Próximo presidente del PRI en Coahuila

El posible cambio de Alejandro Moreno como presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) tal vez lo esté esperando el partido tricolor en Coahuila para el cambio del timonel, con el fin de que encamine sus baterías ahora que se avecinan las elecciones para elegir gobernador.

Entretanto, no conviene precipitar ese cambio local instalando en la silla partidista, por la rapidez, a un dirigente improvisado sin que posea una estructura con sensibilidad política, pues de ser así indicaría que se trata de una persona débil y por lo tanto muy manejable, sin un criterio definido que en momentos difíciles, por carecer de sabiduría política para desenredar los cordones que se cruzan, o que los cruzan, tendría que recurrir en todos los casos al que lo puso en ese lugar, o sea el gobernador que, tratándose del caso del proceso electoral próximo, es público y notorio que ya tendió esa línea sobre su sucesor sustentado en que tiene un peso específico, lo que refiere una garantía para que compita por la gubernatura en 2023 con la seguridad de triunfo, pues uno de los puntos que sirven de base para que sea elegido para el puesto, es darle preferencia a un exalcalde de alguna ciudad grande que haya terminado su administración municipal con calificaciones de excelencia.

Para escoger al presidente del PRI estatal, considero que es necesario que se incline por alguien que tenga sensibilidad política propia, que no improvise ante los acontecimientos que están despuntando con la avalancha de Morena, quien, aprovechando el recurso federal de todo tipo, está comprando conciencias, pues el ya escogido por ese partido, es alguien cuya figura está difuminada entre el grueso de la población, pues es más conocido en Acapulco que en Coahuila, ya que en nuestra entidad pasa ignorado, con todo y que ha sido enviado con la consigna presidencial de penetrar a como dé lugar, y que siendo un funcionario con déficit de capacidad —pues la inseguridad en el país va en aumento— la consigna es que tiene que triunfar en las elecciones utilizando con toda soltura canjes económicos trasladados a los electores potenciales.

Un dirigente de un partido político debe ser un líder que conciba espacios de integración de miembros que desarrollen sus potencialidades para el logro de objetivos comunes, al tener la solidez de intervenir sobre otros sabiendo sortear las vicisitudes.

Ese liderazgo debe poseer la cualidad necesaria con todos los correligionarios para lograr el propósito de impregnar al candidato de toda la fuerza y lograr el proyecto de triunfar.

El presidente del partido debe ser un sujeto que tenga la condición de líder con todo lo que esto implica, no solo el beneplácito de quien lo designa solo por amistad sin haber medido sus capacidades para encabezarlo y que nazca la duda de llevar al éxito a sus candidatos, además debe tener la sapiencia y la experiencia política que demuestre dominancia, igualmente saber remarcar la posición o vocación como un sentido de responsabilidad sustentada en una mesura que no dé lugar a batallas que resulten infructuosas.

El dirigente de un partido para ser un buen líder es necesario que escuche a su equipo de trabajo, que sea transparente, demócrata y que imprima a su actuación el decoro necesario para que crean en él, también debe tener una visión estratégica para que contenga fuerzas exógenas, pero pensando sin rapidez ya que eso le daría la oportunidad de resolver situaciones antes de cometer equivocaciones que puedan truncar triunfos.

La pregunta es ¿quién será el próximo presidente del PRI en Coahuila? Es aconsejable que sea escogido con base en el cumplimiento de todas las premisas que sirvan para que catapulten a su candidato y el triunfo sea logrado.

Se lo digo en serio.

Autor invitado.

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