Libertad de opinión, síntoma de democracia

Los días van pasando y el mercado de opiniones se extiende cada vez más en el seno de los partidos políticos, de manera que sus puntos de vista pretenden ser suficientes para convencer que sus candidatos son los que deben escalar los sitios que se ofertarán en las próximas elecciones de junio, en las que se jugarán las presidencias municipales y las diputaciones federales.

En cuanto a las diputaciones federales plurinominales que son de clase privilegiada, pues aparte de no luchar para persuadir a los electores para que les den su voto, tienen el mismo poder que los de mayoría para empujar leyes y apoyar a candidatos para que ocupen puestos de elección popular y conseguir canonjías.

Dentro de dos años, por estas fechas, los partidos andarán luchando para sentar al que será el próximo gobernador del Estado. Esperemos que el Ejecutivo estatal y el presidente del Comité Estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se inclinen para ofrecer a la ciudadanía al mejor candidato, cuyo sustento esté soportado con base en antecedentes de un trabajo de calidad realizado en el servicio público.

De la misma forma, los demás partidos políticos harán esfuerzos para ganar puntos en la carrera mediante el ofrecimiento de soluciones a los problemas que durante la campaña los ciudadanos les plantearán, lo que les representará un nicho de oportunidad.

Saltillo y Torreón, las dos ciudades con mayor población en el estado, ya han subido el telón y presentado a los candidatos que el PRI enviará a la palestra en junio y luchar, en el caso de Torreón, con toda la fuerza que les dé la oportunidad para recuperar la alcaldía que está en manos del Partido Acción Nacional (PAN), cuyas calificaciones para el alcalde son salvables, por lo que el partido albiazul puede conservar el mando.

Para Saltillo, la capital de Coahuila, la contienda tiene visos seguros de su inclinación a favor del PRI, pues existen dos diques que soportarán los embates de la oposición. Uno de ellos es el candidato que ese partido ha escogido para el debate y que está basado en sus historiales partidistas y laborales dentro de los gobiernos estatal y federal, además de sus empeños exitosos en la plataforma académica, donde ha dejado buenos recuerdos, lo que constituye un acierto su nominación.

El otro factor es, sin duda, la actividad de un priista, que como alcalde ha hecho de Saltillo una ciudad que puntea nacionalmente gracias a los excelentes indicadores de gestión, y que por lo tanto la ciudad lo ve con buenos ojos, y que en estricta justicia debe posicionarse en un carril hacia un horizonte que redundaría en beneficios a los coahuilenses.

En tanto, en Torreón han surgido factores de desaprobación de alcaldes que hicieron que el PAN se trepara en la presidencia y que hasta la fecha la ciudad ha visto con agrado su actuación. Si el PRI desea ganar con su candidato, apenas medianamente visible de unos pocos años para acá, es importante hacer un llamado de unidad a los priistas, que es el valor político que le da vida, y desechar el canibalismo que tiene a esa ciudad atrapada en una burbuja insular. Recordemos que el partido se vivifica cuando se nutre de los anhelos del pueblo.

El instituto político priista debe dejar de lado la parsimonia con la que actúa pensando en que vivimos en los tiempos de dominación en los que las campañas políticas las realizaban como mero trámite, simulando un interés por los problemas ciudadanos y que a la hora de acceder al poder se volvían invisibles, hasta que el pueblo empezó a despertar haciendo cambiar las cosas encaminadas a profesar una democracia más participativa y dejando atrás una democracia esfumada.

Elimínese la fama que ha envuelto al PRI en sus actuaciones de ficción, pues ello constituye una falta de respeto a los electores que todavía creen, salvo raras excepciones, en algunos candidatos que los presentan con caretas de excelencia.

Si el pueblo necesita y quiere democracia, el partido debe dar ejemplo claro de democracia.

Se lo digo en serio.

Autor invitado.

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