Cielos ocres languidecen en fatigadas tardes
los filos de las hojas en vaivén lastiman
a mis pasos serenos, dirigiéndose a la nada
almagran al viento en zigzagueante herida.
La cobriza luz mustia penetra por mis poros
matizando de sepia todos los recuerdos
el aire bermejo recorre mis huesos
mi sangre va corriendo con bríos leonados.
¿Puede el pardo destino transformarse en dorado
como la hoja otoñal cayendo al empedrado
sabiendo que en primavera brotará impoluta?
¿Resurgiré a la vida de nuevo esperanzado?
Mis manos acarician el rojizo vestido
con tonos marrones de esta tarde de otoño
y disfruto el perfume de árboles rendidos
preparan el terreno para calmar el sueño.
Me imagino de tu mano caminando el sendero
mientras cae cada hoja,
mientras cae cada anhelo…
Formando una alfombra de colores castaños
mas no estás, y mi alma,
cae marchita en el suelo…