Los tres amigos y los tirones de orejas

Después de una larga ausencia de cuatro años, por fin se realizó el encuentro de los presidentes de Canadá, Estados Unidos y México, bajo orígenes poco claros con una urgencia inusual, pero con muchas interpretaciones y teorías que dejan mal parado a uno de los participantes.

El primer cuestionamiento es por qué una reunión de esa envergadura fue organizada prácticamente de la noche a la mañana después de terminar en México el encuentro de la VI cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) que incluyó la participación virtual del presidente de China Xi Jinping y la visita del presidente cubano Miguel Díaz-Canel que incluso fue invitado especial en el balcón de palacio nacional para el desfile de aniversario de la independencia mexicana.

También visitó territorio nacional el cuestionado presidente de Venezuela y su similar (en todo) de Nicaragua, personajes no gratos para el líder del vecino país del norte que reaccionó casi de inmediato al encuentro pues en apariencia no fue de su agrado a los intereses políticos y económicos del Tío Sam.

Uno de los presidentes participantes de la cumbre de los «tres amigos», que en la realidad no lo son y nunca lo serán, acudió expectante y para escuchar a una de sus contrapartes que intentaba explicar de una y mil formas que una propuesta de reforma al sector energético de su país es la mejor manera de combatir la corrupción y ofrecer mejores tarifas a sus gobernados.

El más joven de los líderes de América del Norte no emitió declaración oficial y pública sobre el tema y se concretó al discurso de amistad y colaboración en temas sin importancia para la política y el desarrollo de las tres naciones.

El líder de una de las dos potencias mundiales con bandera de barras y estrellas no olvida, que su vecino del sur apoyó al otrora líder del peluquín rubio que insistía en un muro entre dos países.

El presidente vecino que había dicho que no cedería a la reelección permitida citó a reunión urgente, molesto, preocupado y con la misión de leer la cartilla a quién además de no apoyarlo en las elecciones, ahora amenaza con una débil y autoritaria reforma a los intereses económicos y políticos de dos países que son más poderosos y fuertes que un país sumido en la inseguridad, la mentira y la corrupción corregida y aumentada.

El que regresó a otro desfile y pidió a su guardaespaldas militar enviar un mensaje, nuevamente de reto y provocación al vecino país, no quiso hablar del encuentro en el que seguramente en un momento de la reunión que nadie pudo presenciar le dejaron claro con qué, porqué, para qué y contra quién actuarán en caso de que se siga amenazando la estabilidad económica, social y política de América del Norte.

La lectura de la cartilla fue tal que el presidente que regresó no habló del tema y fue acompañado a la capital del Tío Sam con el carnal Marcelo (al estilo de Tin-Tan) y no de Vitola (compañera de películas del personaje pachuco) señal que ahora podría interpretarse en la adelantada sucesión presidencial como una señal de quién si pudiese ser interlocutor con el vecino país del norte.

No se van a plantar arbolitos, no va a recibirse dinero ni equipo para combatir la delincuencia organizada, no prosperará la demanda contra fabricantes de armas, tampoco se legalizará a los paisanos (para que sigan mandando dinero a México), no va a pasar nada de lo poco que publicaron.

Solo fue una reunión de emergencia para que aquel que se quiere salir del molde y que tiene mucha cola que le pisen, antes, ahora y en la sucesión; el encuentro fue para medir fuerzas y dejar bien claro quién es más fuerte, capaz, efectivo y decidido para tomar cualquier medida que mantenga el status quo de la política de América del Norte.

Autor invitado.

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