Aquí existen dos situaciones. Cada vez es más difícil defender el contenido mexicano y ¿qué le está pasando a Netflix? Lo primero lo digo por la nueva película Fondeados. Una cinta mexicana que no termina de despegar, que intenta ser algo con lo que los jóvenes hacen match y no llegan ni al ma… mientras, por otra parte, ¿no era Netflix un sello de garantía? O tal vez, ¿este tipo de productos es lo que su equipo de trabajo les dice que nos gustan? ¡Wow!, ya me dio miedo.
¿De qué va la película? La trama va de dos ninis al borde del colapso profesional que crean una campaña crowdfunding durante una borrachera (lo que normalmente platicas con los amigos, de hacerse ricos emprendiendo), pero al día siguiente no recuerdan nada. Y pronto descubren que su video de emprendedores logrará la meta millonaria con la promesa de una app ficticia que revolucionará el mundo tecnológico. Los fondeados se ven orillados a desarrollar la tan esperada app lidiando con los obstáculos de ser un emprendedor por accidente. Suena entretenido, pero pareciera más un capítulo de una serie ligera que una producción de largometraje.
Podríamos decir que es una parodia hacia nueva economía digital. Recién estrenada en Netflix, es el primer largometraje de Marcos Bucay, guionista de la serie Club de Cuervos. Los actores Aldo Escalante y Ricardo Polanco se meten en la piel de Polo y Blas, y Natalia Téllez (Netas Divinas) se desempeña como una neurótica fondeadora de proyectos.
La película caricaturiza los vicios del mundo de las start-ups. Los protagonistas acuden a fiestas donde aquel que no tiene una cuenta verificada en Instagram o un portafolio de proyectos innovadores es un perdedor.
Siempre es bueno darle una segunda, tercera, cuarta oportunidad al cine mexicano, pero en ocasiones de verdad uno se pregunta, ¿hasta cuándo? Creíamos que Netflix como plataforma de streaming abriría las puertas a buenos proyectos mexicanos, pero pareciera que no hay mucha diferencia de lo que antes se nos ofrecía en la pantalla grande.
También está de pensarse, parece ser que no solo es cuestión de dinero para que se desarrollen buenas historias, parece que los guiones, las actuaciones que ofrecen los profesionales del cine —o dicen serlo— se quedan a medias, o quizá este tipo de productos es los que realmente nos gusta y solo lo criticamos para limpiarnos la culpa de ver por más de una hora estas producciones. ¿Por qué querer tratar de imitar las comedias americanas?
Uno a veces se cuestiona ¿realmente si nos dieran más recursos para hacer cine mejorarían las producciones mexicanas?