la lectura ayuda a relajarse, a desconectarse del acontecer y del estrés que este conlleva. Al tener nuestra mente ocupada en la lectura nos llega el sueño y adiós insomnio. Al relajarse nuestro organismo, mandamos a paseo la desdichada ansiedad, que se está convirtiendo en un azote de estos tiempos. A cual más se empastilla para combatirla. Mejor leamos.

Invito muy respetuosamente a los padres de familia a que lean con sus hijos, a que los adentren en este hábito que tanto bien nos hace. Y a los adultos a que se den también la oportunidad de abrazarlo. No se van a arrepentir.

Los libros son mundos que están esperando a que los descubramos, a que nos adentremos en su magia, a que los vivamos en primera persona. Hay tantas historias escritas que están esperando ser leídas. No nos privemos del placer de descubrirlas. Si ya estamos en la adultez y no tenemos desarrollado el hábito, vamos a tener un poquito más de dificultad para adquirirlo, pero si ya teníamos la costumbre de hacerlo y lo dejamos, por lo que usted guste y mande, recuperémoslo, démonos la oportunidad de regresarlo a nuestra cotidianeidad. Reiniciemos por lecturas cortas, los cuentos son una buena alternativa y de ahí le vamos aumentando para llegar a la novela. Fíjese un tiempo diario, puede empezar por 15 minutos e irle aumentando. No se va a arrepentir de haber dado ese paso. Va a obrar a favor suyo.

La lectura es una forma de enriquecer nuestras vidas, nos ayuda a entender mejor a los demás y a nosotros mismos. Nos mantiene informados. Es un acicate a nuestra imaginación. Es alimento para la inspiración y hace que surjan ideas. Nos ayuda «escuchar», a ponernos en los zapatos de otras personas.

En México no se tiene desarrollado el hábito de la lectura, y esto es una tragedia. Hay una realidad apabullante, y es que según la UNESCO, nuestro país ocupa el penúltimo lugar a nivel mundial de países donde más se lee, esto quiere decir que aproximadamente se leen 2.9 libros por persona al año.

Son cifras preocupantes, que hasta ahora no se han movido. Pero pareciera que no nos quita el sueño, aunque debiera. Un pueblo que no lee está condenado a la mediocridad, a quedarse estancado, a ser presa fácil de sus propios gobernantes. El problema de esta ausencia inicia desde que somos niños, y la forma en que no nos acercan a la lectura. La lectura no debe imponerse como obligación porque desde ahí nace el rechazo, ha de ofrecerse como algo divertido, hasta que se convierta en algo propio. De ahí la relevancia de que abuelos, padres, maestros, asuman la responsabilidad de enseñarlo.

La lectura, enfatizo, nos enseña a pensar, a discernir, a conceptualizar, a hacer juicios críticos. Nos enseña a entender la esencia de lo que el autor quiere comunicar, aprendemos de su mano, a sintetizar, a resumir. Mejora nuestra ortografía, hoy día anda por la calle de la amargura. Nos enseña a hablar. Hablar es un arte y a quien sabe hacerlo se le abren más fácil oportunidades. Es esencial expresarse bien.

México necesita una ciudadanía informada, responsable, capaz de dirigir con inteligencia su vida y sus acciones. Gente que contribuya al progreso de la sociedad de la que es parte. La lectura genera personas con este perfil. La escuela tiene en esto un papel muy importante. Fomentar el gusto por la lectura no es algo frívolo, ni momentáneo. El alumnado debe sentirse genuinamente motivado a aprender. Aprender requiere esfuerzo, dedicación, disciplina. Para desarrollar el hábito por la lectura, necesitan percibirla como un reto verdaderamente interesante, concebirlo como un desafío.

Deben entender que es una acción interesante y divertida, que les llevará a ser autónomos, a percibirse a sí mismos como personas competentes, capaces, útiles, pero no nada más en la escuela, si no en la vida.

El mundo, nuestro mundo cambia cuando uno lee. Me consta, no estoy inventando nada. Te vuelves más sensible, te sientes parte de él, te importa. Ves con otros ojos la realidad en la que estás inmerso. Dejas de ser conformista, te afanas en hacer tus deberes con entrega, con pasión, con lo mejor de ti mismo. Dejas de ser mirón de palo y te conviertes en protagonista de tu historia. México, hoy día, necesita gente echada para adelante, ciudadanos, no marionetas en manos de titiriteros. Ya basta de ser amasijo de pillos y vividores. El mundo ha cambiado con ideas y las ideas se leen. Son las ideas las que mueven conciencias y voluntades. No lo olvidemos.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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