Lo que no se puede decir

Se puede decir… que es triste, pero es «verdad»

Pero no se puede decir… que sus adeudos son «tremendos». En este caso estoy hablando de Pemex, quien acaba de reestructurar sus múltiples adeudos, que por cierto, las cifras de los mismos no cabrían en este reducido espacio si trato de mencionarlas, como tampoco si me atrevería a enumerar la larga lista de bancos nacionales como extranjeros con quienes hizo dicha reestructuración, entonces, la otrora orgullosa petrolera mexicana se encuentra en la calle, en el fondo de la barranca, que ni inyectándole todo el dinero del mundo, se le «podría» salvar.

Se puede decir… que se salieron de control los «migrantes»

Pero no se puede decir… que se les «desbordaron». La falta de vigilancia y de un estricto control tanto en Eagle Pass, Texas como en la frontera de Piedras Negras, Coahuila, se les vino encima peor que una bola de nieve, enorme cantidad de migrantes que entraron por esa frontera al territorio gringo, sin ninguna dificultad provenientes de diferentes países de América del Sur, orillaron a la desesperada cerrar el Puente Dos, formándose por el lado mexicano enormes filas de autos, originando que ese enorme problema de migración, es la madre de «todos» los caos.

Se puede decir… que la mayoría de las obras cuestan un ojo de la «cara»

Pero no se puede decir… que es porque se hacen sobre las «rodillas». A AMLO en cada construcción que ordena le presentan presupuestos falsos, muy lejos de la realidad, que al final resultan costando de tres a cuatro veces más de lo que en un principio supuestamente iban a valer, y como ya van avanzadas o encarriladas, no le queda más que callar y autorizar, contra su voluntad, los excesivos excedentes, que dan la impresión de que ya le tomaron el pelo, y lo que ataca constantemente, ahora en su propia cara le cometen clara y descaradamente «actos» de corrupción.

Se puede decir… que el presupuesto original aumentará tres veces «más»

Pero no se puede decir… que eso es «injusto». El costo de la magna obra de la 4T que constituye el Tren Maya costará más de tres veces del presupuesto original, que en pesos mexicanos era de ciento veinte mil millones, y ahora su precio será de casi o más de quinientos veinte mil millones de pesos, dinero que el Gobierno federal sacará hasta de debajo de las piedras, no cabiendo la menor duda, que a eso se debe el recorte a algunos estados —incluye Coahuila— y el haber desaparecido a tantas Instituciones cuyos presupuestos se han destinado a «caprichos» de AMLO.

Se puede decir… que AMLO no cabía de «felicidad»

Pero no se puede decir… que su sonrisa era de oreja a «oreja». Toda esa dicha y felicidad la motivó el bombo y platillos con que se celebró la inauguración del 30% del afamado Tren Maya, del que todavía le falta un largo tramo para que esté al 100% terminado, y que, según cálculos de los ingenieros constructores, será por el mes de febrero del año que entra, si no surge alguna contingencia, pero bueno, algo es algo, con lo que sobre sale el estilo del presidente, de echar andar por adelantado las obras que emprende, sin «haberlas» terminado.

Se puede decir… que a AMLO le resultó la «jugada»

Pero no se puede decir… que fue de «ajedrez». No cabe duda que él o sus asesores lo planearon, y consistió en que primero presentó una primera terna y se la rechazaron, y en seguida ofreció la segunda terna y sucedió lo mismo, y ahora tuvo toda la libertad del mundo para escoger y nombrar ahora sí a la ministra Lenia Batres, sin que nada ni nadie se lo impidiera dándole jaque mate al asunto, tal como lo tramó, dejando con un palmo de narices a quienes trataron de impedirlo, recordando aquello que reza: sabe más el diablo por viejo que por diablo, y «ni» modo.

Se puede decir… que AMLO fue sacado de sus «casillas»

Pero no se puede decir… que él se lo «buscó». En su mañanera, una hábil reportera sonorense, madura y con mucho colmillo, poco a poco lo fue acorralando con sesudas preguntas que no tuvo forma de evadir, y solo se concretaba a contestar con palabras nada adecuadas, que hizo al presidente quedar mal ante su amplio auditorio, sobre todo a sus gobernados, que solo alcanzaban a agachar la cabeza y movían de lado a lado, esbozando una leve sonrisa, y que a partir de hoy, le serán cerradas las puertas de Palacio Nacional, por osar «incomodar» al Ejecutivo.

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