México enfadado… ancestralmente

Unos medios son más evidentes que otros al presentar los contenidos del Frena. También es posible ubicar la discrecionalidad de otros al minimizar las pugnas frente al Palacio Nacional

Desconectarnos del flujo noticioso, en el actual marco del distanciamiento social por la pandemia de la COVID-19, es lo más saludable. Sin embargo, para otras personas, la opción es completamente contraria. Su lazo con las notas del periódico, de la televisión, de la radio, y de las redes sociales, —incluidas las propias redes de estos medios de comunicación «antiguos»— es permanente. Irrenunciable. E, incluso, esta codependencia a los mensajes masivos manifiesta síntomas de una arraigada adicción.

Quienes hemos optado por esta otra «sana distancia» mediática —hastiados de tantas declaraciones contradictorias sobre la pandemia y sobre la política— en medio de un entorno de contingencia de salud mundial de por sí estresante, no nos salvamos por completo. Si es que usamos WhatsApp, si enviamos y recibimos correos electrónicos y mensajes por MSN o si conversamos por el teléfono celular, es muy probable que, en medio del aislamiento que nos procuramos, «los de Frenaaa» o «los de Frena» hayan aparecido en nuestra cotidianidad y contemos con una percepción —un constructo— sobre su pensar y actuar.

Aunque son parecidas las siglas, y suenan igual al ser pronunciadas, ha quedado claro que, básicamente, el Frenaaa/Frena (usaré esta segunda versión de siglas de aquí en adelante) es un grupo de radical oposición a la figura de Andrés Manuel López Obrador, a todas sus estrategias en su carrera política y que, de su actual encomienda como presidente de la República Mexicana, exigen dimisión inmediata, tal y como lo expresan a través de su metodología vitriólica en sus comunicados de producción mediática casera.

La rápida circulación de las noticias emitidas por el Frena y sobre el Frena obedece a distintas variables. Una de ellas es el efecto incendiario, casi instintivo, catártico, vinculado con la zona del cerebro humano que responde a distintas manifestaciones del peligro, explícito o recreado a partir de inferencias y del contexto cultural. Esta reacción está basada en una fórmula conocida y, a la vez, invisibilizada: «violencia llama a violencia». Unos creen que es la única manera de lograr cambios estructurales en política y ciudadanía; otros pensamos de forma distinta.

Meses atrás, el primer referente que circuló por los canales ya señalados, fue un video casero en el que el empresario Pedro Luis Martín Bringas, accionista del corporativo Soriana, comunicaba su aceptación como representante del Frente Nacional AntiAMLO (Frenaaa). El breve mensaje fluyó de inmediato y con insistencia, al igual que la polarización de opiniones. Contenidos a favor, contenidos en contra.

Fue de llamar la atención el tono de los señalamientos entre algunos seguidores del Frena y los de AMLO. Fue un ir y venir de datos que, vale insistir, por más distanciamiento que fuera buscado de los noticiarios —y su tendencia a presentar información sobre muertos de la COVID-19 alrededor del mundo; de los desfalcos de exgobernadores; de los contagiados y carestías en hospitales; de los pleitos partidistas por el disparo de niveles de desempleo; de las sanguinarias manifestaciones por la defensa de la mujer mexicana o de la comunidad afroamericana en EU; de las cientos de «mañaneras»—, el golpeteo del Frena tenía distribuidores a puños y en los puños vía contactos de nuestro WhatsApp.

Luego, con ese reloj trastocado que emergió con la pandemia, pasaron días, semanas, meses. Y, de repente, ya era otro interlocutor el que hablaba a nombre del Frena. Apareció un hombre distinto. Su narrativa mediática era tan flamígera que, a la primera, parecía una hipérbole fantástica. Es decir, una de las tantas muestras histriónicas producidas en videos caseros —emanadas de la aplicación cada vez más popular, hipnótica y frenética, el TikTok— sobre el redundante choque político entre AMLO-amlistas contra los antiamlistas. Sin embargo, aquella producción sí que era real. Iba, por parte del Frena, muy en serio y hasta donde topara. La demanda seguía siendo la misma: la renuncia inmediata del primer mandatario de México.

Gilberto Lozano era el nombre de la persona que ahora hablaba en representación del Frena. El discurso de este recién estrenado emisor —de camisa, corbata y saco de pinta fina— me llevó a recordar, en primer lugar, la figura de contención oficial establecida en nuestra Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, contundente al prohibir y sancionar la transmisión de contenidos que actúan como estimuladores de la apología a la violencia y el odio nacional. Pero, después, aterricé. En la palma de la mano que sostenía mi celular, aquel peleonero videomensaje había sido enviado por WhatsApp, canal de comunicación instantánea fuera de la regulación normativa aquí citada.

El gesto desafiante, iracundo y, en momentos, de volumen y énfasis desbordados por parte de Gilberto Lozano, era directísimo, «como queriendo matar». Desde ese momento hasta ahora, la tesitura sigue siendo la misma. «‘Eres un ridículo payaso, Andrés’. ‘Eres un vejete con un infarto, que debería de irse a su rancho La Chingada’, ‘No queremos a una persona que se sienta el reyezuelo, que se sienta el bufón de Palacio Nacional’. ‘El señor López no estaba preparado. Fueron años de porro, de un parásito’. ‘Cuando la naturaleza es la naturaleza y no puedes ir contra ella. Andrés López, te veo inepto, te veo incapaz, te veo cínico y te veo traidor’. ‘¡Qué estás haciendo, lárgate, lárgate, o eres pendejo esclerótico y senil!’» (https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raymundo-riva-palacio/el-incendiario-lider-de-Frenaaa).

Cierto es que el «¡Cállate, Chachalaca!» que tan popular volviera a AMLO antes de ser presidente, bien pudiera ser parte, hoy por hoy, de la fraseología con la que el líder Lozano expresa sus antagonismos al mismo López Obrador, quien, de manera notoria, procura mantener su reserva, como ejercicio forzado de prudencia, al momento de referirse al Frena en sus ruedas de prensa matinales. En otras palabras, el presidente no quiere regresar a aquellos gritos de guerra tan suyos y a los tonos irónicos que él mismo utilizaba al referirse al Ejecutivo de la Nación en turno o, también, por mencionar algunos casos, a los dueños de los corporativos massmediáticos más poderosos en México.

La insistencia de los videos por WhatsApp fue aún más marcada al paso de las semanas. Los discursos de Gilberto Lozano fueron más variados y el gritoneo insultativo derivó en habitual con su respectivo nivel de ratings.

En un México enfadado ancestralmente, y en tiempos de pandemia, con millones de personas en situaciones desfavorables, el nivel de impotencia de sectores bien definidos de la sociedad encuentra, en el estallar mediático de Gilberto Lozano, un estímulo convincente para desahogarse. Para reír. Para despotricar. Para mentar madres. Para culpar a AMLO y a los «chairos». Para gritar aún más fuerte. Para golpear. Para generalizar. Para destrozar. Para tronar ante el desespero lacerante que llega a dominar hasta al aire que, gracias a Dios, aún podemos respirar por pulmón propio.

Los medios de comunicación locales, nacionales e internacionales continúan el abordaje del caso del Frena y su segundo portavoz. Utilizan ciertas líneas editoriales para analizar los encontronazos videograbados o en vivo. Unos medios son más evidentes —descarados— que otros al presentar los contenidos del Frena. El morbo, por ejemplo, es un garante de seguidores y, en consecuencia, de potenciales compradores de productos y servicios vendidos en los medios de comunicación. Entre más molesto se encuentre Lozano, al igual que sus opositores, esos medios de comunicación les darán más espacio a sus rencillas y más bocinas a sus agresiones, y no, necesariamente, porque estén en desacuerdo con el Presidente López Obrador. Pero, también, según la redacción de las notas sobre, por ejemplo, el empresario Lozano y sus seguidores manifestantes del Frena, apostados en el Zócalo, también es posible ubicar la discrecionalidad de otros medios al minimizar los contenidos de las pugnas virulentas frente al Palacio Nacional, o, definitivamente, la nula cobertura de la guerrilla entre ultras de aquí y ultras de allá.

Viene más violencia al violentado México. ¿Cómo Frenar al Frena? ¿Cómo encontrar cabal cabida a las posturas de unos y otros en aras de la urgente madurez política y ética? ¿Cuánto más se enfadará nuestra República y su peculiarísimo concepto de democracia? ¿Qué tantas pandemias nos faltan por soportar? ¿Qué más por sobrevivir? E4

Columnista y promotora cultural independiente. Licenciada en comunicación por la Universidad Iberoamericana Torreón. Cuenta con una maestría en educación superior con especialidad en investigación cualitativa por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Doctoranda en investigación en procesos sociales por la Universidad Iberoamericana Torreón. Fue directora de los Institutos de Cultura de Gómez Palacio, Durango y Torreón, Coahuila. Co-creadora de la Cátedra José Hernández.

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