Sobre héroes y santos

El hombre corriente se ve envuelto en actos, el héroe actúa.

Henry Miller

El místico es en realidad más que hombre.

Henri Bergson

En 1958 el filósofo británico J. O. Urmson concibió el relato de «El soldado valiente y la granada de mano». La finalidad era ir más allá de la tradicional clasificación de la acción moral que encasilla todo en lo obligatorio, lo permitido o indiferente y lo prohibido. Añadió así la relevancia de lo supererogatorio. Mientras un grupo de soldados entrena con granadas de mano, desafortunadamente a uno de ellos se le escapa una de las granadas y pone en peligro a todo el colectivo. Uno de los miembros de éste se arroja sobre la granada, pierde su vida y salva al resto. Se trata de un acto de heroísmo. No todos los seres humanos estamos llamados a esto. Los actos de supererogación son propios solamente de los héroes. A todos se nos exige moralmente lo que está plasmado en los diez mandamientos, los mínimos morales del respeto kantiano, lo obligatorio. Pero no el dar la vida por los demás. Maximiliano Kolbe, un santo del siglo XX, entre tantos ejemplos, ofrendó su vida en lugar de otro prisionero en un campo de concentración. Pudo no haberlo hecho, y no por ello lo hubiéramos tachado de inmoral. Pero dio el plus que a menudo no se brinda.

Considero que quien mejor captó el aporte de los héroes y los santos a la vida, es el gran Henri Bergson. En Las dos fuentes de la moral y la religión distingue con acierto una moral cerrada de la moral abierta. La moral cerrada se origina por presión social en el marco de un grupo o una cultura. Los miembros de dicha colectividad se sienten obligados a cumplir con una serie de deberes o normas. Se trata de conservar lo establecido. En cambio, la moral abierta o de aspiración brota de la acción de ciertos individuos excepcionales que se atreven a generar nuevos valores, que después se convertirán en normas. Bergson pone como ejemplos máximos de este heroísmo a Sócrates y a Jesús. El elán o impulso vital se fortalece con la participación de estos personajes. Hay un progreso innegable. Aunque es también este elán el que los lleva a las cimas de la entrega total.

En cuanto a la religión, el autor de La risa sostiene que hay dos tipos de religión: la estática y la dinámica. La estática cumple con ciertas funciones: nos defiende de las tendencias disgregadoras, nos protege en relación con la impotencia y el miedo a la muerte, etcétera. Por el contrario, la religión dinámica no responde a una exigencia de la naturaleza ni cumple con ciertas funciones como las citadas. Es más bien una ruptura, y este misticismo, así lo moteja Bergson, representa el triunfo del impulso vital. Pero Bergson está hablando en particular del misticismo cristiano, de ese que vemos en las figuras de Teresa de Ávila, de Santa Catalina de Siena, de Francisco de Asís, etcétera. Se trata de un misticismo activo, de ninguna manera en franca fuga mundi. Quizá quien mejor lo haya plasmado sea Ignacio de Loyola con su afortunada espiritualidad que invita a la «contemplación en la acción».

El diccionario es preciso al afirmar que «erogar» implica «distribuir, repartir bienes o caudales». En pocas palabras, «dar». Pero si pensamos, ¿en qué significa «supererogar»?, habremos de advertir que se trata de poseer en grado sumo la virtud de la «generosidad». De dar más de lo debido. Porque en realidad no se trata simplemente de dar, sino de darse.

Los tiempos modernos y posmodernos yacen ayunos de heroísmo y santidad. Sería saludable contar con figuras ejemplares que renueven la axiología vigente. El santoral (no así el «heroiral», que no existe), nos remite a personas que en el pasado realizaron la gracia divina hasta el extremo. Sin embargo, eso forma parte de la memoria. El presente exige la renovación de la supererogación heroica. No importa que ello conlleve un dejo de tragedia. El héroe es, por definición, trágico. El presente requiere de una moral abierta y de una religión dinámica que «impulsen» vitalmente el entorno.

Referencias:

Bergson, Henri, Las dos fuentes de la moral y de la religión, Trad. de Miguel González Fernández, Porrúa, «Sepan cuantos…», No. 590, México, 1990.

Dupré, Ben, 50 cosas que hay que saber sobre ÉTICA, Trad. de Julia Alquézar, Ariel, Barcelona, 2013.

Urmson, J. O., Saints and Heroes, in Essays in Moral Philosophy, A. Melden (ed.), University of Washington Press, Seattle, 1958.

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