Salvo alguna falla de la memoria, debió ser a principios de 1975 cuando participé en una prolongada entrevista con don Antonio de Juambelz y Bracho, fundador y a la sazón director de El Siglo de Torreón, diario que el lunes 28 de febrero cumplió 100 años de que empezó a publicarse y circular. Cordiales felicitaciones a todos quienes hoy continúan esta valiosa labor periodística.
Don Antonio concedió esa entrevista en su oficina apenas el día siguiente de que le fue solicitada por los dirigentes locales de Acción Nacional en Torreón. Acudimos cuatro personas: los ingenieros Eduardo González y Fariño y Edmundo Gurza Villarreal, don Jacinto Faya Martínez, los tres ya fallecidos, y yo. En aquel año y los cuatro siguientes me tocó a mi presidir el comité del PAN en dicha ciudad, entonces denominado comité distrital.
La entrevista solicitada al director de El Siglo fue para hacerle notar la escasa cobertura que el periódico venía dando a las actividades del partido y a las opiniones políticas que emitía, básicamente a través de boletines, la mayoría de los cuales yo redactaba. Y como consecuencia, obviamente, solicitarle mayor presencia del PAN en sus páginas.
Don Antonio nos recibió atento y puntual, alrededor del mediodía hasta donde recuerdo. De inmediato noté el trato cordial que dispensaba a don Jacinto Faya, deferente a secas al ingeniero González y Fariño y distante a Gurza. A mí me observaba fijamente. Pensé que era por ser la primera ocasión, yo entonces veinteañero, que tenía la oportunidad de conversar con él.
Después de algunos comentarios rompehielos, se entró en materia. Primero don Eduardo y a continuación el Ing. Gurza expusieron a don Antonio el objeto de la visita. Luego de escucharlos con atención, el director de El Siglo expuso que en ejercicio de su libertad los periódicos deciden qué publicar y qué no, y que en el diario bajo su dirección el criterio fundamental consistía en publicar lo que tuviera valor o interés noticioso. Porque de otra manera —dijo— El Siglo aparecería ante la opinión pública como vocero del PAN.
En su réplica, muy comedida, los ingenieros Eduardo y Edmundo dijeron que en modo alguno se solicitaba —ni debía entenderse así— que el periódico se convirtiera en órgano ni del PAN ni de ningún partido, como corresponde a un diario independiente, y que en un régimen democrático todo medio de comunicación plural tiene como función estar abierto a la oposición, en particular a la oposición seria, no a la de mera simulación.
Entonces Antonio de Juambelz dijo: Tan abierto a la pluralidad está El Siglo que la mitad de ustedes, dos, son o han sido colaboradores, otro no porque escribe para la competencia y el otro tiene abiertas nuestras páginas.
¿A qué se refería don Antonio? A que durante años don Eduardo González y Fariño, que era formidable epigramatario por su estilo incisivo, de fina ironía y su amplio dominio del castellano, publicó en El Siglo cientos de epigramas, hasta que voluntariamente dejó de hacerlo. Y don Jacinto Faya, también durante años, publicó dos veces por semana una breve columna de ácida crítica política, con el título de «Terronazos» que firmaba con el seudónimo de «A ki Toy». Posteriormente don Jacinto publicó en El Siglo más de cien textos sobre la historia de Torreón, que luego se imprimieron en forma de libro, en dos tomos.
El otro a quien aludió don Antonio durante la conversación y dijo que escribía para la competencia era el ingeniero Edmundo Gurza, quien por aquellos años publicaba tres veces por semana (lunes, miércoles y viernes) en La Opinión una columna, primero con el encabezado de «Lapsus» y después de «Palestra». El cuarto aludido era yo.
Una o dos semanas después fui a saludar a don Antonio y a agradecerle la que entendí había sido una invitación a que escribiera en El Siglo. Me dijo que efectivamente había sido una invitación, que en ese momento reiteraba. Le expresé que no me sentía preparado para hacerlo. Me dijo que no tuviera temor, que redactar no tiene porqué ser complicado. Y agregó: «Simplemente trate de escribir como habla. Es todo».
A continuación, me comentó: Sobre el asunto que los líderes del PAN me vinieron a tratar en días pasados, le voy a dar a usted un par de tips: Mire, procuren enviar sus boletines los domingos, porque como el reportero ese día tiene cerradas sus fuentes, los comunicados de Acción Nacional le van a caer como de perlas y como quiera les encontrará interés noticioso. Con otra ventaja —dijo—, las ediciones de los lunes, por la sección deportiva, son las de mayor tiraje.
El otro tip fue en el sentido de que los boletines con interés noticioso viéramos la forma de mandarlos los lunes, porque la edición de los martes es la que menos notas y anuncios trae, lo cual hace que los lectores presten mayor atención a todo cuanto se publica.
Aunque supongo que con el paso de los años las cosas en materia de periodismo impreso seguramente habrán cambiado, en su tiempo los tips de don Antonio funcionaron, incluso en los tres diarios locales.
Posteriormente, allá por 1980, siendo yo diputado federal por uno de los distritos de Torreón, en un juego de béisbol me encontré y saludé como adversario deportivo al amigo Higinio Esparza Ramírez, reportero entonces de El Siglo, hoy ya jubilado, y quien por cierto ha venido publicando por estos días una serie de amenos relatos de anécdotas y recuerdos de sus años de trabajo en el periódico, con motivo del centenario de éste.
Aquella ocasión, un domingo en el campo de béisbol, me dijo Higinio: «Viera como se expresa bien de usted don Antonio. Lo hemos escuchado en varias ocasiones. Debería ir a saludarlo».
Seguí el consejo de Higinio y unos días después fui a visitar a don Antonio de Juambelz en su oficina. Le expresé que, si mantenía su ofrecimiento, estaba ya en disposición de escribir para El Siglo. Aceptó de inmediato y me dijo que la columna se publicaría los jueves. En ese momento, por asociación de ideas, recordé que tenía pendiente de leer la novela de Chesterton El hombre que fue jueves. Se lo comenté y esbozó una leve sonrisa. Supuse que le había parecido simpática la referencia.
Durante poco más de ocho años en la década de los 80 se publicaron mis artículos en la sección editorial de El Siglo los jueves. Fue como una primera época. Posteriormente, a partir de 2014, una segunda época que casualmente lleva también poco más de ocho años, durante los cuales se han publicado en El Siglo más de mil textos míos. Han sido columnas deportivas (sobre béisbol), culturales (sobre el Quijote) y políticas. Estas últimas, naturalmente, los días jueves.
Larga vida a El Siglo de Torreón y un emocionado recuerdo de don Antonio de Juambelz y Bracho.