Mis novelas mexicanas preferidas

En el marco de la exposición «Retrospectiva» del gran artista plástico Mauricio Siller Obregón, ofrecí una charla (siempre preferiré charla a conferencia) sobre mis diez novelas mexicanas favoritas.

La selección siempre es ardua y, como ocurre a los antólogos y a los directores técnicos de cualquier deporte, dejar fuera cuesta trabajo e incluso, a veces, culpa.

Mi lista incluye, por supuesto, Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Enlisto no por orden jerárquico sino de manera caprichosa, esto es, al tun, tun, al azar.

En el segundo y tercer peldaños incluí Terra Nostra y Aura, de Carlos Fuentes.

La cuarta selección fue Balún Canán, de Rosario Castellanos.

La quinta apuesta fue El tañido de una flauta, de Sergio Pitol.

La sexta novela se trata de nada menos que Otilia Rauda, de Sergio Galindo.

En la séptima figura Querido Diego, te abraza Quiela, de Elena Poniatowska.

El octavo ejemplar es Palinuro de México, de Fernando del Paso.

La novena es (o fue) Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán.

La décima obra escrita: Arráncame la vida, de Ángeles Mastreta.

Sé que la novela de José Emilio Pacheco Batallas en el desierto puede sustituir a cualquiera de mi enumeración o listado y otras más que merecen sin duda un escaño, pero, como se suele decir, toda opción implica renuncia.

Por cierto: en este canon aparecen los cuatro Premios de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes que entrevisté y, una curiosidad insomne más: sólo dos de los diez autores(as) arropados por mi corazón y por mi inteligencia están vivos: Elena Poniatowska y Ángeles Mastreta.

Iba ceder a la tentación de incluir al «más mexicano de los extranjeros y al más extranjero de los mexicanos», es decir, a Luis Cardoza y Aragón y su El río, novelas de caballería.

En fin. Espero que el asedio o abordaje del lector sea tan ameno como provechoso. ¡Que Dios reparta suerte! ¡Ah!

Deja un comentario