Medicamentos genéricos, ¿son confiables?

Parte I

Incontables pacientes han cuestionado al que esto teclea con relación a la confiabilidad de los medicamentos genéricos. Puesto que el ejercicio de la medicina compromete al médico con la sociedad, y esta columna tiene compromiso con los pacientes, la respuesta debe ser coherente con los puntos de vista expuestos en los diversos casos clínicos de la vida cotidiana que aquí se han comentado. Ya en otras ocasiones he tenido oportunidad de exponer mi opinión de este escabroso, abrupto y penoso tema de los genéricos.

Por los enfermos, para los enfermos y siempre con los enfermos, sin importar edad, sexo, creencias políticas o religiosas he sostenido ante quienes me cuestionan que no prescribo los genéricos para mi persona, mi familia o los pacientes que me proporcionan la oportunidad de servirles profesionalmente.

Son muchas las razones para esta posición irrenunciable: morales, profesionales, políticas, económicas y culturales.

En primer lugar, por experiencias personales: Desde hace 45 años, durante el entrenamiento para ser especialista en Medicina Interna, algún maestro nos enseñó que los genéricos eran de dudosa calidad y eficacia. Posteriormente tuve oportunidad de confirmarlo.

A mis hijos de dos y tres años de edad, los desparasitaba cada cuatro meses con mebendazol de marca original que en un principio nos proporcionaba la institución para la que laboraba, hasta que en alguna ocasión se intoxicaron con dicho fármaco presentando náuseas y vómitos, ya no era de la marca original, era genérico.

Mi madre ingería dipiridamol de marca original para la circulación de la sangre en el cerebro, sin molestia colateral alguna, hasta que ese mismo dipiridamol era de otra marca, no lo toleró pues le producía dolor de cabeza, era genérico. Nunca más volví a utilizar los genéricos para mi familia, ni en los pacientes privados.

En febrero del 2000, en un puesto de revistas, me llamó la atención una que se llama Familia Saludable, en cuya portada el nombre de un artículo reza: Medicamentos genéricos y similares. ¿Cuál es la diferencia? Uno de los asesores médicos de dicha revista es precisamente uno de mis maestros de Medicina Interna, que en varias ocasiones fue invitado a esta ciudad para impartir algunas conferencias médicas. El doctor Lifshitz, médico internista

En el contenido del reportaje sobre los medicamentos genéricos se menciona que «la PROFECO dio a conocer en el expediente DP-30-98, la resolución de la demanda presentada por la Asociación Mexicana de Investigación Farmacéutica AC contra la publicidad de las Farmacias Similares. Estas últimas fueron sancionadas porque los productos que venden no cumplen con los requisitos exigidos por la Secretaría de Salubridad para considerarlos iguales al medicamento original o a los genéricos intercambiables. Así, se ordenó a dichas farmacias corregir su publicidad por considerarla engañosa».

Pero, ¿corrigiendo la publicidad mejora la calidad de los medicamentos? ¿Cómo y quién garantiza la calidad de los medicamentos genéricos para el médico que prescribe y el enfermo que es el receptor final de dichos fármacos tan solo con cambiar la publicidad?

No. Yo sigo desconfiando de los genéricos

Hasta el momento actual, con frecuencia se observan pacientes diabéticos que ingieren dosis máxima de los medicamentos genéricos sin lograr un buen control del azúcar, basta con cambiar a medicamentos originales y con la mitad de tabletas se logra un buen control. Los resultados que obtienen los enfermos son las pruebas más convincentes de la efectividad de un tratamiento. Los enfermos diabéticos son un buen ejemplo, ya que es posible evaluar cuantitativamente los resultados de la terapia con mediciones del azúcar en la sangre. No sucede lo mismo en otro tipo de enfermos en donde no es posible cuantificar el efecto benéfico, como sucede en la mayoría de los problemas psicosomáticos, los más frecuentes de la consulta médica. (Continuará)

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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