Satán, el adversario mendaz

Para Alejandro Ramírez Santoyo, un auténtico buscador de la verdad, a cinco años de su partida.

Hace ya un buen rato, tuve la suerte de leer un folleto en torno al diablo que se titulaba de manera creativa y original Satán en horas bajas. El autor es Manuel Fraijó. Por el título ya adivina el lector la tesis central del opúsculo. Que hoy la creencia en la existencia del diablo se encuentra en franco reflujo. Yo defiendo en esta oportunidad que tal tesis requiere puntuales precisiones e interpretaciones. Y para ello voy a acometer un somero análisis en torno a la novela El adversario de Emmanuel Carrère.

El 9 de enero de 1993, hace ya más de 30 años, Jean-Claude Romand asesinó a su mujer, a sus hijos y a sus padres. ¿Por qué lo hizo? No soportó el que descubrieran la verdad: que toda su vida se había dedicado a mentir, que resultó ser un embustero profesional. Durante años se hizo pasar por investigador en la Organización Mundial de la Salud, en Ginebra. Así lo narra Carrère: «Él hubiese preferido sufrir de veras un cáncer que la mentira … pero el destino había querido que contrajese la enfermedad de la mentira, y no era culpa suya haberla contraído» (EA, p.54). Sumaron 18 años de doble vida. Sus gastos se fueron multiplicando. Ya no había modo de solventarlos. El cerco se fue estrechando. Y en esa «pendiente resbaladiza» se vio obligado a tomar esa terrible decisión.

Carrère intituló su novela El adversario. Satán quiere decir, en hebreo, el adversario. Carrère ve a Romand, en el fondo, más que como un poseso de Satanás, como su encarnación. El adversario es el mentiroso. Lo propio de Satán es mentir, mejor dicho, engañar. El Génesis lo advierte con nitidez: la serpiente engaña a Eva. (I Tim 2,13-15)

Nuestro tiempo es el tiempo de la mentira. Quien mejor lo observó fue el sociólogo francés Jean Baudrillard. Todo es un simulacro. De nada sirve mentir o decir la verdad, todos estamos engañados. Por los medios de comunicación, por la hiperrealidad, por nosotros mismos. «Dijeron que antiguamente se fue la verdad al cielo, tal la pusieron los hombres, que desde entonces no ha vuelto», escribió el Fénix de los ingenios.

Romand se convierte al cristianismo en la cárcel. Se vuelve una persona creyente y orante. Aunque el mismo Carrère duda de la profundidad de su «metanoia». Así termina su novela: «De que Jean-Claude Romand no representa una farsa para los demás, de eso estoy seguro; pero el mentiroso que hay en él, ¿no la representa para sí mismo? Cuando Cristo entra en su corazón, cuando la certeza de ser amado, a pesar de todo, hace que rueden por sus mejillas lágrimas de alegría, ¿no sigue siendo el adversario quien le engaña? (EA, p. 136). Romand fue liberado en 2019 y se entregó al misticismo en la vida monacal.

En los tiempos electorales que vivimos, la política deviene mentira y engaño. Es casi imposible discernir lo verdadero de lo falso. Todos nos tragamos el sapo o quizá el sapo sea un demonio. El discernimiento político se torna imposible.

Se suele identificar a cierto demonio con un pecado capital. Por ejemplo, Belcebú, el Señor de las Moscas, promueve la gula. Y como la mentira no es considerada uno de los siete pecados capitales, no hay demonio particular que simbolice expresamente la mentira. Empero, a partir de la historia de Romand, podríamos señalar como lo propio de Satanás la engañifa. Y por ello es él el adversario a vencer en la búsqueda incesante de la verdad.

Javier Cercas ha escrito una obra paralela, El impostor, que retrata de cuerpo entero a otro falsario: Enric Marco. En otro momento habré de referirme a él. Guillermo de Toro ha recreado, recientemente, en el séptimo arte, a Pinocho. No sé si su intención haya sido poner de relieve la importancia de la mentira en un mundo donde el velo de Maia oculta el «noúmeno». Mario Mendoza ha escrito Satanás para contarnos la horripilante historia de Campo Elías y la masacre del restaurante Pozzetto en Colombia. El adversario gusta de matar y destruir, pero, sobre todo, de mentir. Todo se ha vuelto un «trampantojo».

Referencia:

Carrère, Emmanuel, El adversario. Una novela rusa. De vidas ajenas, Trad. de Jaime Zulaika, Anagrama, Compendium, No. 10, Barcelona, 2017.

2 comentarios en “Satán, el adversario mendaz

  1. La mentira se vuelve tan importante en ciertos medios, que es imposible pensarlos sin ella. La abogacía es uno de ellos, lamentablemente.

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