Sabe amargo…

Acabamos de tener el proceso eleccionario del 2 de junio. De modo que está a flor de piel lo que hoy escribo. Ya se sabe que en una contienda solamente hay de dos sopas, o se gana o se pierde. La victoria es un agasajo al ego, la derrota es lo contrario. Me siento ahora mismo como alguien a quien le propinaron una paliza que lo dejaron absorto, sin siquiera tener tiempo de calibrar el tamaño del embate, duele tanto que hasta entumes, pero cuando se va pasando el efecto de la adrenalina, el dolor se va sintiendo. El dolor nos vuelve presentes y en esa sensación nos ponemos ante el espejo de nosotros mismos, y empezamos a palpar aquello por lo que realmente vale la pena luchar, a decirnos sin tapujos que debimos haber peleado más fuerte por aquello que nos hubiese gustado que cambiara, en la victoria no se está consciente de esto…

Es muy socorrido ante una derrota criticar a otros, repartir culpas, mentar madres… para explicar lo acontecido. Es lo más recurrente, pero también lo más estéril. Lo inteligente es hacerse cargo de lo experimentado, y extirpar lo que duele hasta que nos deje exhaustos. Y después sacando fuerzas de flaqueza subirse al balcón de la sensatez y mirar a lontananza lo vivido, ya sin odios y sin llantos, como dice la canción. Eso es liberarse. Eso es recuperarse, eso es curarse las heridas y decirle a la vida ahí te voy de nuevo.

La derrota también nos abre la puerta al pensar sereno y eso coadyuva a que advirtamos ausencias recuperables, como la conciencia de que todavía tenemos una lengua común, esperando a ser usada de nueva cuenta, porque no está muerta, simplemente la olvidamos en un cajón. Abramos el cajón, liberemos todo ese acervo de pensamientos, de ideas, de sentires venidos en otros momentos de quebranto y de derrota. Es el momento de recobrar nuestra capacidad crítica y traer todo ese bagaje nutrido en la experiencia, no para copiarlo, sino para usarlo en todo aquello que pueda servirnos en este hoy que nos parece poblado de oscuridades y de cuestionamientos sin respuesta. En su tiempo se pudo con ellas construir camaradería, solidaridad y fraternidad.

Me duele, me duele, me duele, tengo que repetírmelo para librarme de la opresión que siento como mexicana, como coahuilense, como ciudadana, después de lo ocurrido el 2 de junio, y también como panista, también, también. Me niego a aceptar que nos domine el dolor de lo acontecido. Es ya el momento como panistas, de reencontrarnos con la esperanza, la fe y la motivación para entrarle a la acción, si no lo hacemos se apoderará de nosotros el negativismo, nos anclaremos a un sitio hostil en el que la decepción, el quebranto, la desilusión, la rabia, la frustración, el coraje, nublarán nuestro juicio, nuestra capacidad de dimensionar los hechos con objetividad, y entonces no tendremos elementos para encontrar soluciones.

Augusta Díaz de Rivera, presidenta del Comité Directivo Estatal de Puebla, ha expresado con claridad su pensar al respecto de la derrota de Acción Nacional —me centro en el PAN, subrayo—: «Estoy convencida que el diagnóstico que tenemos del país es el correcto, las propuestas que hicimos eran las correctas, creemos firmemente que nuestras propuestas de campaña no nos equivocamos. Tenemos que hacer una reflexión del por qué la mayoría de la ciudadanía no compartió nuestra idea de país». Asimismo, expuso que el siguiente paso es trabajar y hacer un análisis de nuestros errores, así como «agarrar una pala y cavar profundo, no para enterrar el partido, si no para hacer cimientos más fuertes». Yo pienso lo mismo. No es hora de rasgarnos las vestiduras, eso no sirve para nada.

Las marchas convocadas por la ciudadanía dejaron de manifiesto su preocupación por la desaparición del árbitro electoral, por su convicción de que la democracia se nutre de participación ciudadana, de que su fortalecimiento conlleva a un poder acotado por el orden jurídico, a un equilibrio de poderes y de elecciones limpias. Y esto se tiene que defender, costó mucho trabajo llevarlo al ámbito constitucional. Tenemos un sistema electoral ciudadanizado, que funciona y permite victorias y derrotas electorales.

¿Qué sucedió en el ánimo de los electores? No tenemos los números oficiales todavía… pero otra vez cobró su cuota el maldecido abstencionismo. Otra vez el desprecio de millones de mexicanos a participar en una de las decisiones más importantes para el país. Otra vez el valemadrismo, la desidia, la indolencia, el «no es asunto mío», el «a mí que me importa, al cabo que todos son una runfla de rateros»… ¿Hasta cuándo va a cambiar esa mezquina mentalidad?

Y vuelvo al PAN. En este proceso 2024 mi partido desciende más en el ánimo de los mexicanos, en el de los coahuilenses, ni se diga. Ya teníamos pocos municipios gobernados, y hasta donde tenemos datos, solo se gobernará Cuatro Ciénegas. En lo federal, Xóchitl perdió en Coahuila, senadurías con la alianza, solo la de minoría y dos diputaciones —bueno en la LXV no teníamos ni una— y hasta ahí fue. Un día fuimos segunda fuerza en Coahuila.

El 12 de junio de 2021, escribí para Vanguardia un texto denominado «La Derrota Azul» y me refería a lo mismo que hoy comparto con usted que tan generosamente me lee: «Habernos desvinculado de la sociedad, habernos quedado sin mover un dedo después de la derrota de 2018 y sobre todo de la del año pasado, nos lo cobraron el domingo con creces. Antes generábamos esperanza, ahora ya no. Y no va a estar fácil salir del hoyo si le permitimos al divisionismo, al cacicazgo instaurado, al conformismo de migajas, al grupismo rastrero… entre otras plagas, que nos sigan comiendo por dentro». ¿Algo nuevo bajo el sol?

No reconocer errores y sobre todo no buscar enmendarlos, desoír lo que nos están gritando quienes antes votaban por nosotros, es de necios, para decirlo de manera educada. Ya no estamos convenciendo casi a nadie de que somos opción. Hoy está más que claro que partidos como el PAN tienen que repensarse, nos perciben como «más de lo mismo», y eso lo abominan en estos tiempos. Tenemos una doctrina humanista que no hemos sabido llevar a la conciencia de los mexicanos, nos ven como una antigualla, y eso es una barbaridad, porque los principios en los que se enraíza nunca estarán pasados de moda. Estamos hablando de solidaridad, de subsidiariedad, de bien común y de respeto a la dignidad de la persona humana. De todo esto necesita la sociedad de hoy para no dejar de serlo, porque el día que eso suceda se extingue el ser humano de la faz de la tierra, y será otro ente el que la pueble. A ver si esto nos mueve a los panistas para asumir nuestra responsabilidad histórica.

El régimen por el que votaron la mayoría de los compatriotas el domingo 2 de junio, está generando más pobreza extrema, está atentando contra derechos fundamentales, como son la salud, la educación y la seguridad nacional, y sin embargo gana la presidencia de la República, la mayoría calificada en la cámara de diputados, la del Senado aún no se define cuando esto escribo, pero hasta donde he seguido la información está a tres senadores… ¿Cómo? Mi lógica no me da para entender esto, pero así está.

Y las gubernaturas, se me olvidaban: Yucatán, Chiapas, Tabasco, Veracruz y Puebla… ¿Qué tal? Espere usted las reformas que vendrán a la propia Constitución. ¿Qué tal la República Mexicana Socialista o Popular Mexicana? ¿Ya se vio eligiendo jueces, incluso a los propios ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación? Y si por las vísperas de sacan lo santos, pues el robo de las afores es solo el principio de la «expropiación». Si, por eso votaron la mayoría de los electores el 2 de junio. Y ya entrados en gastos pues desaparecen el INE y el IFAI, nomás para abrir boca. Tener manos libres para reformar la Constitución es la mayor desgracia que le ocurrirá a nuestro país. Le entregaron todo a Morena. No dejaron un solo contrapeso. No hay nada a que asirse. Más nos vale en la oposición construirlo.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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