En oportunidades anteriores hemos comentado sobre la trayectoria pública de algunos vascos de antología: Iñaki Azkuna, legendario alcalde de Bilbao (1999-2014), y don Ernesto P. Uruchurtu, aquel famoso «Regente de hierro» que gobernó la capital mexicana. Asimismo, aquí hemos relatado nuestra admiración por la reciedumbre vascongada de personalidades como Francisco de Urdiñola, fundador de los telares y las viñas de Parras, Coahuila, y el prohombre de Nuevo León, Santiago Vidaurri. También la recia figura de Ignacio de Loyola y la de ese gran bilbaíno Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús que le plantó cara al Papa Wojtyla. Al filósofo Miguel de Unamuno enfrentando de manera valiente al general fascista Millán Astray en Salamanca y al escritor Pío Baroja conmoviéndonos con La Busca, su novela desoladora en plena debacle del imperio español.
El asunto es que aquí nunca hemos hablado bien de algún banquero. No es fácil tener fe y confianza en esos personajes que al común de la gente no terminan por caerles bien, tanto así que el suscrito fue asesor de la bancada izquierda en la 58 Legislatura federal y siempre nos opusimos al Fobaproa, al rescate bancario que hizo pública la deuda y, antes que eso, a la privatización de la banca nacional.
Y este no es un asunto personal, es un sentimiento que se percibe hasta en el cine donde el séptimo arte ha glorificado a figuras antisociales como son los asaltabancos, cosa de recordar a Butch Cassidy and the Sundance kid con los actores Paul Newman y Robert Redford. Al asaltante John Dillinger protagonizado por Warren Oates y luego por Johnny Depp. Y ni qué decir de Bonnie and Clyde donde Faye Dunaway y Warren Beatty son la pareja delictiva.
Vale decir que la gran simpatía que el público sintió por estos malhechores fue resultado de la Gran Depresión que arrasó con los ahorros de la gente. Aquí en México fue el Fobaproa-IPAB el que nos mal enquistó con la banca privada. Y a los republicanos españoles aún les molesta el recuerdo del banquero Juan March y su apoyo al golpe de Franco.
Pero no todo es animadversión contra la banca, tan útil y necesaria. Y aunque no sabemos si los dueños del Banco Bilbao Viscaya Argentaria son del País Vasco, lo menos que podemos decir de ellos es que son buenos banqueros, han de ser gente admirable como los vascos citados al principio de este artículo, pues aquí en la sucursal de Ramos Arizpe, Coahuila, brindan un excelente servicio y han escogido al mejor personal para dar a los usuarios la mejor atención.
Va un reconocimiento especial a dos jóvenes y una señorita que atienden a la entrada del banco. Ella se llama Melissa Márquez y ha enseñado a este periodista a usar los sistemas electrónicos para facilitar acciones, tiempos y movimientos financieros, ella es el ángel tutelar de los analfabetas digitales bancarios, siempre atenta y tan amable que hasta conoce por su nombre a los clientes regulares. Melissa es el rostro más amable de BBVA.
¡Feliz Navidad!