Los ochenta de Dylan

El Comité del Premio Nobel de Literatura, que desde el año 1901 otorga la Academia Sueca, tiene la difícil tarea de buscar entre los grandes escritores y poetas de todo el planeta, para cumplir con la voluntad de Alfred Nobel de entregarlo «a la persona que haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada en una dirección ideal».

Es por eso que, tomando en cuenta los distintos idiomas y las diferencias culturales, la mayoría de los escritores que han sido elegidos son desconocidos y a veces hasta impenetrables para muchos de nosotros. Conocemos quizás a los escritores más famosos e icónicos, pero hasta ahí.

¿O no me diga que alguien había escuchado siquiera el nombre de Svetlana Aleksiévich, la bielorrusa, o del escritor chino Mo Yan, ambos ganadores del Premio? Pero en eso consiste una parte de estos premios, en hacer una invitación a explorar las obras del escritor. En ese contexto se otorgó hace cinco años, la distinción a Robert Allen Zimmerman —Bob Dylan— y fue, según define la Academia Sueca «Por haber creado nuevas expresiones poéticas en el marco de la gran tradición musical estadounidense».

Las críticas surgieron de inmediato y pronto brotaron los expertos en la obra de Dylan y el rechazo a los motivos de la Academia asegurando que había otros candidatos con mayores méritos. Pero ¿cuántos de esos conocen su obra?

Ante el alud de opiniones, un hombre a quien admiro, Enrique Abasolo, compañero desde hace muchos años en páginas editoriales, no lo pudo decir mejor cuando escribió sobre el tema en su cuenta personal de Facebook: «Fiestas o reuniones a las que he asistido y tocan música de Bob Dylan… Cero. Casas en las que he estado y tienen alguno de sus discos… Ninguna. Amigos con los que he discutido su obra e influencia como músico o letrista… Nup. No obstante, ahora todos tienen una opinión sobre su Premio Nobel».

Es verdad que Dylan tiene muy poco en común con otros escritores y poetas que han ganado en el pasado y que existen incluso quienes se han atrevido a decir que no lo merece, pues de acuerdo con ellos, no dispone de la calidad de otros escritores y poetas como Jean Paul Sartre, George Bernard Shaw, Thomas Mann o los estadounidenses William Faulkner, Ernest Hemingway y T. S. Eliot, ganadores todos de este reconocimiento en el pasado y que parecería que este Nobel, está generalmente reservado para los escritores y no para los músicos.

Pero a Dylan le dieron el premio como poeta y uno encuentra mucho de poesía en las letras de sus canciones. Además, no todos los ganadores del Nobel han sido famosos por sus novelas, obras de teatro o poemas. Churchill lo obtuvo en 1953 «por su dominio de la descripción histórica y biográfica, así como para la brillante oratoria en la defensa de los valores humanos». El bengalí Rabindranath Tagore lo obtuvo gracias a la producción creativa de su «verso sensible, dulce y bello» … sus canciones.

El gran Dylan, quien recién cumplió 80 años, es un compositor, poeta, cantante, filósofo, trovador, narrador y también un militante. Además, y de forma curiosa, ha influido en numerosos trabajos científicos, un hecho que yo desconocía, pero que descubrí en la revista British Medical Journal en donde cita publicaciones de muchos científicos haciendo referencia en sus artículos a los nombres de sus canciones.

Pero independientemente de lo que usted o yo pensemos acerca de la aptitud literaria de Bob Dylan, muy pocas personas podrían cuestionar su impacto en la música popular. El mejor ejemplo está en aquel encuentro que sostuvo con los Beatles en Nueva York y su incursión en el uso de la mariguana, un encuentro entre titanes y cuyo resultado fueron los mejores discos del cuarteto de Liverpool.

Además, algo bueno debe haber hecho Robert Allen Zimmerman, o Bob Dylan para nosotros, al convertirse en la primera y única persona en el mundo con un Oscar, un premio príncipe de Asturias, 10 Grammy, un Pulitzer y un Nobel, un hecho que lo ha llevado a estar, como dice quizá la más conocida de sus letras «tocando las puertas cielo».

Es editorialista de diversos medios de comunicación, entre ellos Espacio 4, Vanguardia y las revistas Metrópoli y Proyección Empresarial, donde escribe sobres temas culturales, religiosos y de ciencia, tecnología e innovación. Es comentarista del noticiero “Al 100” de la estación de Radio La Reina de FM en Saltillo.

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