PRI: el partido que sobrevivió a los tecnócratas y a la alternancia, agota sus reservas y sucumbe

El antiguo grupo hegemónico gobierna ahora solo dos estados y por primera vez apoyará a un candidato presidencial ajeno. Los escándalos del sexenio peñista y la captura de sus siglas por exgobernadores sin liderazgo y sin autoridad moral provocan la crisis que lo tiene —esta vez sí— al borde de la desaparición

Moreno y Moreira, los sepultureros del Revolucionario

Los pros y contras de ser «el mejor PRI de México»

El poder es lo que pudre al ser humano.

Facundo Cabral, compositor y poeta (1937-2011)

Las instituciones políticas, empresariales o de cualquier índole generan reservas y recursos para afrontar las crisis provocadas por los cambios de paradigma, la competencia atroz y la irrupción de nuevos actores. Si los desaprovechan y no se adaptan a los tiempos, entonces se reducen a su mínima expresión e incluso desaparecen. El PRI, partido más longevo de México (en marzo próximo cumplirá 95 años), se halla en ese trance. Cuando en 2000 perdió la presidencia por el hartazgo ciudadano, equivocadamente se pensó que el fin del dinosaurio había llegado. Para celebrarlo, multitudes jubilosas pasearon por las calles ataúdes con sus siglas. Sin embargo, 12 años después, cuando el país despertó, «el dinosaurio todavía estaba allí» como cuenta Augusto Monterroso en El dinosaurio.

El PRI sobrevivió por el apoyo de sus bases, su estructura territorial, su experiencia y su relación histórica con las élites económicas y los grupos de interés. Durante su exilio de Los Pinos conservó la mayoría de los estados —donde se atrincheró— e influyó de manera decisiva en las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón por medio de sus diputados y senadores. Los gobernadores priistas, una vez empoderados, impusieron a uno de los suyos en la presidencia (Enrique Peña Nieto, de Estado de México) con la ayuda del PAN. La alternancia se logró, pero el cambio prometido por la derecha jamás llegó. Los problemas del país se agravaron en los sexenios de Fox y Calderón, y la corrupción se ahondó.

«Este primer impulso en la lucha por los derechos democráticos de nuestro país llevó eventualmente a la alternancia, al cambio del grupo gobernante y al fin de un régimen gobernado por un solo partido».

Comisión Nacional de los Derechos Humanos

En ese entorno recuperó el PRI la presidencia. No porque los mexicanos hayan olvidado su historia y perdonado sus agravios, sino porque la nomenclatura pactó con el PAN y los poderes fácticos. El propósito era cerrarle el paso a Andrés Manuel López Obrador. Con ese propósito escogieron un candidato anodino, manipulable, corrupto y funcional a sus intereses y los del gran capital nacional y extranjero: Peña Nieto. Junto con los gobernadores del PRI aportaron recursos para comprar votos. No es casual que los estados (sobre todo Coahuila) hayan disparado su deuda en esos años.

Las elecciones de 2012 se ganaron, pues, con dinero y guerra sucia. El candidato del PRI gastó en su campaña más de cuatro mil millones de pesos; el tope legal era de 300 millones. El Instituto Nacional Electoral, entre cuyos consejeros figuraba Lorenzo Córdova, y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a cargo de José Alejandro Luna Ramos, tenían bases para invalidar del proceso, pero hicieron la vista gorda. El plan funcionó a pedir de boca: Peña utilizó el Pacto por México para abrir Pemex y la Comisión Federal de Electricidad a la inversión privada con los votos del PRI, PAN y PRD en el Congreso.

El poder económico adquirió una fuerza inusitada, pero al tiempo que el presidente seguía su agenda a pie juntillas, el malestar social, la incompetencia y la corrupción desfondaban al Gobierno. Dominado por el PRI y el PAN, el Congreso repartía dinero a los estados, sin cuidar su aplicación. Los diputados cobraban comisiones a los alcaldes por fondos federales de distintos ramos —aprobados por ellos— sin hacer caso al enfado ciudadano expresado en las urnas. Las élites, el prianato y sus pajes del PRD hicieron del Pacto por México un burdel; y de Peña, un títere. Mientras la mayoría se empobrecía y los beneficios eran para unos pocos, el país se incendiaba y las llamas se apagaban a gasolinazos. La borrachera de poder tenía los días contados.

La escisión del ala progresista

El derrumbe del PRI empezó cuando la tecnocracia neoliberal tomó el poder con Miguel de la Madrid (1982), pero se aceleró con Carlos Salinas de Gortari, quien recelaba de la clase política tradicional a la cual tomaba por inepta y venal. Una encuesta levantada hacia finales de los ochenta del siglo pasado reveló que los cuadros de la administración educados en el extranjero se identificaban poco o nada con el partido gobernante. José López Portillo declaró ser «el último presidente de la Revolución». El ala progresista del viejo partido de masas se escindió para afrontar a Salinas en las elecciones de 1988 y postuló a Cuauhtémoc Cárdenas bajo el paraguas del Frente Democrático Nacional (FDN). Un año más tarde, el excandidato del PAN, Manuel Clouthier, murió en un extraño accidente de carretera sin reconocer a Salinas como presidente.

Jorge de la Vega, líder del PRI repudiado por los tecnócratas, le había prometido a Salinas 20 millones de votos, pero no le juntó ni la mitad (9.6 millones). Cárdenas ganó en Baja California, Estado de México, Michoacán, Morelos y Distrito Federal. Ya en la presidencia, Salinas se deshizo de los gobernadores de las tres primeras entidades y de otras 14 y los reemplazó por tecnócratas. El programa Solidaridad, diseñado por Salinas para granjearse el apoyo de las clases populares, representó el ensayo de un nuevo partido. No cuajó, pero en 1991 le permitió recuperar posiciones en el Congreso.

La elección de Salinas ha sido una de las más sucias de la historia moderna. Ocurrió en un clima de persecución, violencia y linchamiento mediático contras las oposiciones, en particular contra el FDN y su candidato. Decenas de activistas de izquierda y colaboradores de Cárdenas, entre ellos Xavier Ovando y Román Gil, fueron asesinados antes y después de los comicios. El episodio lo refiere la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en el documento Violentan los derechos democráticos de la población mexicana. Fraude electoral a Cuauhtémoc Cárdenas:

«A pesar del fraude, la elección de 1988 provocó, sobre todo con intensas movilizaciones, una amplia y firme toma de conciencia en la población respecto del cambio que podía generarse con la participación en la vida pública y el voto. Este primer impulso en la lucha por los derechos democráticos de nuestro país llevó eventualmente a la alternancia, al cambio del grupo gobernante y al fin de un régimen gobernado por un solo partido. (…) Más allá de la perspectiva electoral, la democracia se entiende como un sistema que promueve y permite el respeto de los derechos y libertades de las personas».

La alianza con la oligarquía, la iglesia y la derecha (el PAN fue su principal apoyo) convirtió a Salinas en uno de los presidentes más poderosos y temidos. Sin embargo, la fantasía modernizadora se hizo añicos en el último año de su gestión, cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, mostraron al mundo la realidad de un país desigual e injusto, dirigido por una clase política más predadora y cínica que la anterior. Identificado por el presidente Andrés Manuel López Obrador como el jefe de la «mafia del poder», Salinas no ha dejado de intervenir en la política con una influencia cada vez menor. Hace dos años obtuvo la nacionalidad española, pero el fantasma de Colosio podría alcanzarlo hasta Madrid. El caso lo reabrió un Tribunal Colegiado al invalidar la sentencia federal contra el «asesino solitario».

AMLO y los gobernadores

El PRI llegará a las elecciones presidenciales del año próximo con dos gubernaturas —ambas en coalición con el PAN y el PRD—, 11 menos que en la sucesión de 2018. En el mismo lapso, Acción Nacional bajó de 12 a cinco y el PRD perdió las cinco que ostentaba. Movimiento Ciudadano, por su parte, se hizo con dos de las más importantes (Jalisco y Nuevo León). La nueva aplanadora es Morena con 23 estados. Tal ventaja podría ser determinante el 2 de junio próximo a la hora de nombrar al sucesor de Andrés Manuel López Obrador, en este caso a una mujer. Claudia Sheinbaum lidera por ahora las encuestas.

La operación política de los gobernadores del PRI, quienes cubrían la mayor parte del territorio y controlaban el Congreso, resultó clave para recuperar la presidencia después de los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón. El desparpajo del primero y la debilidad del segundo, causada por su elección impugnada, facilitaron la tarea. Sin embargo, en vez de aprovechar la oportunidad para democratizarse y hacer las paces con la ciudadanía, la cúpula del PRI la convirtió en una orgía de corrupción encabezada por Peña Nieto y sus secuaces. El epítome de su Gobierno fue escándalo de la Casa Blanca.

Los gobernadores tuvieron manos libres y solo tres de los más cínicos y ostentosos —Javier Duarte (Veracruz), Roberto Borge (Quintana Roo) y César Duarte Chihuahua— fueron puestos entre rejas. En ese contexto la mayoría de los estados dio paso a la alternancia. La ciudadanía, decepcionada, dejó de votar por el PAN y el PRD y se decantó por Morena, lo cual reconfiguró el mapa político del país. Las entidades donde el anacrónico modelo presidencial a escala aún prevalecía (poderes legislativo, judicial y órganos «autónomos» supeditados al ejecutivo) ofrecieron mayor resistencia al cambio. El último gran baluarte del PRI en caer fue Estado de México. Solo Coahuila soportó el embate de la ola guinda.

Al igual que Fox, Calderón y Peña Nieto, López Obrador no se arrogó la facultad de quitar virreyes a su antojo como era costumbre en tiempos de la presidencia imperial. Pudo haberlo hecho, pues a diferencia de sus predecesores, no dependió de ellos para ganar la presidencia. En los tres últimos sexenios el Gobierno federal canalizó mayores recursos a los estados para atraerse a los gobernadores, jefes políticos de los diputados. De ese modo logró que el presupuesto y las reformas que requerían mayoría calificada fueron aprobados.

Tener mayoría en el Congreso le permitió a López Obrador invertir la fórmula. Para imponer una política de «austeridad republicana» tendente a «combatir la desigualdad social, la corrupción y el despilfarro de bienes a través de una administración eficiente y transparente de los recursos públicos», desapareció fideicomisos y recortó fondos a los poderes Legislativo y Judicial así como a órganos autónomos y a los estados, lo cual empeoró la situación de Coahuila por la deuda.

El presidente le ató así las manos a los gobernadores. Una decena de ellos formó la Alianza Federalista para exigir un nuevo pacto fiscal. El bloque se disolvió cuando Morena retuvo la mayoría en el Congreso y ganó tres estados de ese grupo. El partido de AMLO no solo llegará a los comicios del 2 de junio próximo con más gubernaturas (23), sino con el manejo del presupuesto federal como antes ocurría con el PRI. Si las elecciones se ganan con dinero, aunque no siempre, el escenario se esclarece. A menos que un milagro modifique la tendencia. E4


Moreno y Moreira, los sepultureros del Revolucionario

El PRI pierde cinco millones de afiliados en los primeros años de la gestión de los exgobernadores de Campeche y Coahuila. Purga de disidentes

Alejandro «Alito» Moreno y Rubén Moreira lograron lo que otras dirigencias infames del PRI como las encabezadas por Roberto Madrazo y el tecnócrata Enrique Ochoa no consiguieron: sepultar al dinosaurio. El partido que todavía hace una década despachaba en Los Pinos, ocupaba el mayor número de gubernaturas y era la primera fuerza en el Congreso de la Unión, hoy es un fiambre. Bajo la batuta del tándem Moreno-Moreira, el PRI perdió, entre 2019 y 2020, el 75% de sus miembros. Pasó de 6.5 a 1.5 millones de acuerdo con la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del INE encargada de validar el padrón de afiliados.

El PRI también se ha vaciado de cuadros políticos, por renuncia o expulsión. Los exgobernadores Claudia Pavlovich (Sonora), Quirino Ordaz (Sinaloa) y Carlos Aysa (Campeche) fueron purgados, no por haber perdido las elecciones en sus estados, sino por aceptar consulados y embajadas en el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. La misma suerte corrieron Eruviel Ávila, Miguel Osorio, Omar Fayad y Ulises Ruiz, exmandatarios de Estado de México, Hidalgo y Oaxaca. En su caso, por oponerse al manejo del PRI y a la permanencia de Moreno en la presidencia del comité ejecutivo nacional. Algunos habían renunciado previamente.

También han sido defenestrados senadores, diputados y alcaldes. Claudia Ruiz Massieu, exlíder del PRI y exaspirante presidencial, acusa a Moreno de excluyente, de centralizar decisiones «que antes correspondían a otros órganos del partido o a instancias locales» y de generar «desánimo o desapego entre la militancia». El padre de la legisladora, José Francisco Ruiz Massieu, murió asesinado en 1994 cuando se desempeñaba como secretario general del PRI y estaba por asumir la coordinación del grupo parlamentario de su partido en el Congreso. Raúl Salinas de Gortari, tío de la senadora guerrerense, fue sentenciado como autor intelectual del atentado y pasó 10 años en prisión.

La crisis del PRI la refleja el hecho inédito de que, por primera vez desde su fundación, en 1929, no postula candidato propio para la presidencia. Adherirse al Frente Amplio, acaudillado por el PAN, es su tabla de salvación, pues de lo contrario se expondría a perder más asientos en el Congreso. Ahora tiene 69 diputados y nueve senadores, tres menos que Movimiento Ciudadano. El PRI registra una preferencia del 7.9% y un rechazo del 33.2% (siete décimas por debajo de Morena) según la encuesta de Arias Consultores sobre la evaluación de los partidos levantada del 30 de septiembre al 4 de octubre. Sin embargo, al partido guinda lo prefiere el 47.2%.

Consciente del hándicap que representan las siglas del PRI y su cauda de escándalos, la candidata inesperada del frente opositor, Xóchitl Gálvez, se ha mantenido distante de su líder. Moreno y Moreira dirigen un partido sin autoridad moral. Sus gestiones como gobernadores de Campeche y Coahuila han sido denunciadas por venales; y en el caso del segundo, también por violaciones a los derechos humanos. Vacío de figuras y de contenido, el PRI no tiene futuro. La talla del tándem y la decrepitud del membrete explican su ruina.

«La soberbia es el peor pecado, porque lleva a perder elecciones. (…) Las aventuras individuales o los esfuerzos aislados a nadie benefician», declaró Moreno en Querétaro. No era un ejercicio autocrítico, sino el pronunciamiento de un cínico al cual el PRI debe sus mayores fracasos. Por la boca muere el pez. E4

Fuga masiva de militantes bajo la gestión del tándem

Partido políticoInicioFinDiferencia (%)
23/01/201931/01/2020
PRI6,546,5601,587,242—76
PRD5,030,0341,250,034—75
PT508,210249,384—51
PAN376,988234,450—38
Morena317,595278,332—12
PVEM304,311460,554+51
MC466,197229,474—51
Fuente: Instituto Nacional Electoral

Padrón 2023Total
Morena2,322,136
PRI1,411,889
PRD999,249
PVEM592,417
PT457,624
MC384,005
PAN277,665
Fuente: Instituto Nacional Electoral

Los pros y contras de ser «el mejor PRI de México»

Coahuila concentra el padrón más importante del partido tricolor y es el único estado donde no ha sido vencido. La candidata de Morena tantea el terreno

El padrón del PRI en Coahuila es el segundo más grande del país (258 mil 772), solo superado por el de Estado de México (298 mil 021). Ambos concentran más del 40% de la militancia total según la verificación del Instituto Nacional Electoral de este año. Los partidos deben mantener tres mil militantes en al menos una veintena de estados o bien 300 afiliados en un mínimo de 200 distritos electorales uninominales para conservar su registro según La Ley General de Partidos Políticos. Otra condición consiste en acreditar el equivalente al 0.26% del padrón electoral federal utilizado en los comicios previos. Las comprobaciones se realizan cada tres años y sirven para garantizar el cumplimiento de la norma antes de iniciarse el proceso electoral federal.

«El modelo funciona, se llama Humanismo Mexicano. (…) no solo apoya a los que menos tienen (…), los empresarios están contentos porque (…) se genera empleo».

Claudia Sheinbaum, Matamoros, Coahuila

Morena es el partido con mayor número de afiliados válidos (2.3 millones en números redondos) de acuerdo con la verificación de 2023. Le siguen el PRI (1.4 millones), el PRD (999 mil), el Partido Verde Ecologista (592 mil), el Partido del Trabajo (457 mil), Movimiento Ciudadano (384 mil) y el PAN (277 mil). En todos los casos la mayoría de los militantes son mujeres. No de balde las candidatas de las principales fuerzas políticas pertenecen a ese género y una de ellas será la primera presidenta de México: Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez.

En términos de población, la nómina priista de Coahuila supera por mucho a la de Estado de México, pues el primero tiene 3.3 millones de habitantes y el segundo 17 millones. En las elecciones para gobernador de este año, Morena ganó la joya de la corona, Estado de México, y el PRI conservó Coahuila en alianza con Acción Nacional. La declaración según la cual «el PRI de Coahuila es el mejor del país» no es, pues, simple jactancia. Además de la gubernatura, el partido tricolor hizo carro completo en la elección de diputados, pero aun así tendrá menos asientos en la próxima legislatura, pues cinco escaños serán para para el PAN.

Sin embargo, ser el último baluarte del viejo sistema coloca al PRI estatal en una situación difícil. Afrontar a Morena y a la 4T, de la cual el Gobierno de Coahuila y su partido son críticos pertinaces, puede provocar un mayor endurecimiento de la federación. Máxime si Claudia Sheinbaum sucede en la presidencia a Andrés Manuel López. La favorita en las encuestas profundizará las políticas y programas de la actual administración. «El modelo funciona y se llama humanismo mexicano. Tan es así que no solo apoya a los que menos tienen, a los humildes, a los pobres de nuestro país (cosa) que nunca se había visto en muchos años, sino que además los empresarios están contentos porque hay desarrollo, posibilidad de inversión y porque se genera empleo», declaró en Matamoros, Coahuila, durante la firma del acuerdo unidad, suscrito por líderes sociales.

El PRI de Coahuila perdió tres de las cuatro últimas elecciones presidenciales con candidatos propios (Francisco Labastida, Roberto Madrazo y José Antonio Meade); en 2012, Josefina Vázquez Mota estuvo a menos de cuatro puntos de ganarle Peña Nieto. La incógnita de 2024 es si el priismo votará por Xóchitl Gálvez, militante de un partido antagónico al suyo hasta hace poco, así sea cobijada por el Frente Amplio. Operadores del PRI ven con pesimismo el panorama. El nombre de Andrés Manuel López Obrador no estará impreso en las boletas, pero sí su impronta. Con Sheinbaum en Palacio Nacional, la continuidad de su proyecto estaría asegurada. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

Deja un comentario