Porfirismo fidelista y perpetuidad en partidos políticos

Porfirio Díaz Mori luchó con el Plan de la Noria en 1871 contra las continuas reelecciones de Benito Juárez, utilizando como corolario la frase: «Que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el ejercicio del poder y esta será la última revolución».

Después de la muerte del Benemérito, pudo entronizarse en la presidencia; modificó la Constitución para impedir la reelección. Luego, su sucesor, Manuel González volvió a enmendarla al permitirla transcurrido un período. Ya en su segundo mandato, Díaz nuevamente la reformó, quitándole ese molesto artículo y más tarde la acondicionó para pasar de cuatrienio a sexenio.

Fidel Velázquez Sánchez fue un líder sindical miembro del Círculo Negro, organización secreta que dominó autoritariamente a México desde 1929 hasta 2018, teniendo como principal instrumento político al PRI y sus partidos satélites, que incluso presumían de oposición a él. Don Fidel fue imagen y figura del sistema político mexicano incluso varios años después de su muerte (1997).

Fue famoso por sus frases: «El que se mueve no sale en la foto»; «A balazos llegamos y los votos no nos sacarán» y la más cínica de todas, expresada en 1971, «Los halcones no existen porque yo no los veo».

Estableció un sistema de sumisa lealtad llamada «disciplina» hacia el presidente de la República, los líderes sindicales y del partido, que al final de cuentas todos eran lo mismo. Además de fundar varias organizaciones sindicales a las que luego reformaba a su antojo lo mismo de nombre, estatutos o de oficios, su postura era determinante en la elección del presidente. Logró el dominio de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), tras desplazar ideológicamente a su fundador Vicente Lombardo Toledano en una jugada legal de cambio en reglamentos hacia la derecha mexicana.

Acoso para perpetuidades partidistas

Marko Cortés, presidente del PAN desde 2018, fue reelecto en octubre de 2021 tras fuertes acusaciones, de sus propios correligionarios, de falsificar firmas de miles de panistas y que la Comisión Organizadora de dicha elección le concediera el poder al declararlo único aspirante que alcanzó las firmas para la candidatura por la dirigencia.

La polémica surgió entre los mismos panistas al reportar irregularidades en cuanto a la obtención de las firmas. Dos contendientes al cargo acusaron manipulación del padrón de militantes a favor de Cortés Mendoza; presentando un video en el que aseguran: «se detectaron acarreos y compras en la recolección de firmas, así como uso faccioso de todos los recursos económicos y humanos con que cuenta el PAN».

Acusaron amenazas en contra de funcionarios respecto a quitarles sus empleos de no apoyar la dirigencia de Marko Cortés. Alegaron: «No es democracia tampoco contar con un árbitro electoral interno que, en lugar de garantizar un proceso equitativo, un piso parejo, para quienes aspiramos a dirigir el partido, ha preferido quedarse en la comodidad de la inercia que ha invadido al partido; esta comisión electoral se ha prestado a la simulación permitiendo todo tipo de atropellos y delitos electorales. Su silencio cómplice, es también el resultado del partido que hoy tenemos…».

El PAN hipotéticamente nació para cambiar el sistema perverso, pero se sumó y finalmente demostró ser siamés de su «supuesto antiguo adversario».

Un consejo proxeneta autorizó reformas estatutarias del PRI que impiden elecciones de dirigencia nacional mutando tres meses por 90 «días hábiles» antes de un proceso electoral. Este maquillaje autoriza a Alejandro Moreno «Alito», actual presidente nacional, a conservar el mandato hasta noviembre de 2023; argucia que le permitirá decidir candidaturas priistas del 2023 y 2024, y lógico, negociar «arreglos» con el PAN, incluso para él mismo; el panista Santiago Creel declara positiva dicha transacción porque «ya el PRI es demócrata».

Priistas destacados se han opuesto a esta continuidad y están demandando al reelecto tanto en los órganos internos del partido como en tribunal nacional. Se asustan hasta con su sombra.

La democracia mexicana es tan pulcra que permite partidos como MC, PVEM y PT, que transitan sin hostigamientos individualizados; al ser propiedad absoluta de familias, esos conflictos están resueltos. Morena se revuelca por intereses de candidatos que sueñan con una candidatura segura. Otras peculiaridades son reelecciones dinásticas de familias que se apropian de entidades completas, inclusive buscando una cuarta sucesión.

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