Lo importante es ganar (y, si es necesario, competir)

La que encabeza este texto del enlace previo es una frase fea. Certera, pero fea y cínica, incómoda para quien suspire con aquella del Barón Pierre de Coubertin, principal impulsor de los Juegos Olímpicos modernos: «Lo importante no es ganar, sino competir».

Y es que ganar no sólo significa vencer al rival, sino también superarse a uno mismo. Por ejemplo, se puede ganar en experiencia, en confianza, en autoestima, en alguna habilidad, incluso en humildad para reconocer que el otro ha sido superior y que a la próxima nos podemos esforzar más. Lo anterior es la esencia de hacer deporte con el fin de obtener salud física y mental. Coincido plenamente con este texto.

«Ganar no es todo, es lo único». Esa es quizá su frase más famosa. Pero Vince Lombardi, el legendario coach de los Green Bay Packers que nació el 11 de junio de 1913, no solamente fue un excelente entrenador que ganó cinco títulos de la NFL y los dos primeros Super Bowls. Bajo este lema puede corromperse lo deportivo y convertirse en un negocio y especular con la salud, el poder y el dinero tal como sucede en las sociedades en que se propicia la competencia individual, no en valores sino en bienes materiales.

No obstante lo anterior, yo me quedo con la frase del Barón Francés y una de nuestro Filósofo de Güémez: «lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro».

Por otra parte, con el fin de aportar alguna orientación con relación a la salud y el deporte en general, incluyendo el futbol, y partiendo de la fisiología general de nuestro organismo, se me ocurre añadir los siguientes datos.

Normalmente del gasto  cardíaco, es decir del bombeo de sangre que el corazón realiza en cada minuto, cierto porcentaje de esa sangre se distribuye en cada uno de los órganos vitales. Por ejemplo, el cerebro necesita un 15% del bombeo de sangre y en actividad mental aumentan los requerimientos. El hígado necesita un 15%, durante la digestión aumenta ese requerimiento. El sistema músculo esquelético necesita un 15% y aumenta durante el ejercicio. Las coronarias necesitan un 10%, aumenta durante el ejercicio. Los riñones, los filtros, un 25% de sangre esencial para depurar y regular todas las hormonas y químicos que se liberan y se necesitan durante cualquier actividad y también aumenta durante el ejercicio.

Y para mantener la salud física y prevenir complicaciones durante una competencia deportiva aeróbica se me ocurre agregar algunos datos en relación a la alimentación previa a una competencia, datos que ya he comentado en entrega previa. El día del juego por la tarde, sábado, por ejemplo, desayuno normal, con sal normal, a medio día uno que otro taco dependiendo de la hora del juego, comer lo menos posible, de preferencia frutas (carbohidratos) y verduras para disponer de calorías y electrolitos (sodio, potasio) de fácil metabolismo, a diferencia de las calorías de las grasas y proteínas cuyo metabolismo es complejo y lento. Recordar que la digestión se lleva a cabo en unas tres a cuatro horas, es decir, asegurar que a la hora del partido en el estómago ya no haya alimentos.

Ahora bien, si ingerimos abundantes alimentos y participamos en la competencia unas dos horas después, es decir antes de que el estómago termine la digestión, la digestión estará aún activa, lo que significa que del gasto cardíaco de 15% que aumenta durante el proceso de digestión, fisiológicamente y en forma automática, disminuye el gasto en todos los demás órganos vitales. Esto explica, por ejemplo, que después de una comida copiosa a mediodía y sobre todo caluroso, por ejemplo, un atracón de arrachera o carnitas de puerco con tortillas, frijoles y cheves, nos provoque somnolencia por dos o tres horas después de comer. La digestión necesita mucha sangre y le «roba» sangre al cerebro que es muy sensible a la disminución de la circulación que le proporciona oxígeno y energía para mantenerse despierto y esto es más notable a mayor edad, porque la arterioesclerosis senil normal disminuye el flujo de sangre cerebral.

Estos síntomas son protectores naturales, son mecanismos de equilibrio, la naturaleza sanadora siempre nos está protegiendo y el mensaje de esas molestias es: ¡Ya párale, compa, vete a la banca!

Con el hecho anterior se puede entender que si poco después de una comida copiosa, antes de terminada la digestión participamos en una competencia aeróbica como el fut y nos dedicamos a correr, el sistema músculo esquelético requerirá mayor flujo de sangre que el 15% normal y el sistema digestivo de igual forma, requerirá más de su 15%, parece fácil entender que los órganos vitales entrarán en crisis energética y, ¿quién coordina a esos órganos vitales?: el cerebro, el más sensible a la disminución de flujo sanguíneo. Resultado: En esas condiciones de competencia de flujo entre órganos vitales en acción, cuyas necesidades de sangre aumentan durante su actividad, disminuye la función de esos órganos y se manifiesta en debilidad muscular que impide patear correctamente el balón, recordando que el balón se patea con los pies, pero se juega con la cabeza, el cerebro. Cólicos abdominales, náuseas o vómitos, porque la digestión también la coordina el cerebro. Disminución de la ventilación pulmonar que coordina el cerebro y ventilación en la que participan los músculos toráxicos y abdominales. Disminución en el flujo de sangre en las coronarias cuyas necesidades aumentan durante el ejercicio y se encuentran mermadas, si hay varios órganos vitales en función al mismo tiempo.

Y además: a nuestra edad, muchos jugadores toman medicamentos para el control de la presión arterial, la mayoría de las veces sin necesidad o a dosis excesivas, todos los medicamentos para la presión arterial disminuyen la fuerza de contracción del corazón con disminución de la frecuencia cardíaca (bradicardia), disminuyen las resistencias arteriales periféricas clave del flujo de sangre en la microcirculación y por lo mismo disminuye el flujo de sangre en todos los órganos vitales, y si durante el ejercicio o durante la digestión se necesita más sangre para lo cual la frecuencia cardíaca debe aumentar por encima de 100 latidos por minuto y la presión debe aumentar muy por encima de 150/110 para aportar sangre suficiente al sistema musculoesqueletico en actividad, esos medicamentos bloquean esta respuesta y no hay aporte suficiente de sangre.

Lo anterior, en nuestras competencias de veteranos, con cierta arterioesclerosis natural propia de nuestra edad, sin entrenamiento previo, mal hidratadados, mal dormidos y a lo mejor «crudos», nos exponemos a complicaciones serias y la más mortal: un infarto cardíaco o cerebral. Mi lema: si juego 20, 40 o 90 minutos, siempre gano. Si el equipo pierde, yo gano, si el equipo gana yo gano, solamente pierdo cuando me paro en el campo con ganas de jugar y me dejan en la banca, lo que me parece una falta de respeto a un veterano que acude a la cancha con deseos de jugar, a menos que por decisión propia decida no participar en tal o cual cotejo.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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