Tercer aniversario, informe y decepción…

En medio de la pandemia, con casi medio millón de muertos por el COVID-19 (datos de Hugo López Gatell, subsecretaria de Salud), si se multiplica la cifra oficial por ocho, con un país donde hay más muertos por la inseguridad y el fallido (casi inexistente) combate al crimen organizado y el narcotráfico, el triste, abatido y disminuido poder ejecutivo federal celebra lo incelebrable y se anima él solo ante sus cada vez más pocos fieles seguidores-servidores públicos y privados, pues el país se dirige a una franca picada de inseguridad y faltad de crecimiento y desarrollo.

Visiblemente disminuido, física, moral y emocionalmente, al ejecutivo federal ya no le alcanzaron sus arengas políticas campañeras, sus números y cifras alegres o su desgastado discurso contra la corrupción y la insistente cantaleta de culpabilidad que justifica en el pasado la realidad de la actualidad.

En una ceremonia a modo, como siempre sucede incluso en el pasado, se conmemoró a principios del mes de julio, un tercer aniversario de la llegada al poder y el triunfo electoral de su movimiento político, en un ambiente de futurismo político (por cierto aún temprano en tiempos de política) con un discurso que parecía más un dialogo de auto convencimiento y de adoctrinamiento político para encontrar una motivación que permita mantenerse en el poder y avanzar en su propósito de continuidad gubernamental.

Sin una lista de logros, obras o realidades que ubicarán verdaderos cambios positivos en el país, el nuevo presidencialismo mexicano nuevamente lanzó el reto a la oposición y descalificó de facto la disertación social, mediática y por consecuencia política de quienes no comparten y señalan con pruebas que el país no avanza y que por el contrario retrocede.

Es el décimo «informe» que se realiza y en ninguno se establecen metas medibles para conocer avances o bien estatus de continuidad en programas de obras y acciones de gobierno que mejoren temas básicos como seguridad, salud y desarrollo económico, entre tópicos de desarrollo social.

Nuevamente a casi cinco días del informe en mención, un periodista mexicano que labora en un medio internacional, interpeló y cuestiono al presidente las cifras de violencia extrema de la delincuencia organizada y el manejo de la pandemia en nuestro país.

En el tema de seguridad, con números del propio gobierno federal y en base a una declaración presidencial documentada, el periodista cuestionó las cifras de muertos y el nulo avance de las políticas federales para combatir la inseguridad.

La respuesta oficial presidencial, nuevamente fue de descalificación con una frase «yo tengo otros datos» e incluso de denostación y juicio personal sobre la capacidad del periodista que no es la primera vez que cuestiona y exhibe al ejecutivo federal en turno.

En fin, son tres años en los que no hay mucho que celebrar, con rezagos y aumento de pobreza, con muertos por pandemia y por la delincuencia, sin obras y con reclamos que hoy colocan a la administración pública federal en un escenario de cifras y fantasías que no corresponden a la realidad y que cada vez más sectores sociales demandan y reclaman.

La clase media de este país ya reaccionó y aunque aún hay un alto número de beneficiarios de programas sociales clientelares y paternalistas, el futuro y sus pronósticos podrían apuntar a que aumente el número de ciudadanos inconformes y sobre todo realistas, de que aquí no hay nada que celebrar y sí mucho que deba preocupar.

Autor invitado.

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