México se apresta a entrar al grupo de países gobernados por mujeres

Claudia Sheinbaum, favorita de AMLO, encabeza las intenciones de voto; la bandera de Morena ondea en 23 estados donde se concentra el 70% de la lista nominal de electores. Xóchitl Gálvez, candidata inesperada del frente opositor, genera entusiasmo, pero el lastre del PAN, PRI y PRD dificulta su despegue

Las elecciones presidenciales en puertas marcarán un hito en la historia del país. Las mujeres romperán el techo de cristal después de 69 años de haber votado por primera vez, en un proceso federal. Una de ellas ostentará la jefatura de Estado y de Gobierno a partir del 1 de octubre de 2024. México se adelantará así a Estados Unidos, una de las democracias más sólidas del mundo. Claudia Sheinbaum empieza la carrera como favorita después de superar a los otros aspirantes de Morena y de los partidos Verde y del Trabajo. Sacada de la chistera por los grupos de interés reunidos en el Frente Amplio (FA), Xóchitl Gálvez, carga con el desprestigio del PRI, PAN y PRD. El «ejercicio ciudadano» para nombrarla candidata devino en farsa. La consulta era la piedra de toque, pero se obvió para neutralizar a Beatriz Paredes, por mucho el mejor perfil opositor.

El PRI traicionó a su expresidenta, acaso la mujer con mayor trayectoria política y experiencia en el servicio público en activo. Gálvez es la versión femenina de Vicente Fox, en cuyo Gobierno dirigió la Comisión de los Pueblos Indígenas, sin grandes resultados. A quienes la cuestionan por la forma cómo se hizo con la candidatura del FA, la empresaria hidalguense podría afrontarlos con la frase lapidaria con la cual Felipe Calderón defendió su victoria dudosa en las elecciones de 2006: «Haiga sido como haiga sido». El ardid no la deslegitima, pero lastrará su campaña. La oscuridad que se cierne sobre la senadora con licencia tiene un doble origen: los nubarrones de tormenta y la bandada de buitres y vampiros que buscan las mayores tajadas de un triunfo (improbable) o de un fracaso (anunciado).

«(Gálvez) no puede seguir pedaleando a solas. (…) Necesita asesoría en todos los asuntos a los que no ha dedicado atención suficiente,necesita una vocería eficaz que replique el mensaje. La coalición opositora sigue viéndose frágil y la candidatura cruda».

Jesús Silva Herzog, periodista

Es la primera vez que el PAN, PRI y PRD postulan un candidato común, en este caso a una mujer, pues por separado estarían derrotados de antemano. Pensar que con el FA —apadrinado por los grupos de poder— les irá mejor es una quimera. La crisis de la partidocracia se profundizó en los cinco últimos años. La fuga de simpatizantes y cuadros en los partidos azul, rojo y amarillo es incesante. El líder de Acción Nacional, Marko Cortés, es un perdedor; y el tándem de Alejandro Moreno y Rubén Moreira, el más infame. El PAN es un remedo de oposición y el PRI quedó reducido a escombros.

El Frente Amplio ofreció a las oposiciones la posibilidad de presentarse ante el electorado con piel de cordero, pero las maniobras para imponer candidata, en desacato a sus propias reglas, delataron su naturaleza y sus verdaderas intenciones. Las burocracias partidistas cometieron un error de cálculo al pensar que podían sacudirse a Paredes con la misma facilidad como lo hicieron con Santiago Creel (PAN), Enrique de la Madrid (PRI), Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles (PRD). La opinión pública no pasó por alto el desliz y la candidatura de Gálvez empezó a sonar hueca y a perder fuelle.

«(…) si (Gálvez) no logra distanciarse al máximo de las aviesas o corruptas dirigencias del PAN, PRI y PRD, su aventura está condenada al fracaso. Y al final no habrá sido más que un instrumento para que las mafias partidistas conserven, tras el 24, sus mezquinas parcelas de poder».

Jorge Volpi, escritor

La apuesta de la partidocracia, del gran capital y de las élites por Gálvez no es de balde, pues con ella en la presidencia sus intereses estarían a salvo y volverían a incidir en las decisiones del Gobierno. La coordinadora del Frente Amplio empieza a ser percibida en algunos sectores como una candidata débil, manipulable y sin la fuerza necesaria para encabezar un proyecto propio. Paredes, la candidata sacrificada, es la Camacho Solís de Luis Donaldo Colosio en la sucesión de 1994, aunque en otro contexto. La exembajadora de México en Cuba está curtida en las luchas políticas. Roberto Madrazo le robó la presidencia del PRI en 2002 en unas elecciones internas plagadas de irregularidades. Cinco años después se convirtió en la segunda presidenta electa de ese partido. En 2012 perdió la jefatura de Ciudad de México frente a Miguel Ángel Mancera (PRD). También pudo haber ser sido candidata presidencial, pero Alejandro Moreno, como antes Madrazo, le jugó sucio. Beatriz era un peligro para el frente opositor y cerebro, Claudio X. González.

El adiós de Marcelo

La candidatura de Claudia Sheinbaum también surgió de unas encuestas. Morena completó el proceso y ninguno de los aspirantes declinó ni fue excluido como ocurrió en el Frente Amplio. La exjefa de Gobierno de Ciudad de México empezó y terminó adelante de la carrera. Su compromiso por ahora es solo con el presidente Andrés Manuel López Obrador, a diferencia de Xóchitl Gálvez, quien no sólo está subordinada a las cúpulas del PAN, PRI y PRD, sino también a las élites económicas. La partidocracia y los poderes fácticos son los más entusiasmados con su postulación, pues con ella en Palacio Nacional volverían a imponer sus intereses y recuperarían los privilegios cancelados por la 4T.

López Obrador fijó la agenda y el ritmo de la sucesión presidencial, no el Instituto Nacional Electoral. El frente opositor le hizo el juego al presidente y repitió los pasos de Morena, pero la decisión de postular a Gálvez la tomaron el PAN, PRI y PRD, lo cual restó legitimidad al procedimiento. La cancelación de la consulta programada para el 3 de septiembre generó suspicacias, pues Beatriz Paredes se había convertido en una amenaza para el proyecto político-empresarial. La senadora hidalguense ganó los sondeos sin arrasar, pero había perdido el cara a cara con la exgobernadora de Tlaxcala. «La suerte de Paredes (…) se decidió el fin de semana (26-27 de agosto), cuando los líderes del PRI, PAN y PRD (…) acordaron que (Paredes) debía declinar el martes (29)», escribe Raymundo Riva Palacio en la columna «Le tuvieron miedo a Beatriz (El Financiero, 31.08.23).

Salvo la promoción excesiva de algunos aspirantes y los amagos de Marcelo Ebrard, Morena ajustó su proceso a los lineamientos marcados por el presidente López Obrador. La prioridad era conservar la unidad. Adán Augusto López, Ricardo Monreal (Morena), Gerardo Fernández Noroña (PT) y Manuel Velasco (PVEM) aceptaron el resultado de las encuestas favorables a Sheinbaum, y los gobernadores de la 4T cerraron filas. El exsecretario de Relaciones Exteriores ocupó el segundo sitio, pero decidió buscar nuevos horizontes fuera del partido guinda.

Por el lado del Frente Amplio (una de las caretas de la coalición Va por México regentada por Claudio X. González), la presión del líder del PRI, Alejandro Moreno, para forzar la declinación de Beatriz Paredes, fue tomada como una traición. La senadora condicionó su apoyo al frente y dijo que no aceptará un premio de consolación, como la candidatura al Gobierno de Ciudad de México. Si cumple su palabra, evitará que el PRI, PAN y PRD la utilicen dos veces: una, ya consumada, fue para darle un barniz ciudadano y democrático al nombramiento de su candidato presidencial; y otra, para sumarle votos a Gálvez en la capital, el principal baluarte de Morena.

El presidente López Obrador, cuya favorita fue siempre Sheinbaum, se adelantó a las encuestas y para mantener unido al grupo ofreció compensar a quienes perdieran la nominación. De acuerdo con los resultados, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Fernández Noroña y Manuel Velasco podrían ocupar posiciones de liderazgo en el Senado, la Cámara de Diputados, el Gobierno de Ciudad de México y en futuro gabinete. La renuncia de Ebrard a Morena no alteraría el panorama y su eventual candidatura afectaría más a Xóchitl Gálvez. AMLO movió mejor sus fichas que el Frente Amplio, cuya candidata resultó ser la menos pensada, pero la más adecuada y afín a sus intereses.

El salto de Xóchitl

Ninguna candidatura presidencial se improvisa, pero basta el asomo de un escándalo para echarla abajo. En la sucesión de 2006, Arturo Montiel, gobernador del Estado de México, arrojó la toalla apenas la prensa destapó una parte de su fortuna y de sus inversiones inmobiliarias en México y Europa. El enriquecimiento de los gobernadores siempre ha sido un secreto a voces, pero en contextos electorales las filtraciones tienen efectos fulminantes. Con Montiel fuera de la carrera, el entonces líder del PRI, Roberto Madrazo, se hizo con la nominación, pero perdió la presidencia.

Las precampañas de Claudia Sheinbaum (Morena) y Xóchitl Gálvez (PRI-PAN-PRD) serán un mero simulacro, pues ya son candidatas. La prueba de fuego vendrá con las campañas (90 días a partir de marzo ) y los tres debates. Las aspirantes desplegarán entonces todo su arsenal. La exjefa de Gobierno de Ciudad de México, a diferencia de la Gálvez, se preparó para ser presidenta. Durante cinco años creó estructuras, formó cuadros y soportó la presión de la derecha y de los medios de comunicación afines. Su gestión en CDMX es favorable y su cercanía con Andrés Manuel López Obrador le brinda ventajas adicionales. Los 23 estados gobernados por Morena gobernadores representan el 70% de la lista nominal de electores.

Gálvez está en clara desventaja. Su exposición como presidenciable data de apenas unos meses. La senadora hidalguense se mentalizó para suceder a Sheinbaum en el Gobierno capitalino, no para afrontarla en las urnas. El desenfado y el carisma de la favorita del viejo statu quo ayuda, pero no basta. Gálvez no termina de dimensionar el peso y los costos de la candidatura de rebote. Frente a políticos anquilosados como Santiago Creel, José Ángel Gurría, Enrique de la Madrid e incluso Beatriz Paredes, la exjefa delegacional de Miguel Hidalgo cautiva a los sectores contrarios al presidente López Obrador y a los grupos de presión, pero no alcanza para ganar las elecciones del 2024.

El PAN, PRI y PRD tampoco le garantizan a Gálvez los 21.8 millones de votos obtenidos por Ricardo Anaya y José Antonio Meade en las presidenciales de 2018. Entre otras razones, porque las tres fuerzas gobernaban entonces 31 estados; hoy solo cuentan con siete. Movimiento Ciudadano (MC) apoyó al PAN en las elecciones previas, pero ahora participará con un perfil propio («Con el PRI ni a la esquina», dice el partido naranja). El autodescarte del alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, aumenta las posibilidades del gobernador de Nuevo León, Samuel García.

La partidocracia es un lastre para Gálvez, pero ¿cómo sacudirse sus siglas y deslindarse de la historia de escándalos y corrupción que la acompañan sin quedar aislada ni exponerse a traiciones? En el mitin del 3 de septiembre en el Ángel la Independencia, donde la exdirectora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas fue confirmada como coordinadora del Frente Amplio, los líderes del PAN, Marko Cortés; del PRI, Alejandro Moreno; y del PRD, Jesús Zambrano, enviaron un mensaje: «Xóchitl es la candidata, pero nosotros mandamos».

Gálvez necesita romper ataduras y empezar a demostrar carácter e independencia; de lo contrario, será devorada por los tiburones. Las campañas no serán fáciles y las elecciones, menos. La maquinaria del PRI está oxidada y la de Morena es la nueva aplanadora. El presidente López Obrador empezó el último año de su Gobierno con una aprobación del 60%. Sheinbaum lidera las intenciones de voto y recibió el bastón de mando, símbolo de la autoridad suprema en las culturas indígenas. Si el escenario no se modifica, habrá 4T para rato. E4


Cortés, Alito y Zambrano, pájaros de mal agüero

Las burocracias partidistas y los grupos de poder deben liberar a su abanderada, pues de lo contrario la euforia devendrá en decepción

El maquillaje mediático de Xóchitl Gálvez se ha empezado a cuartear. La candidata del Frente Amplio (PRI-PAN-PRD) no ha articulado todavía un discurso como el que catapultó a Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos. La retórica y el carisma del entonces senador por Illinois le dieron un vuelco a la convención del Partido Demócrata de 2004. Ocho años después, Obama ya despachaba en la Casa Blanca (ninguna candidatura presidencial se improvisa). La senadora panista luce perdida y ha empezado a andar en círculos. La sombra de la partidocracia y de sus líderes vampiros se cierne sobre esta mujer de lenguaje florido cual pájaro de mal agüero.

Para legiones de mexicanos insatisfechos con la 4T y agraviados por el presidente Andrés Manuel López Obrador (y otros, por qué no, manipulados y atemorizados a través de las redes sociales y los medios de comunicación), Gálvez representa la única esperanza y se agarran a ella como a un clavo ardiendo. Las corporaciones, los partidos y los mass media capitalizan el enfado ciudadano para tratar de revertir cambios que han afectado sus intereses y separado el poder económico del político. Como ariete escogieron a una mujer resuelta y talentosa, pero sin estructura, plan ni sustancia. Gane o pierda, los membretes que la postulan sacarán ventaja de su buena fe.

La sonrisa de Gálvez se empieza a congelar, su discurso es hueco y los tópicos la desgastan. Candidata improvisada, no tuvo tiempo para formar cuadros nuevos, competentes y leales a ella. Alejandro Moreno (PRI), Marko Cortés (PAN) y Jesús Zambrano (PRD) la han convertido en su rehén y le impiden respirar. Las disputas con López Obrador las celebran sus seguidores y los detractores de la 4T, pero no hacen mella en el presidente; al contrario, lo fortalecen con sus bases. La situación preocupa a quienes esperan propuestas serias y no anécdotas ni trivialidades. Los desplantes de la aspirante frentista se interpretan como signos de debilidad.

El periodista Jesús Silva-Herzog Márquez advierte en el discurso de Gálvez dos elementos de sensatez elemental: «El país no necesita doctrinas, sino soluciones. El país está cansado de la política de la enemistad». Sin embargo, «no puede seguir pedaleando a solas. (…) Necesita asesoría en todos los asuntos a los que no ha dedicado atención suficiente, necesita una vocería eficaz que replique el mensaje. La coalición opositora sigue viéndose frágil y la candidatura cruda» (“Candidata y partidos”, Reforma, 04.09.23).

Gálvez se sacó la rifa del tigre. Luego de su nominación declaró a la periodista Denise Maerker, para el programa “Atando cabos” de Radio Fórmula, que la vida le cambió en dos meses y que debía estudiar para, eventualmente, desempeñar la presidencia. Silva le corrige la plana: «Lo que la candidata tiene por delante no es un examen profesional sino una elección y, tal vez, un Gobierno. No le corresponde quemarse las pestañas con el atlas de la circunstancia mexicana. Lo que debe hacer en convocar inteligencias con prestigio y dar cuenta que la política que hace falta en México no es la de un iluminado que todo lo sabe, sino de la coordinadora que incorpora y canaliza lo mejor».

Los ojos de gran parte del país están puestos en Gálvez, quien, para refutar la extendida idea según la cual su postulación es producto de negociaciones cupulares para reinstalar al PRIAN en la presidencia de la república, debe tomar el mando, ya. El frente opositor y sus padrinos deben liberarla; de lo contrario, le darán un tiro en la sien y la decepción suplirá a la euforia. Los meses por venir serán cruciales. E4


Gálvez, ¿una aventura condenada al fracaso?

Los líderes del frente van a la segura: ganarán aun si la aspirante oficialista obtiene la presidencia. Por esa razón el PAN, PRI y PRD le hacen el juego

Xóchitl Gálvez afronta un reto formidable, el mayor de su vida y de su incipiente carrera política. Ganar las elecciones luce improbable en las circunstancias actuales. Claudia Sheinbaum cuenta con el apoyo de uno de los presidentes más poderosos y mejor evaluados, a pesar de sus pifias. La exjefa de Gobierno de Ciudad de México tiene de su parte a la maquinaria de la 4T y a los 23 gobernadores de Morena, de los cuales ocho son mujeres. La fuerza de Gálvez radica en ella misma. Las siglas del PAN, PRI y PRD son rémoras. Tampoco ayuda que los medios de comunicación anti-AMLO creen expectativas fuera de la realidad, pues, en caso de perder, peor será la decepción.

Las cúpulas partidistas tienen secuestrada a Gálvez y ganarán aun si Sheinbaum la derrota. El triunfalismo del frente opositor es un disfraz tras el cual se ocultan intereses y un miedo cerval a Morena. La partidocracia tradicional está descolocada. En los últimos años dejó de ser mayoría en los estados. Por más que se escondan bajo el huipil de Gálvez, al PRI, PAN y PRD los delata su olor. ¿Cómo desvincular del frente a Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox y los grupos de presión contra los cuales la mayoría votó en 2018?

Flaco favor le hacen a Gálvez quienes cierran los ojos ante la realidad o la tergiversan para crear fantasías, incluida la «comentocracia», mayoritariamente adversa al presidente. En democracia todos juegan, y los medios no son la excepción, pues todo el mundo quiere llevar agua a su molino, en especial los partidos. El principal activo de la coalición es Gálvez, pero en vez de protegerla, la expone y debilita. «Contando con una figura que, gracias a su carisma y su propia historia personal, logró entusiasmar a un sector importante de los votantes, el Frente tuvo la oportunidad única de mostrar al fin su apuesta por la transparencia y su distancia de Morena; en vez de ello, calcó sus métodos y, peor aún, exhibió aquello que lo ha relegado a un segundo plano en nuestra vida política: su ausencia de autocrítica y sus componentes autoritarios, equivalentes a los de sus odiados rivales», apunta el escritor Jorge Volpi en la columna «Pie izquierdo» acerca de la elección de Gálvez. (Reforma, 02.09.23).

Premio Alfaguara por la novela Una historia criminal (sobre el caso Cassez-Vallarta, urdido por el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, con el apoyo del periodista Carlos Loret de Mola) y crítico ecuánime del presidente López Obrador, Volpi advierte: «Como en la manida fábula del escorpión y la tortura, PAN, PRI y PRD no pudieron dejar atrás su naturaleza y prefirieron ahogarse juntos antes que reivindicarse frente a los ciudadanos. En lugar de acentuar la bocanada de aire fresco representada por Gálvez, prefirieron recordarnos que el PAN es el partido que desató la guerra contra el narco —sin duda la peor decisión tomada jamás en el México reciente—, que el PRI no solo expolió al país durante setenta años, sino que volvió a hacerlo en cuanto volvió a tener poder y que el PRD, o lo que queda del PRD, es tan incongruente como irrelevante. Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, en teoría los más encarnizados enemigos de López Obrador, se empeñaron en darle la razón: encarnan, como han demostrado ahora, la mafia de los partidos…».

Diagnósticos como el de Volpi clarifican el panorama, pues se apartan de fanatismos y de la iracundia dominante en los medios de comunicación, la conversación pública y el debate político. El autor no forja castillos en el aire: «(…) el Frente no cuenta con un proyecto de país que no sea el más zafio antilopezobradorismo. Xóchitl Gálvez es (…) la candidata. Por desgracia, si no logra distanciarse al máximo de las aviesas o corruptas dirigencias del PAN, PRI y PRD, su aventura está condenada al fracaso. Y al final no habrá sido más que un instrumento para que las mafias partidistas conserven, tras el 24, sus mezquinas parcelas de poder». E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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