Una sacudida que no se veía venir estremeció al mundo, a México y a cada uno de nosotros. La vacuna llegó a nuestro país y a nuestro estado. En medio de la ignorancia y la soberbia, pese a los llamados de los gobiernos federal y local, habitantes de nuestro Estado y de la ciudad en la que vivo, desafían a la pandemia ocasionada por el coronavirus y organizan fiestas y reuniones clandestinas. El año 2020 lo puedo resumir en tres palabras: pandemia, fiesta y miseria política.
A principios de año, la pandemia llegó para irse cuando le venga en gana. El tratar de volver a la «normalidad» —algo que ya no va ser— con incertidumbre y decisiones difíciles la afrontamos todos los días. La reactivación económica, la convivencia social, el ocio en espacios públicos son complicaciones que son parte del vivir hoy. Con medidas de distanciamiento parcial, en donde las autoridades exhortan a salir solo lo indispensable se vive en nuestro país. Inclusive, personal médico de las instituciones públicas del país, ya no solo hicieron un llamado, sino un ruego para que la población realmente aplique y ponga su contribución —no salir— para ralentizar la enfermedad.
Considero que de alguna manera, si se hubieran endurecido las medidas, existiera un mejor control. Pero con el son de «abrazos no balazos» se baila hoy, y cualquier medida restrictiva, hoy tiene olor a imposición. Todo sea por el libre albedrío. A pesar de lo que se diga que ningún país sabe cómo reaccionar a ciencia cierta, —caso Austria, Estados Unidos, Francia, Italia— ahora sabemos que si algo tenemos en nuestra sangre es la negligencia. Da igual si existe un tema de salud pública, salgamos de vacaciones y frecuentemos y promovamos nidos de COVID. Qué importa si es en patios de casa, departamentos, espacios de uso común, balcones; aglomerémonos y no respetemos las medidas de contención impuestas por los gobiernos.
Por otro lado, estados como Nuevo León y Veracruz exhiben a sus políticos en su lado más miserable y se ostentan o al menos así lo hacen ver, como inmunes a las medidas anticovid. Nuevo León solo presume de instaurar medidas, pero las cifras de fallecidos y de casos activos muestran otra cosa y los partidos políticos en lo particular, han mostrado una férrea voluntad de hacer campañas con miras a la elección de 2021. El estado de Veracruz dejó de cumplir con rigor las medidas y la primera en dar la nota fue la clase política, ya que nunca respetaron, y con fiesta y acarreos políticos rompieron los protocolos para poder alimentar al hombre clientelar de gente. Las estrategias son demasiado susceptibles a la presión del poder económico y político.
Hoy, la pandemia puede esperar, el ir y venir en esta época es constante. Personas abarrotaron a finales del año 2020 centros comerciales, aeropuertos y centrales de autobuses. Qué importa el índice de mortalidad de casi el 40%.
En este nuevo año iniciaremos con una gran merma de sociabilidad, aumentarán los prejuicios y considero que crece una rara sensación en donde nos estorbamos unos a otros. No quiero sonar fatalista, pero estrategias como la Alianza va por México es una herramienta que no tiene pies ni boca. Difícil mezclar el agua con aceite en donde solo alimenta el bicho de la polarización y la crispación. Es muy difícil voltear a uno mismo, reconocerse y sacar el barco a flote, así que esta idea sacada de una chistera vieja en nada es herramienta ciudadana. A pesar de los desaciertos de la administración federal actual, no lo considero suficiente para medidas desesperadas.
Aunque suene a cliché y con el dolor de las ausencias, las secuelas de la COVID y la precariedad económica, empecemos por rescatar todo lo bueno del 2020 y dejemos de atizar el odio y el miedo que solo generan más violencia y terminan por deshumanizarnos. Terminemos de exorcizar nuestros demonios y desterrar lo que dejaron. Nada es verdad ni mentira, todo depende del cristal con que se mira.