Segunda parte
Un colega me comentaba que ha utilizado medicamentos genéricos con buenos resultados. Si partimos del hecho que un 80% de los problemas médicos agudos como infecciones intestinales y de vías respiratorias altas, o los problemas sicosomáticos, por ejemplo, se resuelven con medicamentos, sin medicamentos, y a pesar de los medicamentos, tan solo con las defensas naturales, es fácil atribuir a los genéricos o cualquier otro medicamento original, la solución de tal o cual proceso agudo, cuando en realidad se curó solo. Esto es una falacia. Con frecuencia los enfermos afirman que tuvieron diarrea y una cápsula de terramicina se las curó, o que una cápsula de ampicilina por ejemplo, en cuatro horas les quitó el dolor de garganta, sin saber que la ampicilina no es calmante del dolor sino antibiótico, para posteriormente jurar y perjurar que la ampicilina es «buenísima para el dolor» y hasta la recetan a su familiares o amigos. El efecto placebo o sugestión mental es un fenómeno psicológico engañoso que confunde los verdaderos efectos de los medicamentos, genéricos, copias u originales.
Por otra parte, todas las sustancias activas, por ejemplo, Glibenclamida para los diabéticos, necesitan de otras para que se distribuyan adecuadamente en el organismo: Los excipientes disminuyen los efectos tóxicos y los vehículos fomentan su absorción.
«Algunas medicinas similares puestas a la venta en México cuentan con la sustancia activa, acompañados de azúcares y almidones como sustitutos de los excipientes y vehículos verdaderos. El resultado es que el fármaco es liberado en forma lenta o muy rápida potenciando los efectos tóxicos como la agresión para el estómago o el intestino, por ello no puede haber similitud entre un producto que pasa por las pruebas de calidad aprobadas por la Organización Mundial de la Salud y los que no han recorrido este camino». Afirma el doctor Bonilla Marín, presidente del Consejo Nacional de Medicina General, quien explicó las diferencias entre los medicamentos genéricos y los originales.
Lo engañoso continúa el doctor Bonilla es que: «si un medicamento no es sometido a normas de control de calidad, la duración de su efecto es de dos o tres horas a diferencia de los originales cuya persistencia es de 12 o 24 horas, además de que la disponibilidad es menor en los similares que en los originales». Esto se refleja en la cantidad de medicamento que se debe ingerir, es del triple para los similares. ¿Dónde está pues el ahorro?
Todos los productos de consumo: alimentos, estufas, refacciones, automóviles, etcétera, tienen diferente calidad. Así también en los medicamentos. No es justo engañar a los pacientes y hacerles creer que todos los medicamentos tienen la misma calidad, puesto que se trata de mejorar la salud, de curarse o no y de empeorar o mejorar la calidad de vida. No tomar en cuenta esto, es comparar a un ser humano con una licuadora o con una bicicleta, moralmente no es válido.
El mismo doctor Bonilla afirma que se han hecho estudios serios y se ha encontrado que algunos productos similares contienen el 25% del fármaco activo en comparación a los originales.
El público debe informarse, preguntar, leer, cuestionar a sus médicos. Es poco probable que el problema se haya resuelto del todo de 1998 a la fecha, los enfermos siguen pagando las consecuencias.
Los médicos deben hacer reflexiones y juicios sobre este controvertido y escabroso tema que redunda en la imagen profesional de la medicina y lo más importante, en el bienestar de los enfermos, objetivo primordial de la calidad de la atención médica que no depende exclusivamente de la cantidad de conocimientos técnicos que un médico posea en el momento de la entrevista clínica, sino de la forma en que los utiliza, basado en su experiencia y sus conocimientos, producto de la observación minuciosa de los casos clínicos, del estudio y lectura constante tanto de libros técnicos de medicina como periódicos y revistas de cultura general.
Algo extraordinario es la destitución reciente, de varios funcionarios de la COFEPRIS, durante la gestión del Gobierno actual, seguramente por conflictos de interés monetario que datan de unas cinco décadas.
¿Logrará el Gobierno actual erradicar la añeja corrupción en la calidad de los medicamentos genéricos y de esa forma garantizar justicia social en medicina, con la disminución en el costo de la atención médica pública y privada y además garantizar la calidad de la misma?
Lea Yatrogenia