Lo random de llamarse Edgar

Necesitaba hablar con Edgar; un asunto menor de trabajo, pero de todos modos ocupaba llamarle. Una mañana cualquiera. Me senté en las escaleras de la casa, donde suelo tomarme un tiempo para echar un vistazo al contenido de redes sociales y periódicos. Relajada, pues, abro el contacto y aparece su nombre, como siempre ha estado guardado en el celular. Miré fijamente la pantalla. Sí, es un nombre común, sencillo de leer y de pronunciar. Pero esa mañana en particular, me pareció extraño, raro. E-D-G-A-R. No así otros apelativos como Itziar, Sujey, Eder, Beneralda o las Dinoras con «H» al final y «H» intermedia, que tengo almacenados en el móvil. Tres mil 621 contactos y sólo uno registró fuera de lugar en la estética gramática mi confundida mente. ¿Por qué alguien se llamaría Edgar? Es una locura, me repetía; veía el contacto una y otra vez y más me convencía de que esas cinco letras formaban una palabra bizarra, sin sentido, sin armonía fonética.

Ignoré el estupor inicial y al fin hice la llamada. Como suelen ser los diálogos por teléfono con un hombre, apenas superó el minuto. Semanas después manipulando el dispositivo volví a toparme con Edgar, ya normal, un contacto más. Aliviada, sonreí nerviosa. ¿Qué sucedió? ¿Será que mi ansiedad matutina de aquel día más que comerse letras distorsionó la palabra y su pronunciación? ¿Me faltó cafeína para desaturdir pensamientos y percepciones? No lo sé. Quizá haya alguien más en el mundo al que le parezca desconcertante el nombre de Edgar. O simplemente para los hombres que lo portan, lo asumen con orgullo, como la novela de Oscar Wilde, pero a su modo: la importancia de llamarse Edgar.

Monclova, Coahuila, 1973. Licenciada en Comunicación por la UAdeC. Desde 1996 ha trabajado como reportera en radio, prensa y el sector público. Premio Estatal de Periodismo en el 2000 y en 2005, además de Premio Estatal por Trayectoria Periodística de 25 años. Obtuvo Mención Especial en el «Primer Certamen Literario Internacional de la Fundación SOMOS» año 2015, de EE.UU. Sus fotografías han sido publicadas en medios locales, en el periódico español El País y en la revista Hispanic Culture Review. Colabora en Espacio 4 desde 2013.

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