El discurso gubernamental, respecto al regreso a clases, está focalizado en la urgencia de que los estudiantes vuelvan a las aulas para iniciar clases presenciales y, con ello, atenuar los efectos negativos de la modalidad a distancia; la prisa es justificada, porque ciertamente hay deserción escolar y bajas radicales en aprovechamiento académico; sin embargo, en esa dialéctica de la autoridad de Gobierno no hay visos de nuevas formas de planeación con estrategias diferentes para mejorar y enriquecer el proceso de enseñanza-aprendizaje entre estudiantes.
Estadísticas oficiales y de la iniciativa privada señalan que la pandemia provocó que en México dejaran sus estudios un millón 50 mil niños y jóvenes que no continuaron estudios de niveles básico, medio y superior.
Los cinco estados con más altos porcentajes de abandono escolar a nivel nacional son: Morelos (15.6%), Michoacán (15.1%), Querétaro (15.1%), Coahuila (14.6%) y Colima (14.5%).
Las cifras para algunos pudieran no parecer de escándalo o gravedad y ciertamente el porcentaje sería normal, después de vivir un fenómeno inédito como la pandemia, pero al parecer las autoridades gubernamentales no observan o por lo menos no hablan, organizan y planifican el verdadero reto educativo del futuro.
La nueva empresa para sociedad y Gobierno en la educación mexicana, no sólo será recuperar y reintegrar a los estudiantes que dejaron la escuela durante la pandemia por la falta de recursos económicos y tecnológicos para continuar estudios a distancia.
El verdadero compromiso será recuperar a esos niños y jóvenes y lograr que en el menor tiempo posible el nivel de aprovechamiento académico mejore con estrategias mediatas, claras y sobre todo de alta responsabilidad, incluso legal, para todos los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Llama la atención que hasta ahora las autoridades no establecen un nuevo programa o estrategia que permita recuperar niveles; solo en el primer año de la pandemia, se informó sobre ir a clases en vacaciones para recuperar tiempo y fue una acción que no generó resultados, pues los confinamientos fueron periódicos y constantes.
Tampoco se evalúa y estudia el impacto que puede tener la educación a distancia, en forma virtual y a través del internet, sobre todo en niveles medio y superior para mejorar modelos educativos, eficientar recursos y generar ahorros para el sistema público, los estudiantes y los padres de familia.
La situación económica que enfrentarán millones de hogares mexicanos durante el 2022 bien podría aceptar la posibilidad de disminuir costos de transportación y mantenimiento de estudios con modelos ya probados en sistemas privados de educación nacional e internacional.
Ojalá al menos el magisterio se prepare para presentar una propuesta a futuro que verdaderamente abone para recuperar lo perdido y con base en diagnósticos psicológicos, académicos y de trabajo social, se logre que los que dejaron la escuela regresen a las aulas, y los que bajaron niveles académicos puedan recuperarlos poco a poco con nuevas formas que incluyan más a la tecnología.
Pero disculpe usted la insistencia del humilde escribiente, no hay un anuncio de programas o nuevos sistemas para aprovechar las bondades —que deben ser muchas— de modelos educativos a distancia, y tampoco un nuevo modelo más moderno que permita recuperar la deserción, el nivel académico y apoyar en la medida de lo posible la golpeada economía de los mexicanos y, así pues, la recuperación o no llegará o será solo parte de la dialéctica gubernamental.