Las campañas políticas en Coahuila y el Estado de México representan para la historia política del país un antecedente de lo que pudiera ser el proceso electoral del próximo año en México y que puede registrar el desencanto que ya se percibe en algunos momentos en las jornadas electorales, el cansancio de los protagonistas y los ciudadanos por el tiempo destinado al proselitismo.
El inicio de la campaña en Coahuila para algunos puede ser de regular a medio, porque los números que ofrecen las encuestas no cambiaron radicalmente incluso después de los tres debates entre los aspirantes a la gubernatura.
Incluso los números de las encuestas en apariencia, salvo una eventualidad o una bomba informativa, cambiarían poco y su variación no superaría los 5 puntos porcentuales hacia arriba o abajo en el resultado final de la elección del 4 de junio.
Al parecer para los cuatro candidatos ya no hay mucho que ganar o mucho que perder aún y cuando hay un 12% aproximado de ciudadanos indecisos que no deciden todavía por quien van a votar o si van emitir sufragio.
Esta situación al parecer provocó en algunos candidatos y partidos que el ritmo se relajara y se limitara el número de eventos, visitas y actos de proselitismo en las cinco regiones de la entidad.
Las campañas prácticamente ya recorrieron las cinco regiones de la entidad hasta en dos o tres ocasiones algunos candidatos y pareciera también que el discurso y las ofertas de gobernanza ya se agotaron y fueron presentadas.
Ciudadanos y aspirantes ya observan el fin de la campaña y lo esperan para acudir el domingo 4 de junio y culminar un proceso que, si bien no ofreció grandes novedades, tampoco sorprendió y prendió lo suficiente.
Hay que destacar que candidatos y partidos se conducen con extrema precaución para no violar reglas y leyes electorales que en el futuro pueden costar impugnaciones a los resultados y sobre todo errores que cuestionen un proceso que en apariencia transcurrió sin incidencias mayores.
Al parecer los casi dos meses de campaña fueron suficientes y sobrados para que ciudadanos y aspirantes conocieran los proyectos de gobernanza e incluso muchos de los electores ya tienen tomada su decisión para el día de la elección.
Para muchos el tiempo de campaña fue mucho para lo que los candidatos podían ofrecer y pareciera que en algunos casos el entusiasmo se apagó o las ideas se agotaron e incluso puede ser que las propuestas fueron suficientes para ser cumplidas en la gobernanza.
El estilo de hacer proselitismo si bien no fue original o diferente, al menos registró acciones que no corresponden a la normalidad y uno de los hechos a valorar es que los cuatro candidatos participaron en los tres debates sin importar sus posiciones en las encuestas.
Seguramente se pueden enumerar otras acciones para diferenciar ésta de otras campañas, pero lo que es un hecho, es que la experiencia de este año en Coahuila y el Estado de México ofrecerá aprendizajes y enseñanzas para el proceso del próximo año y sobre todo para establecer un balance de los positivo y negativo para procesos electorales del futuro en nuestro país.