Partidocracia rica, democracia pobre; diputados y senadores, reprobados

La iniciativa del presidente López Obrador para que las entidades políticas financien sus actividades ordinarias vuelve a causar revuelo entre las cúpulas opositoras. El proyecto también propone reducir el Congreso cuyo tamaño es mayor al de Estados Unidos

Entre cabritos y deslices, una candidata en apuros

El alvaradeño amigo de Colosio y de colmillo retorcido

La alternancia no solo no ha podido con la delincuencia, la corrupción y la impunidad, tampoco con la partidocracia. En los siete últimos años, incluido el actual, los institutos políticos han recibido 47 mil millones de pesos de la federación, además del financiamiento que reciben de los estados. En 2023, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió un proyecto ley al Congreso tendente a cancelar las prerrogativas, excepto en elecciones, y obligar a los partidos a sufragar sus actividades. La propuesta fue rechazada por los grupos parlamentarios opositores con el argumento de que atentaba contra la democracia. Los partidos ocupan el último lugar en la clasificación de las instituciones menos corruptas. La Marina, el Ejército y la Guardia Nacional son las mejor calificadas, de acuerdo con la encuesta 2023 de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).

La iniciativa para reducir el tamaño del Congreso tampoco fue aceptada. No por razones de representatividad, sino porque limitaba la influencia de los partidos y actuaba contra sus intereses. El poder legislativo de nuestro país está compuesto por 500 diputados y 128 senadores. En número supera al de Estados Unidos (435/100) cuya población es la tercera más grande del planeta y casi tres veces mayor que la de México. Frente al 73% de la muestra de MCCI que considera honesto al presidente, el 72% piensa que los senadores y los diputados son venales. En desprestigio los partidos compiten con las prisiones, los agentes de policía y tránsito y los ministerios públicos, dice la pesquisa.

El 5 de febrero pasado, el presidente López Obrador sometió al Congreso un nuevo paquete de reformas. Insiste en retirar los subsidios a los partidos y en eliminar las 200 diputaciones y 32 senadurías plurinominales. Las burocracias partidistas abusan de esa figura para asignarse los primeros sitios en las listas, en vez de abrirlas a la ciudadanía y de ofrecerlos a expertos en distintas áreas. El fuero sirve de escudo a políticos y exgobernadores acusados de endeudar a sus estados y de saquear las finanzas, como pasó en Coahuila. Sin embargo, la falta de mayoría calificada impide dotar al país de una legislatura menos pesada y de una partidocracia menos onerosa.

La reforma político-electoral del presidente Peña Nieto aumentó las prerrogativas como parte de una estrategia para atraerse el voto de los diputados y senadores del PAN y el PRD en el Congreso y aislar al naciente Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). «El financiamiento (…) merece un análisis inmediato por parte de actores políticos, legisladores, analistas, servidores electorales, académicos y todos los interesados, con el objetivo de racionalizar los recursos destinados a los partidos nacionales y con participación en las entidades federativas, así como a los partidos locales». Así lo advierten Jorge Manríquez y Rocío Hernández en el ensayo «Reforma electoral de 2014. Más dinero a los partidos políticos», publicado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Los autores apuntan que las deficiencias en el financiamiento y la fiscalización provocan que «el ejercicio de la democracia muchas veces se haya puesto en entredicho por el uso y destino de dinero ilícito para financiar las actividades de los partidos, sobre todo en los periodos electorales». El sistema de cuotas en la composición del Instituto Nacional Electoral y del TEPJF le permitía al PRI, al PAN y en menor medida al PRD influir en sus decisiones. La reforma impulsada por el presidente López Obrador propone que los consejeros y los magistrados electorales sean nombrados por voto popular y no por el Congreso.

De dientes afuera

Los partidos defienden la democracia, pero no la practican. La elección de Marko Cortés (PAN) y Alejandro Moreno (PRI), y la reelección de Mario Delgado (Morena), fueron impugnadas ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Moreno es una ficha. Ulises Ruiz, exgobernador de Oaxaca, lo acusa de lavado de dinero; Layda Sansores, sucesora suya en el Gobierno de Campeche, de enriquecimiento ilícito; y el Sistema de Administración Tributaria (SAT), de simular de operaciones por medio de empresas fantasma. Su imposición burda en la jefatura del PRI provocó la mayor oleada de renuncias después de la encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en 1988. Gobernadores, secretarios de Estado y legisladores se han sumado a Morena y a otras fuerzas aliadas del presidente Andrés Manuel López Obrador. Otros se mantienen al margen o participan en organizaciones civiles.

El exgobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, dio ese paso apenas en febrero. Convocó una rueda de prensa en su domicilio para anunciar la decisión de separarse del partido en el que empezó a militar en 1984. Declaró sentirse ajeno «al PRI de hoy». Su dictamen sobre el otrora partido invencible es irrebatible: «se ha convertido en un grupo sectario, sin ideología, sin debate ni mucho menos reflexión». Acusó al líder del PRI, Alejandro Moreno, de adueñarse «de las facultades de las bases municipales y estatales para hacer solo lo que le conviene a él y no al priismo nacional». Las candidaturas a diputados y senadores repartidas por Moreno son los últimos despojos del PRI, sentenció el exalcalde de Chilpancingo (2009-2012).

El PRI gobernaba 12 entidades, más de un tercio del total, cuando Moreno se apoderó de la presidencia en 2019. Hoy solo cuenta con dos: Coahuila y Durango. Sin Cárdenas, Muñoz Ledo, López Obrador y otras figuras, el PRD devino en fantasma. En 2018 era el tercer partido con mayor presencia en los estados (Ciudad de México, Chiapas, Tabasco, Baja California Sur, Michoacán y Morelos, entre otros). Hoy todos están en poder de Morena. La bandera del PAN, que a lo largo de su historia ha sido plantada en 21 estados, hoy solo ondea en cinco. Nuevo León tiene el primer gobernador de Movimiento Ciudadano (MC), lo mismo que Jalisco, después de haber probado con el PRI, el PAN y con un gobernador independiente.

El PRD, PVEM, PT y MC son controlados por clanes. El primer caso, por los Chuchos. El presidente del partido del sol azteca, Jesús Zambrano, ocupa el cargo por segunda ocasión. Víctor Hugo Lugo, coordinador del grupo parlamentario del PRD en el Congreso de Ciudad de México, abandonó la nave a finales del año pasado. «Nuestro partido ha perdido el objetivo por el que nos ha convocado (…)», acusó (LaPolítica.OnLine, 14.11.23). Luis Espinosa Cházaro, coordinador del Partido de la Revolución Democrática en la Cámara de Diputados, renunció el 31 de enero. «Hoy se toman decisiones que no comparto y tengo todo el derecho de separarme para no estar ahí cuando entierren al PRD» (El País, 31-01.24»

El PT ha tenido un solo presidente desde su fundación, en 1990: Alberto Anaya, cuyo mejor negocio ha sido aliarse con Morena. La familia González Martínez es la dueña de Partido Verde, y en MC quien lleva la voz cantante es Dante Delgado. Morena, como partido, ha tenido tres presidentes: Andrés Manuel López Obrador, Yeidckol Polevnsky, Alfonso Ramírez (provisional) y Mario Delgado. Sin embargo, donde hay patrón, no manda marinero. AMLO es para el partido guinda su principal caudal de votos. Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto juegan el papel contrario para el PAN y el PRI: en vez de sumas, representan restas.

El elefante reumático

La primera vez que Morena participó en unas elecciones fue en 2015 para renovar la Cámara de Diputados. El PRI obtuvo entonces 203 escaños; el PAN, 109; el PRD, 55; el Verde, 47 por su alianza con el PRI; el partido de AMLO, 35, y las demás siglas se repartieron los 51 restantes. Tres años después, el escenario dio un giro copernicano. La partidocracia anquilosada sucumbió ante la fuerza política y social liderada por el exjefe de Gobierno de Ciudad de México, oriundo de Macuspana, Tabasco. La votación del PRI se desplomó en más del 50%, la del PAN diminuyó marginalmente y la de Morena se disparó 90%. El fenómeno lo explican varios factores: 1) el hartazgo hacia los partidos tradicionales, 2) la corrupción galopante en los sectores público y privado y 3) la crisis de liderazgos. AMLO fue el catalizador del cambio que el PAN no cumplió y el PRI jamás prometió.

El triunfo de Morena no fue fortuito, sino consecuencia de un largo proceso y de luchas de la izquierda reprimidas. Su ascenso a la presidencia constituye un revulsivo, pues ha modificado el teatro nacional controlado en los 30 últimos años por el PRI, el PAN, los poderes fácticos y una oligarquía insaciable. Fuerzas poderosas de dentro y de fuera tratan de incidir en las elecciones presidenciales del 2 de junio próximo para recuperar privilegios. Xóchitl Gálvez, candidata del frente PAN-PRI-PRD, es funcional para el propósito de revertir las reformas económicas y sociales de la 4T. Sin embargo, Morena, como corriente política, está en vías de trascender a su caudillo. Así pasó en Argentina con el peronismo o en Colombia con el uribismo.

Los poderes fácticos presentan a López Obrador como «dictador» por no plegarse a sus intereses. Con Peña Nieto aprovecharon todavía la debilidad y falta de legitimidad de sus predecesores para imponer su agenda y sacar provecho. La 4T ha enfrentado, además de sus errores, resistencias enormes. En sus primeros meses en la presidencia, AMLO admitió lo difícil de poner al Gobierno en funcionamiento: «(…) estaba echado como un elefante reumático y mañoso (…) hay que pararlo y empujarlo para que le sirva al pueblo» (El Universal, 25.06.19)

Gobernar no tiene mucha ciencia, dijo al mismo tiempo. «Eso de que la política es el arte y la ciencia de gobernar no es tan apegado a la realidad. La política tiene más que ver con el sentido común, que es el menos común de los sentidos. La política —aseveró— tiene más que ver con el juicio práctico. La política es transformar, hacer historia. Es un oficio noble que permite a la autoridad servir a sus semejantes, servir al próximo. Esa es la verdadera política». Cuando Carlos Salinas de Gortari ganó fraudulentamente la presidencia ofreció «hacer política». Lo que hizo fue implantar el neoliberalismo que AMLO pretende desmontar con el rechazo de la minoría favorecida por esa teoría.

Raquel Buenrostro, secretaria de Economía y exjefa del Sistema de Administración Tributaria (SAT), narra en una entrevista cómo uno de los sectores beneficiarios —el de la industria farmacéutica— manipuló el mercado y boicoteó cuanto esfuerzo realizó el Gobierno federal para romper el monopolio y crear un nuevo sistema de reparto. La presión llegó al extremo de destruir medicamentos, provocar la muerte de menores e inducir protestas por la supuesta escasez. Los dueños de los laboratorios impusieron reglas para impedir que el Gobierno importara fármacos, pero cuando se les informó del inminente arribo a México de un cargamento procedente de Francia, montaron en cólera y abandonaron la sala, refiere Buenrostro. En 2018, cuatro distribuidoras facturaron al Gobierno 100 mil millones de pesos. (E4)

Financiamiento para 2024 aprobado por el INE: 10,444 mdp

Morena 30%3,159 mdp
PAN       18%1,905 mdp
PRI 18%1,867 mdp
MC10%1,017 mdp
PVEM9%867 mdp
PRD7%751mdp
PT7%719 mdp

Entre cabritos y deslices, una candidata en apuros

Las siglas del PRI le pesan cada vez más a Xóchitl Gálvez. El «elogio» a Alito Moreno, antes de su gira por EE. UU., la deja malparada

La candidata presidencial del PAN-PRI-PRD, Xóchitl Gálvez, realiza un esfuerzo encomiable por conectar con la mayoría de los votantes, pero no avanza al ritmo esperado por ella ni por muchos que ya no desean saber nada de la 4T. En su gira por Estados Unidos, calificada de «absolutamente exitosa» por los senadores panistas, la política hidalguense pagó el noviciado. Pero antes de partir a Nueva York, en México dejó un mal sabor de boca. Ponderar como virtud cardinal lo «cabrón» del líder del PRI, Alejandro Moreno, la puso de nuevo en entredicho. Meses antes declaró que Alito encabezaba la lista de los «malos priistas» con quienes jamás trabajaría.

Advertida del traspié en una nota —o de su sinceridad políticamente incorrecta—, Gálvez, demudada, reparó: «Tengo un enorme respeto por el presidente del PRI. Estoy contenta de ir con el PRI, con Alejandro Moreno». El periodista Juan Becerra Acosta clavó una banderilla en su cuenta de X (antes Twitter): «Alguien explíquele que Alito y Alejandro Moreno son la misma persona». La misma que hundió al PRI en la peor crisis de su historia y provocó la mayor fuga de militantes y cuadros hasta vaciarlo casi por completo.

Gálvez no ha tenido más remedio que tragarse el sapo. «Necesito la experiencia y la fuerza de Alito, ¡porque vaya que es un cabrón!», dijo el 30 de enero pasado en una reunión con priistas para corresponder el apoyo a su candidatura. El Diccionario de la Lengua Española define «cabrón» como adjetivo malsonante y coloquial. «Dicho de una persona, de un animal o de una cosa: Que hace malas pasadas o resulta molesto». En función de sustantivo, sirve para ponderar. Sus equivalentes son: canalla, malo, malintencionado, malévolo, pérfido, cabrito. En su sexta acepción significa: «Macho de la cabra». En esas andamos.

Antes de encomiar la cualidades cabrías de Moreno, basadas en una fuerza y experiencia inexistentes si nos atenemos a sus resultados, la aspirante presidencial opositora asestó un golpe a los militantes del PRI que renunciaron por vergüenza. «Los malos priistas ya se fueron. Se quedaron los que creen en México, y yo les quiero decir: los necesito, los necesito, los necesito en la calle». La toma de la presidencia del partido por Alito produjo el efecto dominó: integrantes de gabinetes priistas, gobernadores, diputados y senadores del mismo signo quemaron las naves. ¿No son, al contrario, los peores priistas los que se quedaron? Los hay acusados de enriquecimiento ilícito, malversación de fondos e incluso de crímenes de lesa humanidad. Xóchitl Gálvez se echó en esos brazos.

Una perla de la candidata: «De algo se debe sentir el PRI orgulloso, es que siempre busca hacer lo correcto (…) les reconozco que tengan gente tan bien formada». «Es tiempo de recuperar esas causas de ese PRI revolucionario (…) de ese PRI que luchaba por las causas de los campesinos, de los indígenas, de las mujeres, de esas causas que caracterizan al PRI». Entonces qué quedamos. Si el PRI actúa siempre bien, ¿por qué la ciudadanía y su propia militancia le voltearon la espalda? «Fueron demasiados personajes a quienes el partido llevó a cargos de representación política que han saqueado y endeudado a sus estados. Personajes corruptos y cínicos que abusaron del cargo y privilegiaron resolver (…) su situación económica y política personal sobre la obligación de atender los problemas de las comunidades a las que juraron servir al asumir sus respectivos cargos», acusa Rogelio Montemayor, exgobernador de Coahuila, en su carta de renuncia al PRI para protestar por la imposición de Moreno. E4


El alvaradeño amigo de Colosio y de colmillo retorcido

Liderazgos y cuadros del PAN, el PRI y el PRD emigran a Movimiento Ciudadano. La meta del partido naranja es ganar la presidencia… en 2030

Dante Delgado es uno de los políticos más foguedos de México y sobreviviente del régimen que —asegura— lo encarceló por discrepar del presidente Ernesto Zedillo acerca del uso de la fuerza en Chiapas, donde fungía de coordinador de la Comisión para el Bienestar Social y Desarrollo Económico Sustentable. Acusado formalmente de peculado y enriquecimiento ilícito, en 1988 fue absuelto tras pasar 15 meses en el penal de Pacho Viejo. Originario de Alvarado, Veracruz, tuvo de mentor al mítico Fernando Gutiérrez Barrios, quien, al renunciar a la gubernatura del estado para ocupar la Secretaría de Gobernación, invitado por Carlos Salinas de Gortari, lo dejó en su lugar.

Delgado renunció al PRI en 1996 para emprender un proyecto político basado en los «valores esenciales de identidad nacional, lucha por la soberanía y compromiso con los grupos sociales que requieren respaldo y apoyo para impulsar el desarrollo del país» (La Jornada, 28.11.96). Tres años después, el partido Convergencia obtuvo registro oficial y en 2011 se convirtió en Movimiento Ciudadano (MC), siempre bajo la tutela de Delgado. En las elecciones presidenciales de 2000 y 2006 se coligó con el PRD y los partidos que postularon a Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador. En 2012 se mantuvo firme con AMLO y en 2018 apoyó, junto con el PRD, al panista Ricardo Anaya. Este año participará por primera vez en solitario con Jorge Álvarez Máynez.

Los intentos del frente PRI-PAN-PRD por atraer a MC y apuntalar a su candidata Xóchitl Gálvez fracasaron. El partido naranja respondió las presiones mediáticas y de los grupos de poder con una frase lapidaria: «Con el PRI ni a la esquina». MC gobierna Jalisco y Nuevo León. En Campeche estuvo a menos de dos puntos porcentuales de derrotar a Layda Sansores, de Morena. MC tiene 29 diputados federales y en el Senado le pisa los talones al PRI con apenas dos asientos menos (12/14). Figuras del PRI, PRD, PAN y de la sociedad civil militan ahora en MC. Son los casos de las exgobernadoras Ivonne Ortega (Yucatán), Amalia García (Zacatecas), Patricia Mercado (excandidata presidencial), Salomón Chertorivski (secretario de Salud con Felipe Calderón), Alejandra Barrales, quien en 2018 compitió con Claudia Sheinbaum por la jefatura de Ciudad de México, y Gustavo de Hoyos, expresidente de la Coparmex.

Sin embargo, hay dos que llaman la atención por lo representativo de sus apellidos: Luis Donaldo Colosio (alcalde de Monterrey con licencia) y Claudia Ruiz Massieu, expresidenta del PRI. Los padres de ambos murieron asesinados en el fatídico 1994, con diferencia de meses. Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo, al cerrar un mitin de su campaña presidencial en Tijuana. Y José Francisco Ruiz Massieu, exgobernador de Guerrero, en pleno centro de Ciudad de México. Los crímenes apuntaron hacia Los Pinos.

Dante Delgado fue compañero de Colosio en la LIII legislatura y de Claudia Ruiz Massieu en la LXI. Ambos son ahora senadores. La sobrina del expresidente Carlos Salinas de Gortari renunció al PRI en julio pasado junto con un nutrido grupo de legisladores y exgobernadores. «El PRI perdió la ruta con una dirigencia soberbia. Alejando Moreno en poco tiempo (…) destruyó todo, como nunca en la historia», declaró Miguel Osorio en nombre de los dimitentes. El PRI —acusó— está «secuestrado por una dirigencia que no da resultados y que impone únicamente a sus incondicionales».

Colosio hijo tiene una de las senadurías por Nuevo León como en la bolsa; y Ruiz Massieu, una diputación federal. Ante los embates de la partidocracia caduca, Dante no pierde la sonrisa. Su apuesta es por el futuro. Distanciado del frente opositor y de Andrés Manuel López Obrador, Delgado no piensa en la sucesión de este año, sino en la de 2030. No está errado. Con un PRI y un PAN derrotados y un PRD inexistente, MC podría ser el cuarto partido en ocupar la presidencia. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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