Protestas estudiantiles en EE. UU. mueven el tablero político global

La escalada de enfrentamientos entre grupos propalestinos y en favor de Israel en entornos universitarios alcanza niveles sin precedentes. Trump responsabiliza a Biden por su incapacidad para manejar la crisis en los campus del país

La UNAM a favor de la causa de Palestina

Los campus universitarios de Estados Unidos se han convertido en el último campo de batalla de las tensiones geopolíticas entre Israel y Palestina. En meses recientes una serie de protestas, enfrentamientos y acusaciones de antisemitismo han sacudido a varias instituciones de educación superior, reflejando la polarización que rodea al conflicto en Oriente Medio. Desde manifestaciones estudiantiles que han provocado múltiples detenciones, hasta presiones de donantes influyentes sobre la política universitaria, estos disturbios han puesto en jaque la tradicional imagen de los campus como espacios de debate y diálogo.

El atentado de Hamás contra Israel, el 7 de octubre de 2023, que resultó en la muerte de aproximadamente mil 200 personas y la toma de más de 200 rehenes, encendió la mecha. La represalia de Israel contra Gaza ha sido brutal, causando más de 34 mil muertes y, al menos, 69 mil heridos, según cifras del Ministerio de Salud de Gaza. Estos eventos encendieron un fuego de indignación entre los estudiantes, quienes han tomado los campus como plataformas para expresar su solidaridad y exigir cambios.

«El derecho a protestar pacíficamente es la base de la democracia de nuestra nación. Sin embargo, cuando la protesta pacífica se convierte en odio y violencia antisemita, se cruza la línea y no se tolerará».

Letitia James, fiscal general del Estado de Nueva York

Desde el ataque, se han reportado numerosos actos antisemitas y casos de islamofobia en Estados Unidos, particularmente en los campus universitarios. Las protestas estudiantiles han exacerbado estas tensiones, con manifestaciones propalestinas y la presencia de la policía en varios campus, lo que ha llevado a la detención de cientos de personas.

Los campamentos y protestas han sido organizados por grupos como Columbia University Apartheid Divest (CUAD), que critican la inversión financiera de las universidades en empresas que, según ellos, se benefician del apartheid israelí y la ocupación militar de Palestina.

Acusaciones cruzadas

Uno de los principales focos de tensión en los campus universitarios ha sido el debate en torno a los límites entre la crítica legítima a las políticas del Gobierno israelí y el antisemitismo. Grupos proisraelíes han acusado a estudiantes y profesores de utilizar el antisionismo como «máscara» para encubrir sentimientos antisemitas.

«Todo es causado por él (Joe Biden) porque no sabe hablar. No puede juntar dos oraciones. Tiene que salir y hacer una declaración porque las universidades están siendo invadidas en este país».

Donald Trump, expresidente de EE. UU.

Anastasia Zorchinsky, fundadora y presidenta de The StartUp Nation, un club proisraelí, relató que el 8 de noviembre de 2023, poco más de un mes después de la masacre de Hamás en el sur de Israel, manifestantes antisionistas se acercaron a estudiantes judíos en la Universidad de Concordia y golpearon a varios de ellos. Nadie fue castigado por estos delitos, explicó.

«La universidad debe hacer cumplir sus políticas, lo cual no está haciendo», comentó Zorchinsky. «Existe un claro doble rasero cuando se trata de violencia contra estudiantes judíos, y debe haber investigaciones de estos estudiantes y expulsiones de aquellos que hayan cometido violencia antisemita. No necesitamos que los estudiantes pro-Hamás en nuestro campus se comporten de esta manera. No necesitamos estudiantes que apoyen el terrorismo en el campus. Son un peligro para todos. No sólo nosotros».

«Poner fin a las relaciones con Israel no ayuda a los habitantes de Gaza y, por el contrario, es útil para las universidades tener intercambios con una amplia gama de lugares, incluidos aquellos con cuyas políticas no estamos de acuerdo».

Nicholas Kristof, periodista de The New York Times

Por su parte, los defensores de la causa palestina han rechazado estas acusaciones, argumentando que criticar al Gobierno israelí no es lo mismo que atacar a la comunidad judía. Esta disputa semántica ha llevado a algunas universidades a adoptar definiciones más amplias de antisemitismo, que incluyen ciertas formas de crítica a Israel. Algo que, según expertos, podría entrar en conflicto con la libertad de expresión y el debate académico.

Arrestos a granel

Las detenciones relacionadas con las protestas propalestinas en universidades de Estados Unidos se han multiplicado a lo largo de las últimas semanas. Según un informe de CNN, los arrestos aumentaron significativamente después de que más de 100 manifestantes fueron detenidos en el campus de la Universidad de Columbia en Nueva York el 18 de abril. Los estudiantes habían reinstalado tiendas de campaña después de que un campamento previo fuera desmantelado por las autoridades.

«Los eventos que han ocurrido en la Universidad de Columbia han sido profundamente preocupantes y dolorosos para muchos. El derecho a protestar pacíficamente es la base de la democracia de nuestra nación. Sin embargo, cuando la protesta pacífica se convierte en odio y violencia antisemita, se cruza la línea y no se tolerará. Mi oficina está siguiendo de cerca la situación», afirmó Letitia James, fiscal general del Estado de Nueva York.

Desde entonces, se han reportado cientos de detenciones en varios campus universitarios. El 22 de abril casi 50 activistas fueron arrestados en la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut, donde las autoridades dijeron que cientos de personas se habían congregado. Campamentos de protesta también se han erigido en la Universidad de California en Berkeley, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), la Universidad de Michigan, el Emerson College y Tufts.

Mientras, en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), un contingente de seguridad detuvo el 24 de abril a aproximadamente 200 participantes, elevando a 2 mil el número total de arrestos en las últimas semanas. En la Universidad Estatal de Portland, la policía despejó una biblioteca ocupada por manifestantes, mientras que en Rutgers, los protestantes desmontaron sus campamentos tras llegar a un acuerdo con las autoridades universitarias. La situación en UCLA escaló después de un día de alta tensión, con arrestos reportados en varias universidades, incluyendo Fordham y Dartmouth.

En un incidente separado en la Universidad de Mississippi, se reportó un enfrentamiento entre grupos propalestinos y proisraelíes. A pesar de los altercados y la confrontación verbal, los funcionarios confirmaron que el evento concluyó sin incidentes mayores, sin detenciones ni heridos reportados.

Donantes presionan

Los disturbios no se han limitado a las protestas estudiantiles. En algunos casos, las tensiones han llegado hasta los despachos de los rectores y los consejos de administración de las universidades. Tal es el caso de la Universidad de Chicago, donde un grupo de influyentes donantes judíos amenazó con retirar sus contribuciones si la institución no tomaba medidas contra lo que consideraban «un ambiente hostil hacia Israel» en el campus.

Ante la presión, la administración de la Universidad de Chicago anunció la creación de un «comité especial» para investigar los «incidentes de antisemitismo» y proponer medidas disciplinarias contra los estudiantes y profesores involucrados. Situaciones similares se han registrado en otras universidades como Harvard y Yale, donde grupos de donantes han intervenido para influir en la política institucional relacionada con el conflicto israelí-palestino.

La Fundación Wexner, que trabaja para preparar a jóvenes líderes judíos en Norteamérica e Israel, fue un paso más allá y puso fin su asociación con la Escuela Kennedy de Harvard. A raíz de lo que denominó el «lamentable fracaso de los dirigentes de Harvard a la hora de adoptar una postura clara e inequívoca contra los bárbaros asesinatos de civiles israelíes inocentes a manos de terroristas», la familia Wexner, fundadora de la cadena Bath & Body Works, rompió formalmente sus vínculos con la facultad.

Mientras tanto, Marc Rowan, director general del fondo de inversión Apollo Global Management y uno de los principales donantes de la Universidad de Pensilvania (UPenn), exigió la dimisión de la presidenta de la universidad, Elizabeth Magill por haber organizado un festival de literatura palestina en el que, según él, participaron algunos «conocidos antisemitas y fomentadores del odio y el racismo».

En la Universidad de Nueva York, los activistas armaron carpas frente a la Escuela Stern de Administración de Empresas y exigieron que los administradores revelen y se despojen de «su financiación y donaciones recibidas de productores de armas y empresas con intereses en la ocupación israelí».

Palos al avispero

Las reacciones a estos disturbios no se han hecho esperar. En Estados Unidos, algunos han expresado su preocupación por lo que consideran una supresión de la libertad de expresión, mientras que otros han condenado las protestas como disruptivas y potencialmente peligrosas. Las autoridades universitarias se han visto en la difícil posición de equilibrar estos derechos con la seguridad y el orden en sus campus. A pesar de ello, un grupo de legisladores federales, liderados por la representante republicana de Nueva York, Elise Stefanik, firmó una carta el 22 de abril solicitando la renuncia de Minouche Shafik, presidenta de la Universidad de Columbia, por lo que Stefanik describió como «el fracaso de poner un fin a la horda de estudiantes y agitadores que instan a actos de terrorismo contra los estudiantes judíos».

Por su parte, Gene Block, rector de UCLA, expresó en un comunicado que «cualquiera que sea el sentimiento que uno tenga sobre el campamento, este ataque contra nuestros estudiantes, profesorado y miembros de la comunidad fue absolutamente inaceptable» y anunció que se llevaría a cabo una investigación exhaustiva que podría resultar en arrestos, expulsiones y suspensiones.

El portavoz de la Casa Blanca, Andrew Bates, salió rápidamente a dejar en claro que el presidente Joe Biden «respeta el derecho a la libre expresión», pero las protestas deben ser «pacíficas y legales». Añadió que «el discurso de odio y los símbolos de odio no tienen cabida en EE. UU.». Sus palabras pronto fueron aprovechadas por el expresidente republicano, Donald Trump, quien acusó a Biden de ser responsable de los disturbios. «Todo es causado por él porque no sabe hablar. No puede juntar dos oraciones. Tiene que salir y hacer una declaración porque las universidades están siendo invadidas en este país», dijo.

El periodista Nicholas Kristof, en su columna «¿Cómo los protestantes pueden ayudar realmente a los palestinos?» (New York Times, 01.05.24) hace un importante llamado de atención sobre las exigencias de cortar de vínculos con Israel y la desinversión: «Poner fin a las relaciones con Israel no ayuda a los habitantes de Gaza y, por el contrario, es útil para las universidades tener intercambios con una amplia gama de lugares, incluidos aquellos con cuyas políticas no estamos de acuerdo».

Al otro lado de las fronteras estadounidenses, las protestas han resonado con aquellos que siguen de cerca el conflicto israelí-palestino. En Europa y Oriente Medio, las manifestaciones estudiantiles han sido vistas como un eco de la lucha por la autodeterminación y los derechos humanos. Sin embargo, también han surgido críticas, particularmente de grupos proisraelíes, quienes argumentan que las manifestaciones en los campus a menudo bordean el antisemitismo y no reconocen la complejidad del conflicto.

Organizaciones de derechos humanos han llamado la atención sobre la importancia de proteger la libertad de expresión, incluso cuando las opiniones expresadas son controvertidas o impopulares. Han instado a las universidades a ser espacios donde se pueda debatir abierta y respetuosamente, y donde los estudiantes puedan expresar sus opiniones sin temor a represalias. En el ámbito político, los disturbios han provocado declaraciones de figuras públicas y legisladores. Algunos han pedido una revisión de las políticas de las universidades en cuanto a la gestión de protestas, mientras que otros han enfatizado la necesidad de mantener la paz y el orden público. E4

Principales acontecimientos

  • 7 de octubre de 2023: Comienzan las tensiones en las universidades estadounidenses tras un ataque de militantes de Hamás, que resultó en la muerte de mil 200 personas y la toma de 240 rehenes.
  • Enero de 2024: Las protestas en las universidades por la guerra en Gaza son seguidas de cerca por legisladores en el Capitolio, lo que llevó a la rectora de Harvard, Claudine Gay, a renunciar a su cargo debido a la controversia generada por el conflicto.
  • 17 de abril: Estudiantes de la Universidad de Columbia en Nueva York montan tiendas de campaña en solidaridad con Palestina, exigiendo que la universidad se desvincule de inversiones relacionadas con los ataques en Gaza y los asentamientos en Cisjordania
  • 18 de abril: La policía irrumpe en la Universidad de Columbia. Más de 100 alumnos propalestinos son arrestados.
  • 24 de abril: Se reportan detenciones masivas de estudiantes en varias universidades, incluyendo Yale y la Universidad de Nueva York, mientras las autoridades buscan cómo controlar las protestas.
  • 26 de abril: Un grupo de al menos 14 estudiantes de la Universidad de Princeton se declara en huelga de hambre en protesta por la crisis humanitaria en Palestina.
  • 28 de abril: Miles de estudiantes universitarios participan en acampadas y encierros en apoyo a Palestina en centros de todo el país.
  • 2 de mayo: Isaac Herzog, presidente de Israel, critica las protestas en favor de Palestina que se realizan en diversas universidades, calificándolas de «contaminadas por el odio y el antisemitismo».

La UNAM a favor de la causa de Palestina

México no se ha quedado de brazos cruzados ante los disturbios que tienen lugar en los campus de Estados Unidos. Los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) montaron un campamento improvisado para exigir que el Gobierno mexicano rompa relaciones diplomáticas con Israel, en respuesta a los recientes acontecimientos en Gaza. Esta demanda, sin precedentes en la política exterior del país, refleja una conciencia global que trasciende lo académico y se arraiga en lo humano.

La protesta no solo ha reunido a estudiantes; la comunidad árabe y judía de México también se ha sumado a este llamado urgente. En un acto de unidad, ambas colectividades han dejado de lado diferencias históricas para enfocarse en el sufrimiento humano y la necesidad de detener lo que consideran un genocidio. Nora, cuya familia tuvo que abandonar Gaza, encontró en este levantamiento estudiantil esperanzas para un cese al fuego. «Esperamos que, con la solidaridad global y la presión de la gente, la presión económica, cortando relaciones con la ocupación colonialista de Israel, las bombas sobre nuestro pueblo se detengan», expresó.

El 2 de mayo, la dirección de la UNAM dejó en claro su posición a través de un comunicado: «La universidad será respetuosa de las expresiones de protesta de las y los universitarios, siempre que éstas se conduzcan dentro de los límites del respeto a los derechos de los demás integrantes de nuestra comunidad. Reconocemos la diversidad de pensamiento existente en nuestros campus. En ellos hay muchas y muchos universitarios que coinciden con los manifestantes, pero también hay quienes discrepan y pueden llegar a sentirse ofendidos. En este caso debe prevalecer el respeto. El disentir es, sin duda, un derecho, pero la tolerancia es un valor irrenunciable de nuestra universidad. Así como en esta casa de estudios rechazamos la violencia en cualquiera de sus formas, también promovemos la reflexión colectiva y el diálogo como mecanismos de conciliación y de sana convivencia». E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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