Sucesión inédita, AMLO y Riquelme tras la gubernatura; elección reñida

Después de la alternancia en el poder, los gobernadores empezaron a nombrar heredero. En la mayoría de los casos, sin embargo, el resultado fue ruinoso para los estados: nepotismo, corrupción y deudas exorbitantes. El partido de López Obrador gobierna 22 entidades. Coahuila y Edomex, en el punto de mira

Coahuila y Edomex, los últimos baluartes del PRI

Va por México gana tres gubernaturas y pierde 16

Coahuila vivirá el año próximo unas elecciones sin precedente. Ninguna sucesión había afrontado al presidente de la república y al ejecutivo del estado. Antes de la alternancia en el poder, el jefe de Los Pinos designaba al candidato, el gobernador acataba, casi siempre a regañadientes, y la maquinaria PRI se ponía en marcha. El resto era pan comido: el ungido ganaba por las buenas o por las malas. En 1989 las cosas dieron un giro: Carlos Salinas reconoció el primer triunfo de la oposición, en Baja California. No lo hizo por espíritu democrático, ajeno a su formación política, sino por un compromiso con el PAN, que lo había legitimado tras el fraude electoral del año previo.

Ernesto Zedillo cumplió la promesa de establecer una «sana distancia» entre su Gobierno y su partido, pero aun así la mayoría de los gobernadores giraba en la órbita presidencial. El PRI, por su parte, mantuvo las mismas prácticas antidemocráticas e impuso candidatos sin tomar en cuenta méritos ni trayectorias. En tal contexto, Ricardo Monreal renunció a su militancia priista, se postuló por el PRD —entonces liderado por Andrés Manuel López Obrador— y ganó la gubernatura de Zacatecas en 1989. Para evitar nuevas fracturas, el PRI, inducido por Zedillo, recurrió al método de consulta interna. La decisión resultó acertada, pues al fin la militancia y los simpatizantes eran tomados en cuenta por la cúpula, pero después degeneró.

En la sucesión de 1999 —primera no resuelta por el presidente—, el gobernador Rogelio Montemayor se decantó por el empresario Jesús María Ramón. Enrique Martínez —alentado por Monreal— amagó con cambiar de partido; y el PRI, para disuadirlo, estrenó en Coahuila el sistema de consulta a las bases. Martínez obtuvo la candidatura sin mayor problema. Para encararlo, las oposiciones formaron la Alianza Coahuila (PAN-PRD-PT-Partido Verde) y presentaron a un perfil de primera línea, Juan Antonio García Villa.

Las condiciones para la alternancia eran propicias. El PAN gobernaba los municipios más poblados (Saltillo, Torreón, Monclova y Ramos Arizpe) y junto con los demás partidos controlaba la mitad del Congreso local. Sin embargo, desaprovechó el momento y la coalición devino fracaso. El resultado de la elección lo decidieron tres factores: 1) La nominación, por parte del PRI, de un candidato popular (Martínez) en un proceso abierto; 2) La inequidad de la competencia y un Código Electoral amañado; y 3) La falta de cohesión de la alianza y la desarticulada campaña de su abanderado.

Martínez recibió casi el 60% de los votos (405 mil) y García Villa apenas rozó el 34% (229 mil). El exministro de la Corte, Atanasio González, quien había renunciado al PRI por falta de democracia, fue postulado por Unidad Democrática de Coahuila, solo captó el 2.2% de los sufragios. El PRI ganó además la mayoría de las alcaldías (35) y 19 de 20 diputaciones. Solo perdió el distrito X de Torreón donde Jesús Flores Morfín (PAN) venció al actual gobernador Miguel Riquelme.

El candidato del PRI para las elecciones de 2005 también surgió de una consulta, pero simulada pues el favoritismo de Enrique Martínez por Humberto Moreira desvirtuó el proceso. Desde la Secretaría de Educación Pública y la alcaldía de Saltillo, el delfín desplegó una campaña por todo el estado a ciencia y paciencia de las autoridades electorales. A los demás aspirantes (Raúl Sifuentes y Javier Guerrero) se les sujetó a las reglas, y cuando ambos renunciaron a sus cargos para competir por la nominación ya era demasiado tarde. La facultad de nombrar candidato, antes exclusiva del presidente de la república, la asumieron los gobernadores. Con ese poder y sin contrapesos de ninguna especie, Humberto Moreira, en el colmo del nepotismo, nombró sucesor a su hermano Rubén.

El rostro del «nuevo PRI»

El consenso entre analistas, ciudadanos e investigadores acerca de la generación de gobernadores posalternancia —casi todos menores de 40 años— es que, en su mayoría, resultaron más venales, cínicos e incompetentes que los de la vieja guardia, formados bajo la tutela y vigilancia del presidente de la república. Los nuevos dieron rienda suelta a sus arrebatos sin rendir cuentas a nadie. El prototipo es Enrique Peña Nieto, impuesto en la gubernatura de Estado de México por su tío Arturo Montiel para cubrirle las espaldas y borrar los rastros de corrupción de su sexenio. Peña llegó a la presidencia con el apoyo de los gobernadores, quienes lo proveyeron de recursos para comprar votos.

Coahuila paga un precio muy alto por la sucesión entre los hermanos Humberto y Rubén Moreira. La megadeuda impagable por 40 mil millones de pesos se debe al «moreirato». El pasivo ha costado una suma equivalente por concepto de intereses. En el «docenio» también se desviaron miles de millones de pesos a empresas fantasma sin que el Sistema Estatal Anticorrupción haya movido un dedo para investigar y castigar el saqueo. En la circunstancia actual, la deuda terminaría de pagarse en los próximos 15 o 20 años.

El daño no solo es económico. La política y la instituciones —sobre todo las de justicia— se envilecieron. Las masacres de Allende y Piedras Negras permanecen impunes. Lo mismo sucede con los millares de desaparecidos por la fuerza en todas las regiones del estado. En materia social, los cinco mil millones de pesos destinados anualmente al servicio de la deuda privan a la población de obras y servicios; y al sector productivo, de infraestructura. La pandemia del nuevo coronavirus dejó al descubierto las carencias del sistema de salud. El gobernador Miguel Riquelme acaba de poner en servicio hospitales «inaugurados» por Rubén Moreira al final de su sexenio solo para la fotografía.

El escenario se repite en la mayoría de los estados. Administraciones quebradas y sin dinero para hacer frente a compromisos elementales. De la generación de gobernadores presumida por Peña Nieto, Javier Duarte (Veracruz), Roberto Borge (Quintana Roo), César Duarte (Chihuahua) y Roberto Sandoval (Nayarit) están entre rejas por delitos de corrupción, y en algunos casos también por delincuencia organizada. El exmandatario de Jalisco, Aristóteles Sandoval (46 años) fue asesinado el 18 de diciembre de 2020 por el Cartel Jalisco Nueva Generación.

La venalidad y los excesos de los gobernadores del «nuevo PRI» explican la nostalgia por la vieja clase política. La generación de Peña es corresponsable de la escalada de violencia por su relación con los carteles de la droga, de los cuales, en no pocos casos, recibió financiamiento para sus campañas. Los políticos de antaño distaban de ser democráticos, pero eran más eficaces; había mayor estabilidad y menos violencia. El presidente Andrés Manuel López Obrador busca recuperar el control de los estados. Morena y sus aliados gobiernan actualmente 22; Acción Nacional, cinco; el PRI, tres; y Movimiento Ciudadano, dos.

En las elecciones presidenciales de 2012 la operación electoral y financiera de los gobernadores del PRI resultó determinante para el triunfo de Peña Nieto, cuya campaña excedió en 13 veces el gasto legal, parte del cual pudo haberse costeado con deuda. El mismo papel jugarán los mandatarios estatales de Morena en 2024 para consolidar el proyecto de la Cuarta Transformación y el movimiento político de López Obrador. Nada ha cambiado.

Elecciones, el efecto AMLO

Morena desplazó en cuatro años al PAN como segunda fuerza electoral en Coahuila. El partido fundado por Andrés Manuel López Obrador debutó en 2017 con resultados pobres. Obtuvo el tercer lugar, muy lejos del PRI y de Acción Nacional cuyo candidato Guillermo Anaya estuvo a menos de tres puntos porcentuales de ser gobernador. En los comicios presidenciales de un año después, la votación del partido guinda se disparó a 609 mil, la del PRI retrocedió a 358 mil y la del PAN bajó a 307 mil. El efecto AMLO le permitió a Morena ganar las dos senadurías de mayoría y tres diputaciones federales junto con el PT y Encuentro Social.

En el proceso electoral de 2017, el más crítico en la historia del partido gobernante, el PRI perdió la mayoría del Congreso local. Sin embargo, el colmillo retorcido del gobernador Miguel Riquelme le permitió neutralizar al grupo parlamentario del PAN y librar el escollo. 2018 fue otro año de fracasos para el PRI: en las elecciones concurrentes perdió la presidencial, los escaños senatoriales de mayoría, cuatro diputaciones federales y apenas consiguió 18 alcaldías. El PAN ganó Torreón, Monclova, San Pedro y otros ocho municipios. Morena se hizo con cuatro, tres de los cuales (Piedras Negras, Matamoros y Francisco I. Madero) jamás habían tenido alternancia. En Saltillo, el PRI venció a Morena en relación de dos a uno.

El partido de Riquelme le dio la vuelta a la tortilla en 2020, cuando hizo carro completo en las elecciones legislativas al ganar los 16 asientos de mayoría. Morena logró cuatro diputaciones de representación proporcional y el PAN, tres. La tendencia se mantuvo en las intermedias de 2021. El PRI venció en cuatro diputaciones federales y recuperó las alcaldías de Torreón, Piedras Negras, San Pedro y Matamoros, pero volvió a perder Monclova con el PAN. Morena estuvo a punto de conquistar Torreón, pero su derrota en Saltillo, donde postuló al senador Armando Guadiana, fue aplastante. El triunfo de José María Fraustro confirmó a la capital como la principal reserva de votos del partido hegemónico en el estado.

El dominio del PRI obedece a varios factores: su control sobre el aparato estatal y los poderes públicos, la operación electoral del Gobierno, oposiciones débiles, desarticuladas y sin liderazgo, un elevado abstencionismo (en los comicios legislativos de 2020 la participación no alcanzó siquiera el 40%), la buena imagen de Riquelme y el voto antiAMLO favorable al partido del gobernador. Los errores y la nula defensa del presidente López Obrador en temas sensibles como la pandemia del nuevo coronavirus y la seguridad pública creó un ambiente negativo para Morena. El senador Guadiana y el delegado Reyes Flores favorecieron sus agendas personales en vez de responder a la embestida mediática y política contra el líder de la Cuarta Transformación.

La figura del subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, quien emigró de Coahuila por su oposición al «moreirato», surgió en ese contexto para afrontar a Manolo Jiménez, favorito del gobernador Riquelme para sucederle. El presidente López Obrador declaró en marzo pasado, en Palacio Nacional, que Mejía —exdiputado local y exlíder de la CNOP en el estado— venía a Coahuila a defender el proyecto de la 4T. La primera encomienda consistió en promover la participación ciudadana en el revocatorio de mandato del 10 de abril pasado, desalentada por el gobernador en una asamblea del PRI. Las cartas de AMLO y de Riquelme para la sucesión del gobernador están sobre la mesa. E4


Coahuila y Edomex, los últimos baluartes del PRI

Morena y la coalición Va por México están en empate técnico en el primero; el partido guinda vencería al frente opositor en el segundo: encuestas

El presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Miguel Riquelme son los principales activos de Morena y del PRI en Coahuila. Ninguno de ellos estará en las boletas el 4 de junio próximo, cuando se elija al sucesor del segundo, pero sí en el imaginario colectivo. Estado de México nombrará al titular del poder ejecutivo en la misma fecha. Una encuesta del periódico Reforma perfila como favorita a Delfina Gómez, de Morena. Hace cinco años, la exalcaldesa de Texcoco estuvo a punto de ser la primera gobernadora de Edomex, pero el presidente Peña Nieto influyó en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para impedirlo.

Mantenerse durante cinco años fuera del ojo del huracán y no mostrar el carácter atrabiliario de sus predecesores Humberto y Rubén Moreira ha favorecido a Riquelme, uno de los gobernadores mejor evaluados del país según varios sondeos. También ha sorteado la crisis derivada de la megadeuda por 40 mil millones de pesos que recibió del «moreirato». En cambio, su participación en la Alianza Federalista, creada para presionar al Gobierno federal en busca de obtener mayores fondos y participaciones, no produjo resultados. El bloque se extinguió tras la derrota de la coalición Va por México (PRI-PAN-PRD) en las elecciones de 2021, pues Morena y sus aliados retuvieron la mayoría absoluta en el Congreso.

La aprobación promedio de López Obrador en los estados es del 58.3%; y de los gobernadores, del 48.9%, de acuerdo con una encuesta de Mitofsky de agosto pasado. Riquelme supera a AMLO en Coahuila por cinco puntos. En un sondeo de Demoscopia Digital del mismo mes, el presidente registra una calificación nacional del 68.7%; y en Coahuila, del 62.6%. Se trata, pues, de dos líderes populares. La cuestión es: ¿cuál de los dos influirá más en el ánimo de los votantes? AMLO, sin estar en las papeletas, inclinó la balanza en los 22 estados gobernados por Morena. Si las tendencias se sostienen, el partido guinda ganaría Estado de México a la alianza PRI-PAN-PRD.

Las encuestas en Coahuila también proyectan una competencia cerrada entre las formaciones de AMLO y de Riquelme. A siete meses de los comicios, la intención de voto por la eventual coalición PRI-PAN-PRD es de 42.9.% y por Morena, solo, del 40.7% (Massive Caller, 23.11.22). Coahuila y Edomex son los únicos estados donde no ha habido alternancia y donde las gubernaturas se renuevan antes que la presidencia. Erróneamente se piensa que el resultado en ambas entidades decidirá la elección del presidente. En los tres últimos procesos, el PRI ganó Estado de México y Coahuila, y aún así perdió el poder; en los dos primeros casos con el PAN, y en el tercero, con Morena.

Las candidaturas de Manolo Jiménez, por el PRI, y de Ricardo Mejía, por Morena, se dan por descontadas. Solo falta formalizarlas. En Movimiento Ciudadano, que gobierna Jalisco y Nuevo León, dos de los estados más industrializados del país, las preferencias se inclinan por Alfonso de la Peña (33.8%), seguido de Evaristo Lenin Pérez (16.3%). Líder de Unidad Democrática de Coahuila (UDC) y socio del PAN en las últimas elecciones para gobernador, Pérez anunció que su partido postulará a su propio candidato. ¿En quién recaerá la nominación? En Lenin Pérez. UDC estuvo a punto de perder el registro y el financiamiento por presiones del Tribunal Electoral del Estado, satélite del Gobierno. El expresidente del organismo, Valeriano Valdés, funge ahora como asesor jurídico de la administración estatal. E4


Va por México gana tres gubernaturas y pierde 16

PRI, PAN y PRD no han podido con Morena. Coahuila tendrá en 2023 las elecciones más competidas de su historia. Jiménez y Mejía, parejos: El Universal

La efectividad de la coalición Va por México en las elecciones para gobernador es del 15.7%. Ha ganado tres, aunque en Chihuahua no incluyó al PRI, y perdido 16 con Morena y sus aliados. Los gobernadores de Coahuila, Miguel Riquelme, y de Estado de México, Alfredo del Mazo, negocian alianzas a escala local para plantar cara al partido del presidente Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del año próximo. El PRI, el PAN y el PRD reactivaron el frente opositor en el Congreso después de las manifestaciones del 13 de noviembre en defensa del Instituto Nacional Electoral. Empero, en la cúpula de Acción Nacional todavía existe reticencia para negociar pactos electorales con el líder priista Alejandro Moreno.

Sin coalición, la derrota del PRI en ambas entidades parece inminente de acuerdo con las intenciones de voto. En Coahuila, el aspirante mejor posicionado de ese partido a la gubernatura es el secretario de Desarrollo Social, Manolo Jiménez, y en Estado de México, el panista Enrique Vargas, exalcalde de Huixquilucan y actual diputado local (Massive Caller). Del Mazo apresuró el destape de su exsecretaria de Desarrollo Económico y también legisladora del Congreso mexiquense, Alejandra del Moral. Sin embargo, el PAN presiona para que Vargas sea el candidato del bloque.

Para despejar el camino hacia una alianza con el PAN, el Congreso de Coahuila aprobó la iniciativa de Riquelme para reformar la Constitución y crear la figura de Gobiernos de coalición. El PRI necesita a los votantes de Acción Nacional para ganar unas elecciones que por ahora están empatadas, según los sondeos. El líder del PRI, Rodrigo Fuentes, y las presidentas del PAN, Elisa Maldonado, y del PRD, Thelma Guajardo, han sostenido reuniones para definir las bases del frente.

Riquelme ha declarado que el PRI nombrará candidato en un proceso interno, el cual dirimirá las diferencias entre quienes manifiestan interés en sucederle. Además de Jiménez, baraja al diputado federal Jericó Abramo —el aspirante con mayor experiencia electoral— y al alcalde de Torreón, Román Cepeda. En las mediciones de Massive Caller, el exsenador panista Guillermo Anaya ocupa el segundo lugar de las preferencias para encabezar la coalición PRI-PAN-PRD (12.4%), después de Jiménez (52.8%). Anaya ha estado fuera de los reflectores en los últimos años. Su posición en los sondeos lo explica haber sido candidato al Gobierno en las dos elecciones previas.

Una encuesta de El Universal, elaborada por Carlos Penna Charolet, advierte que el aspirante de Morena más competitivo y con mayor opinión positiva (29%) es el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía. El exdiputado panista Luis Fernando Salazar registra el 19% y el senador Armando Guadiana, el 13%. Si los candidatos fueran Mejía y Jiménez, por la alianza PRI-PAN-PRD, la pesquisa arroja hoy un virtual empate. La intención de voto por Mejía es del 45.3% y por Jiménez, del 44.8%.

En cambio, si la gubernatura se decidiera entre Guadiana y Jiménez, la coalición ganaría por un margen de 17%, dice la encuesta de Penna. Los partidos acelerarán sus procesos para nombrar candidato una vez transcurrido el quinto informe del gobernador Riquelme. Coahuila vivirá en 2023 las elecciones más reñidas de su historia. Jamás había ocurrido que las principales fuerzas políticas estuvieran en empate técnico antes de iniciar las campañas. El riesgo de fractura en el PRI parece haberlo conjurado Riquelme. En Morena, la tarea de conciliar intereses corresponde al presidente López Obrador. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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