Luis González Briseño para magistrado electoral

Sabemos que es difícil contactar a cada una de las senadoras y senadores de este país y, por tal motivo, enviaremos esta columna a cada uno de los 128 legisladores del Senado de la República, previo a la importante definición que tienen pendiente con respecto al nombramiento de los magistrados electorales en diferentes estados de la república y que serán designados por esa Cámara Alta en fecha próxima.

Y es que en el Tribunal Electoral de Coahuila ha terminado el periodo de su encargo la magistrada Elena Treviño Ramírez, cuya gestión ha sido ampliamente reconocida por los coahuilenses. Toca, pues, al Senado designar a quien la ha de sustituir en dicho tribunal.

Y al respecto ya existen 12 finalistas compitiendo por tal magistratura. Todos, excepto uno, con excelente respaldo moral y profesional. Se trata de Gabriela Valdés, Aminda Treviño y Alejandro Santos, miembros de ese mismo tribunal. Dulce Fuentes y Paulina Cortés, funcionarias municipales de Saltillo. Patricia Yeverino, directora estatal contra la discriminación. Gabriela Valencia, ciudadana independiente. Gerardo Blanco Guerra, oficial mayor del Congreso local. Guillermo García, del Tribunal Administrativo estatal. Gerardo Moreno y Jorge de la Peña, del Instituto Electoral de Coahuila. Y, como nunca falta quien se salga de madre del prestigio, el crédito y la calidad moral, ahí tiene usted al atorrante del grupo, Luis González Briseño, actual comisionado presidente del Instituto Coahuilense de Acceso a la Información (ICAI), cuyo encargo termina en julio próximo y, por eso mismo, ya acabó con los viáticos y boletos de avión presupuestados para este año, signo inequívoco de rapiña.

¿Y por qué llamamos atorrante a este sujeto de marras? Pues porque siendo del ministerio público no fue sino un vulgar policía rapiñador, sabandija y rastrero lambiscón con su señor y patrón, Víctor Zamora Rodríguez, con el que siempre se cuadró con el clásico «¡S’órdenes, jefe!», mismo que lo ascendió sin mérito alguno a las altas esferas de los órganos constitucionales autónomos (OCA) por su abyección y bajeza para con su «jefazo» Zamora, de quien ya no decimos más, aunque podamos, por respeto a su condición de difunto.

Y eso le valió mucho a don Briseño para llegar al ICAI, que entonces era un eficaz instituto con los primeros lugares en transparencia a nivel nacional, institución a la que este trepador de contradicciones deleznables degradó a la más desmesurada y absurda opacidad.

Y es que Luis González Briseño ya se siente magistrado porque presume de su amistad con la comisionada del Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), Julieta del Río, zacatecana, amiga de Ricardo Monreal a quien, supuestamente, convencerá para imponer a González Briseño en la magistratura del Tribunal Electoral de Coahuila.

Y a ver si Armando Guadiana o su suplente, Reyes Flores, senadores en esa Cámara Alta, hacen algo para impedir que desde ultratumba sigan imponiendo a personajes nefastos en los OCA de Coahuila. Vale.

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