Soy distinto al hombre de Ur.
El jamás reparó si el puñal
cargaba fe o locura.
El panteón griego escandalizado
del dios palestino que miraba
inmóvil la muerte del hijo.
Pobres dioses perseguidos
por Cronos,
hambriento rumiador de descendientes.
Ahora yo lo veo dormir,
con temor de las cruces,
con miedo a la piedra de oblación,
expectante a no devorarlo.