La Iglesia Católica en Coahuila y el país está de luto. La tarde del jueves 3 de febrero falleció, en Saltillo, el obispo emérito Francisco Raúl Villalobos Padilla, a los 101 años. Así se confirmó en un comunicado de la Diócesis emitido por la noche, donde se indica que las complicaciones por COVID-19 fueron el motivo del deceso.
Previamente, en la mañana de ese mismo jueves, la Diócesis comunicó: «Monseñor (Villalobos) pasó una noche complicada, intranquilo, con complicaciones para seguir indicaciones. Bajo observación médica 24/7, sus signos vitales en los parámetros normales y no presenta síntomas derivados del COVID-19». Pero la situación cambió y repentinamente sobrevino el fallecimiento.
Era el religioso más longevo en todo el episcopado mexicano. Monseñor Villalobos, quien se mostraba afligido por la noticia del fallecimiento de una de sus hermanas, en Guadalajara, de donde es originario, recién había cumplido 101 años el 1 de febrero, pero la celebración de la misa de acción de gracias se había pospuesto para el sábado 5, debido a que en días previos había resultado positivo a COVID-19, de lo cual se recuperaba satisfactoriamente en su domicilio.
Con reconocida trayectoria, Villalobos consagró su vida a predicar el Evangelio. En agosto de 2021 cumplió 50 años de ser obispo y aún oficiaba misa en celebraciones importantes. Su aniversario de Oro fue su último festejo Episcopal donde recibió felicitaciones de la feligresía, sacerdotes, párrocos, religiosas y del mismo Papa Francisco desde El Vaticano.
«Monseñor Francisco Villalobos Padilla ha partido a la Casa del Padre oremos por su eterno descanso», pidió el obispo titular de esta demarcación religiosa, Hilario González García, en un aviso del jueves a las 23:25 horas.
A través de la página digital de la Diócesis de Saltillo, el también obispo emérito Raúl Vera publicó la siguiente carta:
«En Memoria de Monseñor Francisco Villalobos Padilla (1921-2022). Obispo Emérito de Saltillo. Ante la imposibilidad de hacerme presente en el funeral del muy querido hermano y compañero de vigilancia pastoral, Monseñor Francisco Villalobos, comparto mi sentir con todas y todos ustedes, uniéndome al sentimiento del Pueblo de Dios que peregrina en nuestra Diócesis de Saltillo, por su inesperado deceso. Me asocio a su pena y dolor.
»Con la impecable salud de la que gozaba el Señor Villalobos, y que contrastaba con su edad, el sentimiento que inunda mi corazón, es que teníamos Obispo Emérito para rato. Verdaderamente me toma por sorpresa su partida.
»Menciono la vigilancia, dado que esa es la traducción correcta de la palabra obispo, que procede del griego: Vigilante. En mis cada vez más frecuentes conversaciones con don Pancho, seguíamos analizando la manera en que el trabajo pastoral debe realizarse, y lo que la Iglesia y la sociedad requieren hoy en día de nuestra parte como pastores.
»También me uno a la Acción de Gracias, tanto del pueblo de Dios como de la familia de monseñor Villalobos, por la bendición fecunda y llena de gracia que significó para todas y todos, contar con los frutos del infatigable celo apostólico que el mismo Francisco pudo ver durante su extensa vida.
»Dios, que es justo y buen pagador de quienes le sirven con la perseverancia como hizo su siervo Francisco Villalobos Padilla hasta el último instante de su vida, lo asocie en el Cielo a gozar su Gloria, junto con nuestra Madre Santísima, los Ángeles, las Santas y los Santos, para toda la eternidad». Que así sea. (Saltillo, Coahuila, 4 de febrero de 2022. Fr. Raúl Vera López, O.P. Obispo Emérito de Saltillo)». E4