Tambores de guerra en Morena; consejo le pasa factura a Guadiana

La división puede frustrar de nuevo la alternancia en el estado donde el PRI gobierna desde hace 93 años. El coordinador de los Comités de Defensa ganó las encuestas, pero no tiene el apoyo del órgano colegiado. La mayoría demanda un nuevo proceso para nombrar candidato al Gobierno del estado

Entre el desarraigo y el dedazo demoscópico, el conflicto

Riquelme mantiene la sucesión bajo control todavía

El subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, será la piedra en el zapato de Armando Guadiana y Manolo Jiménez, virtuales candidatos de Morena y del PRI a la gubernatura, respectivamente, e incluso podría subvertir el proceso electoral, de por sí complejo. Tras su eliminación de la carrera sucesoria, Mejía recibió del presidente Andrés Manuel López Obrador nuevas encomiendas: «mantener la paz y la tranquilidad», buscar soluciones «al problema de Altos Hornos de México» y cuidar el desarrollo del Programa Agua Saludable para La Laguna, las cuales le permitirán aumentar su presencia en el estado y en detrimento de Guadiana y del gobernador Miguel Riquelme. El movimiento evoca al de Carlos Salinas de Gortari en 1994 cuando nombró a Manuel Camacho comisionado para la paz en Chiapas y eclipsó a Luis Donaldo Colosio.

Mejía perdió las encuestas de Morena para coordinar los Comités de Defensa de la 4T, pero no ha dado su brazo a torcer. En su gira de mediados de diciembre, creó el Movimiento Coahuilense por la Cuarta Transformación. Si el desarraigo le costó la candidatura, la idea de agrupar a liderazgos y sectores afines a su proyecto e inconformes con la situación política actual consiste en mantener una actividad permanente en el estado.

«Estamos diciéndole a Mario Delgado que Coahuila no se toca, que Coahuila no es una moneda de cambio, que Coahuila no se negocia».

Layla Yamille Mtanous, presidenta del consejo estatal de Morena

El funcionario sigue la pauta de López Obrador, quien, después de perder la presidencia en 2006 y 2012, en elecciones supuestamente fraudulentas, recorrió el país, recogió demandas sociales y fundó el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que lo llevó al poder. Frente a la atonía y degradación de los partidos tradicionales (PRI-PAN-PRD) y sus alianzas con la oligarquía, AMLO se convirtió en el líder de la oposición. Mejía ha tomado el mismo camino con el aparente visto bueno del presidente, quien con una mano palmea a Guadiana y con la otra alienta a su colaborador.

El subsecretario busca catalizar el malestar social y el deseo de cambio, presentes en distintos sectores de Coahuila desde hace varios sexenios. Ese impulso se manifestó en las elecciones de 2017 cuando el PRI retuvo la gubernatura por una diferencia de apenas 40 mil votos. El PAN, Morena y el candidato independiente denunciaron fraude y legiones de coahuilenses colmaron las calles para demandar la anulación de los comicios. Sin embargo, después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratificó el triunfo del PRI, Guillermo Anaya, Armando Guadiana y Javier Guerrero se olvidaron del asunto. La fuerza social quedó a la deriva y, decepcionada, terminó por diluirse.

Ricardo Mejía, por lo visto, no quiere cometer el mismo error, sino capitalizar el ánimo generado en los últimos nueve meses cuando regresó a Coahuila —tras 17 años de ausencia— con el deseo de ser gobernador. Luego de que Mario Delgado, líder de Morena, anunciara el 12 de diciembre la candidatura de Guadiana, bajo la figura de coordinador de los Comités de Defensa de la 4T, Mejía anunció movilizaciones en Coahuila, pero el presidente lo disuadió y lo comprometió a aceptar el resultado de las encuestas.

Como quiera, Mejía regresó a Coahuila para reunirse con sus simpatizantes. En Múzquiz, municipio gobernado por Morena, anunció la creación del Movimiento Coahuilense por la Cuarta Transformación. «Caben todos los sectores… (y) es todavía más grande porque refleja los sentimientos y agravios de los coahuilenses que queremos un cambio». Entre porras y peticiones para registrar su candidatura, el lagunero arengó: «Ustedes me impulsaron como dirigente, pero es un movimiento colectivo en torno a dos propósitos principales: impulsar la Cuarta Transformación del presidente López Obrador en Coahuila y terminar con el nefasto, ruin y corrupto moreirato. Defensa de la 4T y fin del moreirato corrupto, esas son nuestras banderas». La ruta está trazada: Mejía, como AMLO, buscará el poder tras la derrota. En su caso, no en las urnas, sino en las encuestas.

Sucesiones escabrosas

Armando Guadiana ha acusado los efectos del nombramiento de Ricardo Mejía como representante presidencial en el estado. Las diferencias entre el senador y el subsecretario de Seguridad Pública parecen insalvables. El PRI, sin los votos del PAN, no ganaría; y Guadiana, sin los de Mejía, estaría aún más lejos de obtener un resultado favorable en los comicios del 4 de junio, en los cuales también se renovará el Congreso local. Antes de que Morena designara coordinador de los Comités de Defensa de la 4T, la coalición PRI-PAN-PRD aventajaba apenas por tres puntos porcentuales al partido guinda. Una semana después, la intención de voto por Manolo Jiménez, virtual candidato de la alianza, era de 34.7% contra 26% de Guadiana y 2.7% de Alfonso Danao, de Movimiento Ciudadano (Massive Caller, 20.12.22).

Al día siguiente apareció una declaración de Guadiana donde pide al representante de AMLO «arreglar ya las cosas como debe ser porque con el divisionismo los únicos beneficiados son los de enfrente» (Zócalo Saltillo, 21.12.22). El coordinador de los Comités de Defensa se reunió el 23 de diciembre con cuadros de Morena y llamó a Mejía a sumase a su proyecto. La respuesta no ha llegado. El jefe de campaña de Guadiana será el expanista Fernando Salazar, quien desempeñó la misma función con Guillermo Anaya, candidato de Acción Nacional en las elecciones de 2017. El PAN obtuvo el 36.4% de la votación coaligado con Unidad Democrática de Coahuila, Encuentro Social y Primero Coahuila.

Guadiana necesita la alianza con Ricardo Mejía, su principal contrincante por la candidatura al Gobierno del estado. Mientras más tarden en aparecer juntos y dar señales de avenencia —como Jericó Abramo y Manolo Jiménez para conjurar el riesgo de ruptura en el PRI— más se polarizarán los grupos en Morena. El valor de un gesto o de una fotografía es simbólico, pero crean percepciones. En la sucesión presidencial de 1994, el descontento de Manuel debilitó a Luis Donaldo Colosio. La crisis se ahondó cuando el presidente Carlos Salinas nombró a Camacho comisionado para la paz en Chiapas. (En una tesitura similar, López Obrador designó a Mejía como su representante en Coahuila.)

Cuando por fin Camacho declinó a su aspiración, ya era tarde. El contexto es distinto con respecto a la sucesión estatal, pero da una idea de cómo la rebeldía de un actor incide en el ánimo social. Si antes de la decisión de Morena por Guadiana, la embestida política y mediática contra Mejía era por «no respetar las reglas», hoy lo es por inconformarse con el nombramiento del senador. La emergencia del subsecretario de Seguridad en el escenario político de Coahuila no puede ignorarse. Máxime porque su discurso ha puesto en aprietos al aparato estatal.

Un acuerdo entre Guadiana y Mejía implicaría, necesariamente, incorporar a la agenda política algunas propuestas del Movimiento Coahuilense por la Cuarta Transformación y a los liderazgos contrarios a la imposición de Guadiana. Solo así el pacto podría traducirse en votos. En Morena coexisten dos bandos: el de mayor influencia, formado por la base y el consejo estatal, pugna por la candidatura del subsecretario de Seguridad; y el cupular respalda a Guadiana. El empresario minero no genera expectativa ni convence a la mayoría, pues se le percibe débil y más cercano al PRI y al Gobierno que a la 4T y al presidente López Obrador. Guadiana tiene la candidatura como en la bolsa, pero no la simpatía del electorado, sobre todo de los jóvenes.

Sin frente único, derrota

Ricardo Mejía no es ni con mucho un político superdotado y eficiente como lo demuestra su trayectoria parlamentaria y en el servicio público. Si se le mide por sus resultados al frente de la Subsecretaría de Seguridad Pública, está reprobado. El fracaso de la estrategia contra la delincuencia se le atribuye al presidente Andrés Manuel López Obrador, pero los gobernadores también son responsables, pues la mayoría de los delitos y homicidios dolosos se comete en los estados. Las policías locales son insuficientes, adolecen de vicios y su preparación es inadecuada. Lo mismo pasa con las fiscalías y los tribunales, sometidos a la voluntad del mandatario de turno cuando en teoría son independientes.

El mejor perfil de Morena para las elecciones de gobernador —reconocido así por tirios y troyanos, empresarios y analistas— era Javier Guerrero. Ha sido cuatro veces diputado federal, colaboró con tres presidentes de la república —ahora mismo es director de Operación y Evaluación del IMSS— y dirigió la Secretaría de Finanzas que entregó deuda cero y pasivos con proveedores por 340 millones de pesos. Sin embargo, no son tiempos de políticos reflexivos y mesurados, sino de estridentes, mediáticos e improvisados. Y en contradicción con la 4T, de actores como Armando Guadiana cuyo mayor mérito es ser millonario.

Mejía pasó casi 18 años fuera de su tierra, pero entendió mejor la situación política y social del estado que quienes han permanecido aquí toda su vida, adormecidos y sin un compromiso real de cambio. En primer lugar las oposiciones; y en segundo, las elites beneficiarias del stau quo. En pocos meses, el lagunero generó una corriente capaz de arrebatarle a los Moreira el control de las secciones 35 y 38 del SNTE y de evitar el continuismo en la Unión Regional Ganadera de Coahuila.

También puso sobre la mesa los desmanes del moreirato, evidenció el entreguismo de las oposiciones, dio cauce a un movimiento que trascenderá las elecciones e incluso podría inclinarlas hacia la alternancia si antepone el interés del estado y el proyecto de la 4T a sus aspiraciones personales. A diferencia de liderazgos como el de Andrés Manuel López Obrador, Mejía logró avanzar desde una posición privilegiada: subsecretario de Seguridad Pública y encargado de la sección Cero Impunidad en las conferencias matutinas.

La circunstancia le permitía esperar el dedazo de Palacio Nacional y la intervención de AMLO para evitar que Armando Guadiana, Luis Fernando Salazar y Reyes Flores se registraran, pero aceptó entrar en el juego de las encuestas y, a pesar del impulso presidencial, perdió. Quizá consciente de que su desarraigo de casi dos décadas representaba su mayor desventaja, dedicó nueve meses a ganar territorio y base social y a recoger banderas sociales y políticas ignoradas por liderazgos de barro y oposiciones de membrete.

Morena puede cometer el mismo error que las oposiciones hace seis años, las cuales, de haberse unido, habrían vencido al PRI y al moreirato. Empero, Guillermo Anaya, Armando Guadiana y Javier Guerrero decidieron ir cada uno por su lado. Reaccionaron cuando el aparato había impuesto a su delfín y el Instituto Electoral de Coahuila —apéndice del Gobierno— acató los resultados de una de las elecciones más desaseadas de la historia. La opción de Morena para ganar la gubernatura es que Guadiana y Mejía formen un frente único. De lo contrario, la historia de 2017 se repetirá y habrán tirado por la borda la oportunidad de la alternancia. E4


Entre el desarraigo y el dedazo demoscópico, el conflicto

La presidenta del consejo político de Morena en el estado, Yamille Mtanous, acusa a Mario Delgado —líder nacional— de violar el estatuto

Si el desarraigo de Ricardo Mejía le hizo perder las encuestas para coordinar los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación y la candidatura al Gobierno del estado, Armando Guadiana puede pagar caro haberse atenido al dedazo del líder de Morena, Mario Delgado, así como su desapego de la base y de los cuadros de la 4T. El cierre de filas del consejo estatal del partido del presidente Andrés Manuel López Obrador con el subsecretario de Seguridad Pública representa un golpe al triunfalismo y al ego del senador con licencia. La autoridad máxima de Morena en Coahuila ha pedido reponer el proceso para postular a Guadiana.

El mensaje de Layla Yamille Mtanous, presidenta del consejo estatal de Morena, a Delgado es simple, pero rotundo: Coahuila no se toca, no es moneda de cambio y tampoco se negocia. El órgano colegiado se reunió el 27 de diciembre en Saltillo y contó con la asistencia de la mayoría de sus integrantes (37 de 72). La demanda de Mtanous tiene sustento, pues en la asamblea del 10 de noviembre, convocada para elegir al coordinador de Defensa de la Cuarta Transformación, 42 consejeros votaron por Mejía y cuatro por Guadiana.

No obstante, Delgado anunció el 12 de diciembre que Guadiana sería el candidato a la gubernatura. La decisión, basada en tres encuestas, está en tela de juicio, pues la dirigencia nacional de Morena omitió instalar la Comisión Estatal de Elecciones. La falta a los estatutos podría invalidar el nombramiento de Guadiana. Josué Hernández, asesor jurídico de Morena, declaró que los candidatos al Gobierno y al Congreso local surgirán de un nuevo proceso. La convocatoria respectiva se publicará en los próximos días.

«Conozco bien la trampa de las encuestas de Morena. Manejan los universos de cada pregunta para que salga como quieren»

Gibrán Ramírez, excandidato a la presidencia de Morena

«Esto no se acaba hasta que se acaba», sentenció Mejía en una reunión con simpatizantes en Múzquiz. Uno de los aliados del subsecretario de Seguridad Pública en Morena es Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional. El órgano tiene, entre otras funciones, evaluar la evolución del partido, discutir sus reglamentos y presentar la plataforma electoral en cada uno de sus procesos electorales. La relación de Mejía con Durazo data de cuando Luis Donaldo Colosio era líder del PRI. Antes de ser gobernador, el sonorense fue jefe del lagunero en la Secretaría de Seguridad Pública.

Mario Delgado obtuvo la presidencia de Morena en 2020 por encuestas. Porfirio Muñoz Ledo lo superaba por dos a uno, pero un vuelco inesperado en las tendencias cambió el resultado. El exlíder de la Cámara de Diputados denunció que una facción pretende apropiarse de Morena para controlar la sucesión presidencial del año próximo, y la acusó de desviar recursos públicos en favor de Delgado. «Es un bloque de poder. Había una oficina (…) de donde se supo por documentos que ahí se daba dinero. Los hechos son, según las denuncias de los diputados, que se gastaron 453 millones de pesos (…) de la Cámara de Diputados» (Proceso, 15.11.20).

Gibrán Ramírez, otro de los aspirantes a la presidencia del partido guinda, declaró sobre el caso de Coahuila que la intención era imponer al tercer lugar (Ricardo Mejía): «Conozco bien la trampa de las encuestas de Morena. Manejan los universos de cada pregunta para que salga como quieren». Las denuncias contra Armando Guadiana por supuestas operaciones con recursos de procedencia ilícita y lavado de dinero no lo convierten en el candidato idóneo, dijo. «Podemos hablar largo y tendido sobre las relaciones políticas de Guadiana y Mejía, pero el tema no es ese, sino el fraude en las encuestas» (Infobae, 07.12.22). E4


Riquelme mantiene la sucesión bajo control todavía

Alianzas con clanes políticos le permiten acorazar su proyecto y cuidar a su delfín. El PAN aportará votos y recibirá cargos, alcaldías y diputaciones

El PRI ha logrado mantener la cohesión y su alianza con el PAN le permitirá sortear las elecciones para gobernador y diputados con menor presión, mas no sin riesgo. La ruptura en Morena, causada por la designación de Armando Guadiana como coordinador de los Comités de Defensa de la 4T, le favorece, pero cometería un error si se confía. Pues la posibilidad de la alternancia en uno de los dos estados donde la hegemonía de PRI no se ha derrumbado y el desgaste del modelo político caldea el ambiente y atrae a los votantes. La maquinaria electoral del Gobierno está aceitada y las posiciones repartidas, pero esta vez una parte significativa de la tajada —diputaciones, alcaldías y puestos en la administración— será para Acción Nacional.

Mantenerse alejado de los escándalos y de una dirigencia nacional desprestigiada y en crisis por los cambios arbitrarios al estatuto del PRI para extender la presidencia de Alejandro Moreno hasta 2024 le ha permitido al gobernador Miguel Riquelme manejar la sucesión sin sobresaltos, pero no exenta de conflictos, sobre todo con el Gobierno federal. La última jugada del presidente Andrés Manuel López Obrador consistió en nombrar al subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, como su representante en Coahuila en temas de seguridad, economía e infraestructura.

Al Gobierno estatal se le reprocha atribuirse el mérito de la tranquilidad y los menores índices de delincuencia, no obstante que las fuerzas federales asentadas en Coahuila superan en personal, equipo y capacidad a las policías locales. Riquelme se ha referido tangencialmente al tema —«para que no digan»—, pero el reconocimiento por el apoyo lo dirige al Ejército y a la Guardia Nacional, no al presidente, quien es su comandante. Pedir la ayuda de Ricardo Mejía para «mantener la paz y la tranquilidad» en el estado, como lo hizo el presidente en la rueda de prensa del 15 de diciembre, forma parte del debate.

Otra cosa que le funcionó a Riquelme fue atraer a miembros de grupos políticos que pudieran significar algún riesgo para su proyecto sucesorio y su delfín, Manolo Jiménez. En esa lógica, incorporó a su equipo a hijos y hermanos de exgobernadores, exrectores de la Universidad Autónoma de Coahuila y exalcaldes. Quien parecía dispuesto a romper con el PRI por la imposición cupular de Jiménez era el diputado Jericó Abramo, pero también terminó por alinearse, seguramente a cambio de alguna promesa política como la candidatura el Senado o a la alcaldía de Saltillo. Sin embargo, el gobernador perdió dos alfiles. Jorge Morán y Shamir Fernández se pasaron a las filas de Ricardo Mejía.

La coalición con el PAN es producto de las circunstancias. Acción Nacional no ganaría por sí solo la gubernatura, pero podría hacer perder al PRI. El PRD ha sido siempre satélite del tricolor. Aporta pocos votos, pero en una elección cerrada, ayuda. El acercamiento del Gobierno y su partido con el PAN tampoco es nuevo. Empezó con Rubén Moreira y se intensificó en la administración de Riquelme. Expanistas y aun militantes en activo ocupan cargos en el aparato del estado, organismos autónomos y en el Tribunal Superior de Justicia. En sentido contrario, Rodolfo Walss renunció a esa fuerza en protesta por su alianza con el PRI. La única voz crítica en el Congreso es la de Walss, quien lo mismo pide enjuiciar al gobernador que pone contra las cuerdas a secretarios de estado y exhibe sus aficiones al trago y al ocio. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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