Nacho Guerrero

El joven Ignacio Guerrero Olivares vio, como nadie antes, a su tierra de raíz; descifró la paisajística urbana; captó, sin nadie antes, el referente rural

Cuando aquella primera cámara fue puesta en manos de Nacho Guerrero, Chihuahua conquistó perpetuidad icónica. Recién comenzaban los setenta y en el entorno chihuahuense fluían relatos clave, vibraban estampas rebosadas de historia. Era ardiente el pálpito coyuntural. Sin casualidad alguna, el joven Ignacio Guerrero Olivares vio, como nadie antes, a su tierra de raíz; descifró, lo que nadie antes, en la paisajística urbana; captó, sin nadie antes, el referente rural. Gracias al primer disparo dado por Nacho Guerrero en 1971, el camino hacia el boom fotográfico —identatario actual de nuestra ciudad de Chihuahua— quedó apasionadamente signado.

Ocho años después, luego de robustecer sus conocimientos y sensibilidad fotográficos en la Ciudad de México, Nacho Guerrero regresó a casa. Fue el artífice de la primera exposición fotográfica montada en la capital del estado grande. Amén de compartir su bárbara capacidad como artista de la imagen, al presentar sus fotografías al público, asumió de manera implícita la responsabilidad de ser nuestro maestro: el formador de un criterio visual colectivo de frente a la fotografía.

Ese mirar lo que otros no miran, ese percibir como otros no perciben, catapultó a Nacho Guerrero en otros dos sensibles y desafiantes ámbitos. Abrió el vanguardista restaurante, «La hostería» donde lo gastronómico fue mancuerna de una ambientación espacial sui generis, en aquel entonces. Deshechos, basura y un sinnúmero de «materiales estorbo», otra vez llegaron a las manos de Nacho para ser transformados en límpida realidad. La cultura del reciclaje en la arquitectura, en el diseño de interiores y en la fotografía tuvo como sede el alma reconciliadora de nuestro artista chihuahuense. Fue «La hostería» una escuela multisensorial de menú extendido.

Nacho Guerrero ha montado más de XXX exposiciones locales, nacionales e internacionales. Cuenta con un impecable archivo histórico de su trabajo, resguardado con disciplina y pulcritud en la «Galería Nacho Guerrero», su actual laboratorio creativo y búnker espiritual. Su estudio fotográfico va interseccionado con el área de exhibición de los muebles diseñados por Nacho y armados a detalle en su taller. Cada pieza es simbiosis de lo vetusto y lo moderno. Del desuso y lo utilitario. Del óxido y el terciopelo. De lo marginal y la inclusión. Es el llamado respetuoso de Nacho para reconciliar al ser humano con la Madre Naturaleza a través del arte.

Nacho Guerrero es un artista indispensable —e irrepetible— para las tantas generaciones de chihuahuenses que hemos vuelto de su obra nuestro entrañable patrimonio cultural. Nuestro asidero de memorables emociones. E4

Columnista y promotora cultural independiente. Licenciada en comunicación por la Universidad Iberoamericana Torreón. Cuenta con una maestría en educación superior con especialidad en investigación cualitativa por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Doctoranda en investigación en procesos sociales por la Universidad Iberoamericana Torreón. Fue directora de los Institutos de Cultura de Gómez Palacio, Durango y Torreón, Coahuila. Co-creadora de la Cátedra José Hernández.

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