Poder y absolutismo: riesgo político…

Los riesgos del poder político desmedido son muchos y sus consecuencias muy variadas, pero observar como un solo hombre pretende establecer una política absolutista, para mantenerse en el poder con una ideología y forma de gobernar sin resultados de avance económico y social, puede significar el principio de una estrepitosa caída política o el comienzo de un régimen autoritario y antidemocrático.

Por si fuera poco, después de la cuestionada defensa y terca postura de mantener una candidatura cuestionada por al menos cinco denuncias de abuso sexual, el titular del poder ejecutivo federal, tal vez desesperado por los pronósticos electorales, promovió la ampliación de mandato del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), bajo el argumento de que es el único individuo en este país que puede frenar la corrupción en el poder judicial.

Sin pruebas fehacientes o denuncias legales, la acusación de corrupción contra magistrados e integrantes de la Suprema Corte, se defiende una decisión avalada por los integrantes de mayoría morenista en las dos cámaras legislativas del país, incluso sin una defensa que no sean los propios dichos presidenciales.

Con una actitud extraña que raya incluso en el miedo, la posición del presidente de la SCJN, demoró al menos una semana para establecer una postura, por cierto, muy barata e infantil y solo se concretó a declarar que él espera la decisión del legislativo y de sus propios compañeros magistrados.

Pareciera que Arturo Zaldívar, podría incluso estar obligado por el presidencialismo para negarse a continuar en el cargo y que su permanencia obedece a otros oscuros intereses relacionados con la política y no con el saneamiento de la máxima jurisprudencia de nuestro país.

En política y gobernanza hacer cosas buenas que terminan por parecer malas, genera interpretaciones y suspicacias que se relacionan en este caso de la SCJN y su presidencia, con un movimiento que incluso proyecta desconfianza en lograr nuevamente la mayoría en el Congreso de la Unión para defender desde otra trinchera reformas constitucionales altamente cuestionadas dentro y fuera de México.

Lo que el presidente ya no puede defender en la tribuna ahora intenta sostenerlo y mantenerlo con absolutismo en la Corte, sin observar por ahora, que incluso sus decisiones y posturas sean positivas, olvide usted para el país y los ciudadanos, sino para su propio proyecto político y de gobernanza.

La realidad y el impacto de los cuestionados movimientos del absolutismo presidencial se observarán el mismo 6 de junio después de las 6 de la tarde y los resultados electorales sin duda establecerán nuevas posiciones del grupo de poder federal en México.

Los riesgos para la gobernanza democrática que respete los derechos de todos, son muy altos aun para todos, pero aún más para los propios protagonistas de la lucha en el poder, que se insiste en la colaboración, pudiera significar una caída estrepitosa con una reacción de verdadera ira y violencia política que se olvide de las formas y sobre todo de las reglas y leyes que deben aplicar para todos.

Es muy complicado siquiera imaginar que nuestro vecino del norte no va a reaccionar ante los movimientos que presagian un régimen que no se comparte con el del tío Sam y que colocaría en riesgo no sólo la buena vecindad política y geográfica, sino la estabilidad política, social, económica y de seguridad entre ambos países.

Hay que esperar y observar, pero el futuro se vislumbra complicado pues no hay visos de que las cosas mejoren y por el contrario si muchas señales de que incluso empeoren el ya de por si enrarecido ambiente político y social de los mexicanos.

Autor invitado.

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