En las postrimerías del siglo XX y hasta hoy, la estructura política de nuestro país ha tenido algunos cambios relevantes, verbi gratia, que a partir de 1997 el sistema de partido dominante y Presidencia tlatoánica fue sustituida por un Gobierno y una Presidencia disminuidos, esto derivado de las reformas constitucionales de los 80s, que trajeron mayores libertades y representatividad política, y no obstante nuestra patria no ha logrado acceder a una democracia efectiva. Ni siquiera con la alternancia llegada en el 2000 y prolongada al 2006 con los Gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, porque en el Congreso no se alcanzó la mayoría y el PRI se mantuvo como la primera fuerza política en las dos cámaras —y con una soberbia que hasta ahora está sintiendo en carne propia—, incluso en las elecciones intermedias la oposición se hizo más pequeña.
México sigue atado tristemente a la cultura de la democracia en el papel, pero no reflejada en su realidad de nación. Me explico: la división de Poderes no existe, el fenómeno del presidencialismo permanece vigente, el Ejecutivo y el Judicial son dos armaduras huecas. Las decisiones sustantivas se siguen tomando en el ámbito del Ejecutivo, y hoy más que nunca la regresión a lo más obscuro —para decirlo de manera educada— del PRI de hace 40 años resurge con el Gobierno de la 4T. Y los mexicanos, el grueso de los mexicanos, permanece en el yantar de la contemplación, aunque sean los destinatarios directos de los excesos y las erradas políticas públicas que decide el habitante de Palacio Nacional, y nadie más.
Hay un montón de definiciones sobre políticas públicas, me voy a permitir compartirle una de las más consensuadas por los estudiosos del tema: «Son el producto de los procesos de toma de decisiones del Estado frente a determinados problemas públicos. Estos procesos de toma de decisión implican acciones u omisiones de las instituciones gubernamentales». Una política pública, demanda el establecimiento de una o más estrategias encaminadas a la solución de problemas públicos, y/o a la obtención de mayores niveles de bienestar social que resultan de procesos decisionales implementados por la vía de la coparticipación del Gobierno y de la sociedad civil, en donde se establecen medios, agentes y fines de las acciones a seguir para la obtención de los objetivos a alcanzar.
De acuerdo al concepto vertido, las políticas públicas tienen su razón de ser en el bien común, y sus fines, acordes a éste, son la satisfacción social y la aprobación ciudadana. Se trata pues de instrumentos del Estado al servicio de la comunidad que gobierna. Y vale subrayar que la diferencia entre un buen Gobierno y uno del común, estriba precisamente en la capacidad de acción que se implemente para satisfacer una demanda social. Ergo, un buen Gobierno se anticipa a la demanda y el otro espera a que suceda el evento.
También es importante diferenciar entre una necesidad social y un problema público. Vale destacar que los problemas públicos son todas aquellas dificultades y obstáculos que el Estado debe solventar para que la sociedad satisfaga sus necesidades. Ejemplo: La seguridad, la salud y la educación son necesidades sociales a satisfacer, pero las deficiencias en el campo de prevención policial, así como las que se presenten en materia de legislación penal, servicio penitenciario, y las que se viven en las escuelas y en los hospitales, son problemas públicos que el Estado tiene que resolver a través de planes y programas gubernamentales. El Estado, en pocas palabras, tiene que garantizar el desarrollo armónico y ordenado de la sociedad, en consecuencia sus fines primerísimos son el bienestar social, el desarrollo económico y la seguridad pública.
El papel que juega la política pública hacia el interior de la sociedad es lo que legitima al Estado como hecho político por antonomasia, se trata —valga el término— de apuestas socio-políticas destinadas a solventar problemas públicos concretos, necesidades individuales y colectivas definidas por la propia sociedad. De ahí la relevancia que los diversos actores políticos intervengan tanto en la identificación de las necesidades y los problemas sin resolver, como en las alternativas posibles. Puntualizo, no es el Estado per se, sino los actores sociales, empresarios y profesionistas relacionados con la temática, ciudadanos, quienes deben diagnosticar las necesidades, los problemas y las soluciones en conjunto.
Ahora bien, derivado de lo expuesto, generoso leyente, ¿cómo nos explicamos las políticas públicas implementadas por el presidente López Obrador? Vamos al punto.
Me resulta muy difícil entender por qué en plena pandemia —quinta ola— su Gobierno —es decir, él— le recorta presupuesto a la Secretaría de Salud 41 mil millones de pesos. Y a Educación, en la que andamos por la calle de la amargura, igual. En contraste, le envía 20 mil millones de pesos extra a la Secretaría de Turismo, encargada del proyecto del Tren Maya. El Tren Maya ya tenía asignados 63 mil mdp.
No se fortalecen los servicios estatales de Salud, la precariedad de los presupuestos del sector son para llorar. Vaya usted a las unidades, funcionan por el personal que ahí trabaja. La pobreza franciscana es extrema. Las causas de estos recortes, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, fueron «menores erogaciones para atención a la salud; al Programa de Vacunación; para las actividades de apoyo administrativo; y sin recursos ejercidos para fortalecimiento de los servicios estatales de salud».
Entre las principales causas de adecuación al gasto en el ámbito educativo, según la SHCP, están «menores recursos a los programas: Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez, Beca Universal para Estudiantes de Educación Media Superior Benito Juárez y la Escuela es Nuestra». En contraste, al inicio de 2022 Turismo tenía un gasto programado de 13 mil 485 millones de pesos, pero tras las adecuaciones, el presupuesto se disparó a 52 mil 212 millones de pesos, un aumento de 20 mil 901 mdp, equivalente al 260% del original. Asimismo, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) tuvo un incremento en su presupuesto de 16 mil 702 millones de pesos. Este fondo es uno de los responsables de la construcción del Tren Maya. Su gasto aprobado era de 289.5 millones de pesos, pero tras las modificaciones en el primer semestre del año, ahora es de 482.5 millones de pesos.
En el ámbito económico, el pronóstico tampoco es halagüeño. El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) afirmó que el pronóstico de 3.4% de crecimiento económico proyectado por el Gobierno de Andrés Manuel es imposible para 2022 debido a que hay debilidad en la inversión, presiones, inflaciones y una política monetaria restrictiva. Puntualizaron: «La debilidad de la inversión es una limitante para el crecimiento». Y, a su vez, dicha debilidad resulta de problemas para los que no se avizora una solución en el corto plazo, como la incertidumbre, la deficiencia del Estado de Derecho, falta de apego a las reglas, impunidad, inseguridad y obstáculos regulatorios. Para crecer por arriba del 4%, la inversión en el país tendría que ser del 25% del Producto Interno Bruto (PIB), hoy la inversión total está lejos, ya que alcanza sólo 18.1% (al primer trimestre de este año).
Acusa el organismo que no hay cambios en la actitud oficial ante la inversión privada y la apertura económica, y sí una falta de interés en la inversión pública rentable socialmente y en la regulación eficiente que facilite la actividad económica. Derivado de esto, las posibilidades de un mejor desempeño de la economía en beneficio de todos se reducen y continuarán en esa tendencia. Súmele a esto la incertidumbre provocada por la inflación, que aumenta el desánimo de la inversión afectando negativamente el consumo de las familias.
«La inflación causa mayor incertidumbre, añadiendo al desánimo de la inversión, y afecta negativamente al consumo de los hogares. Ambos son obstáculos para la reactivación de la economía». Continuará hasta 2024. Y todavía el nivel de la actividad económica de acuerdo con la citada estimación del PIB no recupera lo perdido en lo que va del sexenio. Y otra más: «Las mayores tasas de interés resultantes son también impedimentos para la recuperación de la economía». Por otro lado, pero en la misma tesitura, en el segundo trimestre del año la economía de Estados Unidos cayó 0.9% a tasa anualizada: «Cifra decepcionante, ya que la expectativa era un repunte de 0.5%», y de sobra es sabido que el crecimiento del PIB de los vecinos es un determinante sustantivo de la actividad económica de México.
Está más que claro que al presidente López Obrador le importa un carajo el bienestar de sus gobernados. Y que las políticas públicas que implementa son las que salen de sus… pero jamás de la acción conjunta con quienes le pagamos la dieta y aportamos a fuercita con nuestros impuestos para que reparta el billete recaudado en programas electoreros y en las obras faraónicas que le demanda su ego enfermo de arrogancia y de hambre de notoriedad.
De veras que la ceguera voluntaria de muchos de sus habitantes es un mal que está cargándose a México.