Trump vs. Biden, del pulso a las urnas

Estados Unidos acude a elecciones para decidir entre cuatro años más de nacionalismo extremo o una riesgosa ideología de izquierda; México atento y atado a cuanto sucederá en su vecino del norte

Registra récord el número de votos anticipados

COVID-19: Factor inédito para las elecciones

Hoy, como nunca, las elecciones de Estados Unidos son puestas bajo la lupa. Las tensiones comerciales con China, los agravios a México, el temor a la imposición de una ideología de izquierda, el irrespeto por los acuerdos climáticos internacionales y, por supuesto, el azote de una pandemia alrededor de todo el orbe, convierten los comicios de este 3 de noviembre en un asunto de crucial importancia. No es secreto para nadie que el futuro político de la nación más poderosa del mundo trasciende sus fronteras e impacta en la agenda de muchos gobiernos, especialmente en el de México, cuya economía lleva décadas amarrada a los vaivenes del vecino del norte.

No es de extrañar entonces que, desde Los Pinos, el presidente Andrés Manuel López Obrador contrapese los pros y contras de cada uno de los candidatos. Por un lado, Donald Trump, defensor de una política radical, antisistema e impulsor del proteccionismo económico. Su eslogan America first lo conmina a recrudecer la salvaguardia de su frontera sur, donde la construcción del famoso muro sigue como pilar y estandarte del nacionalismo a ultranza que representa. Por el otro lado se yergue Joe Biden, mucho más moderado en sus propuestas e inclinado a la izquierda, si bien no de manera tan extrema como Bernie Sanders, su exrival por la nominación demócrata. Está claro que Biden busca ganarse la simpatía de los propietarios de pequeños y medianos negocios, a quienes ha prometido apoyos para fomentar el empleo. En cambio, ha anunciado aumentar impuestos a las personas que ganen más de 400 mil dólares por año. Sin embargo, lo más interesante para México es su posición ante el fenómeno migratorio, pues amenaza con darle un giro de 180 grados a la estrategia implementada por su rival republicano.

Quien quede como inquilino de la Casa Blanca tendrá que enfrentar junto a los retos de siempre —economía, política exterior, calentamiento global, migración— una variable completamente nueva en esta ocasión: el manejo de la pandemia causada por la COVID-19.

Si bien las encuestas señalan a Biden como posible ganador e incluso, poco a poco, se agrandó la ventaja de éste —comenzó con cuatro puntos, y poco antes de los comicios oscilaba entre siete y 10 puntos, de acuerdo con diversas fuentes— no debemos olvidar que en 2016 la amplia favorita era Hillary Clinton y, a la postre, el vencedor resultó ser el magnate neoyorkino, a pesar de su discurso xenófobo y sus desplantes que, en más de una ocasión, le valieron el calificativo de payaso.

Empleo y redadas

Las propuestas sobre política migratoria representan un tema que ambos candidatos manejan con mucho cuidado. Y no es para menos. Este 2020 alrededor de 32 millones de latinos están capacitados para votar y, al menos, 54% de ellos están extremadamente motivados para hacerlo, según Mark H. López, demógrafo del Centro de Investigación Pew. Si bien el número de latinos en Estados Unidos es muy superior —casi 59 millones— y no todos pueden asistir a las urnas, aquellos que no están habilitados sí pueden influir en el resto.

Donald Trump, a sabiendas de que su discurso xenófobo no es popular en el seno de la comunidad latina y de los que testimonios de familias separadas con videos de niños en jaulas no le favorecen en absoluto, hace hincapié en la generación de empleos y deja en claro que no pretende cerrar el país a los migrantes. De hecho, fomenta la posibilidad de inmigrar legalmente al país a partir de un sistema de méritos.

«Creo que nadie ha hecho más por los hispanos y por la comunidad hispana que yo».

Donald Trump, presidente de Estados Unidos

Aun así, pesan mucho más sus iniciativas nacionalistas. Prevé aumentar las deportaciones de los indocumentados. Seguirán las redadas en centros de trabajo, hospitales, escuelas y sitios religiosos. Amenaza con incrementar el precio de las visas e incluso con cambiar la Constitución para negar la ciudadanía por derecho de nacimiento. Se trata de propuestas que rechaza la mayoría de los migrantes residentes en Estados Unidos, pero son muy populares dentro del resto de la comunidad votante que la respalda para «descontaminar» al país de la competencia extranjera.

Tan solo el pasado año el número de detenciones en la frontera superó las 800 mil, más del doble de las que se registraron en 2018, acorde a los datos ofrecidos por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. Ello, a pesar de la creación de la Guardia Nacional en México que, desde sus inicios, se ha comportado como filtro migratorio en el límite con Guatemala y Belice y achica la posibilidad de que centroamericanos atraviesen territorio nacional para llegar a suelo prometido.

La construcción del muro en la frontera sur, en cambio, hoy se comporta como un arma de doble filo. Ha sido la batuta de Donald Trump desde que se postulara en 2016 y todavía hoy afirma que lo va a terminar y, ¡claro!, que México ya lo está pagando. El pasado 28 de agosto, durante un mitin en New Hampshire, recién terminada la Convención Nacional Republicana, Trump compartió la cifra de 300 millas construidas (aproximadamente 480 kilómetros). El problema es que ese número no representa con exactitud el avance real de nuevas edificaciones. Acorde con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, con datos de septiembre de 2020, solo se han levantado 56 kilómetros de muro nuevo. El resto corresponde a sustituciones o reparaciones de estructuras ya existentes que estaban deterioradas.

DACA reforzado

Al America first de Trump, Biden contrapone su «Batalla por la nación». Un conjunto de propuestas que, entre otros muchos acápites, busca el aseguramiento los valores de Estados Unidos «como nación de inmigrantes».

En buena medida, el demócrata intentaría rescatar algunas de las iniciativas esgrimidas por Barack Obama y aportar otras de su propia cosecha. Dentro del primer escenario marcha a la vanguardia el restablecimiento del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) —actualmente motivo de una batalla judicial iniciada por Trump que busca eliminarlo— y así apoyar a los dreamers agregando incluso otras mejoras al programa.

«Quiero mantener unidas a las familias, proteger a los dreamers y restaurar nuestros valores en el sistema de inmigración».

Joe Biden, candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos

En esta misma línea, como parte de sus promesas de campaña, Biden asegura que terminará con la separación de las familias y el enjuiciamiento de migrantes que hayan sido detenidos por infracciones menores y buscará rescindir las prohibiciones de viaje vigentes, por las cuales se han visto afectadas naciones como Irán, Irak, Libia, Siria, Somalia, Sudán, Yemen, Nigeria y Birmania, entre otras.

Con Biden se intentaría aumentar el límite anual de admisión de refugiados que actualmente es de 18 mil hasta los 125 mil. Sin duda, uno de sus retos más ambiciosos y de difícil consecución. De igual modo se revisarían los acuerdos migratorios con México, Canadá, El Salvador, Guatemala y Honduras.

Exportaciones y remesas

De acuerdo con datos de la Oficina del Censo estadounidense, apenas durante la primera mitad de 2019 el total de exportaciones e importaciones de bienes entre Estados Unidos y México alcanzó los 361 mil 107 millones de dólares. Buena parte de este intercambio económico se debe al auge de la industria automotriz en México, donde Coahuila mantiene su liderazgo. Para apoyar este dato vale destacar que durante el pasado año, México logró ventas al mercado internacional por 170 mil 847.4 millones de dólares, una cifra récord para un sector que ha visto crecer sus exportaciones de manera ininterrumpida desde el 2009 (Espacio 4, 651).

De ahí la atención que despiertan en México las estrategias económicas de Trump y Biden. El primero mantuvo en alza la economía estadounidense, al grado que, hasta la llegada de la pandemia, el gigante del norte mostró números crecientes por 11 años consecutivos. El salario típico de un estadounidense logró aumentar a razón de tres por ciento anual y la confianza de los consumidores de mano con la de los negocios se ha mantenido alta. De igual modo se registró un incremento favorable en el sector manufacturero tras el recorte a los impuestos.

Aunque amenazó con echar por la borda el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), se logró echar adelante el T-MEC, que, con algunas diferencias, le permite a México conservar diversos privilegios en el comercio y el proceso de inversiones con Estados Unidos y Canadá. Si Donald Trump se mantiene en el gobierno no hay por qué temer que esto cambie, al menos en un corto plazo.

La visión de Biden parece un poco más idílica y justifica su tendencia izquierdista. Ha prometido salvar al país con un paquete de medidas que pretenden potenciar todavía más el empleo y minimizar la brecha salarial entre diferentes razas. Bajo su mandato, se incrementarían las inversiones en la rama tecnológica y manufacturera. También potenciaría la compra de bienes y servicios nacionales por parte del gobierno federal. Además, busca promover políticas tributarias que ayuden a pequeños y medianos negocios.

El mayor problema es que no se ve muy entusiasmado por promover grandes acuerdos internacionales. De hecho, ha dejado claro su intención de depender menos de mercados foráneos, con China en primer lugar. Tampoco es que vaya a darle la espalda al mundo, pero México podría sufrir fluctuaciones con su principal socio económico. Etapas de bonanzas que alternarían constantemente con etapas desfavorables.

Sería sensato que López Obrador ya barajara opciones de comercio diversas que se puedan acomodar a las dos versiones económicas en ciernes, tanto en el sector industrial como el agrícola o manufacturero. Asimismo, promover nuevas facilidades para la recepción de remesas, una de las principales inyecciones financieras que nutren al país. Así lo demuestra una estimación de BBVA que calcula en 39 mil 500 millones de dólares el total de remesas provenientes de Estados Unidos para finales de este año. De alcanzarse tal cifra, se logrará un crecimiento anual de 8.4%… con todo y pandemia.

A favor y en contra

Donald Trump es aún el presidente de Estados Unidos y cada acción que acomete puede usarla a favor de su candidatura. A pesar del embate provocado por la pandemia, los estadounidenses reconocen que su labor en el sector económico ha sido positiva para el país. Sus desplantes ultra patrióticos refuerzan el sentimiento nacionalista que muchos consideraban perdido y sigue personificando una figura antisistema, desapegada del prototipo político tradicional. Además, los resultados electorales en la historia reciente de Estados Unidos parecen avalar sus intenciones pues, desde 1980, cuando Ronald Reagan ganó la Casa Blanca, solo un presidente, sin importar el partido, no ha podido salir reelecto. Fue George H. W. Bush, en 1988.

Más difícil le será convencer a los estadounidenses que es el mejor candidato para lidiar con la pandemia del coronavirus y sobreponerse a las protestas contra la injusticia racial que tuvo su mayor detonante tras el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de la policía.

Justamente, el repudio que causan los desplantes de Donald Trump es la máxima ventaja que puede aprovechar Joe Biden. Su carácter moderado despierta mayor simpatía y, para muchos, cuatro años de «probadita» antisistema con Trump han sido más que suficientes.

Irónicamente, esa misma imagen reflexiva y en ocasiones reposada, también causa inseguridad dentro del electorado. Mientras que su rival suele mostrarse temerario, va al grano y busca siempre agarrar al toro por los cuernos —aun cuando ya le ha propinado más de una cornada— no son pocos los que temen que Biden no sea capaz de tomar decisiones críticasa cuando el país necesite de una mano firme.

Si a eso le sumamos que Biden es bien conocido por sus errores verbales, al punto que hace un par de años él mismo se definió como «una máquina de descuidos», las probabilidades de hacerse con el triunfo y, de obtenerlo, mantener seguro el timón de Estados Unidos, disminuyen notablemente. Nadie quiere un presidente que sea capaz de afirmar en público que «los niños pobres son tan brillantes y tienen tanto talento como los niños blancos». Algo que hizo el demócrata en un discurso ante la Coalición Asiática y Latina en Iowa, en agosto de 2019.

Salvando las distancias, Joe Biden pudiera convertirse en la versión estadounidense de Vicente Fox.

Burros y elefantes

No importa quien resulte ganador. Todos los analistas coinciden en un aspecto trascendental que no solo influirá sino que terminará por decidir la aplicación o no de las propuestas de ambos contendientes cuando uno de ellos se consolide en la Casa Blanca. Se trata de contar con la mayoría de su partido en el Senado y la Cámara de Representantes.

El equilibrio de poderes en Estados Unidos es uno de los baluartes de su sistema democrático. Trump ya lo ha aprendido a las malas y con Biden pudiera suceder lo mismo si no logra que, durante su potencial estancia, en ambas cámaras se sienten más burros que elefantes. E4


Registra récord el número de votos anticipados

Si bien no se trata de una práctica nueva en Estatos Unidos, en esta ocasión, a causa de la pandemia, el voto anticipado cobró mayor relevancia, al punto que 12 días antes de los comicios ya la cifra de participantes era de 47 millones y con eso superaban a todos los que lo utilizaron en 2016.

Los también llamados «votos en ausencia» se realizan enviando su boleta mediante el correo. Aunque para ello se utilizó la Official Ballot Drop Box, una caja donde las personas pueden dejar anticipadamente su papeleta. En determinados casos, a los votantes se les envió automáticamente su boleta por correo.

No se trata solo del número de votantes, también se alcanzó una cifra histórica en la cantidad de estados que dieron luz verde a esta opción, con un total de 12. Y si bien los analistas consideran que esta tendencia no significa necesariamente que habrá una mayor concurrencia ciudadana en los comicios, sino que sencillamente participarán de manera diferente, al menos se espera que pueda ayudar a agilizar el sistema de conteo que, cada año, a pesar del incremento de la tecnología no alcanza a cumplir con las expectativas de obtener un dictamen rápido. E4


COVID-19: Factor inédito para las elecciones

El efecto de una pandemia y las propuestas para enfrentarla están presentes por primera vez en la intención del voto en Estados Unidos

Con casi 9 millones de casos de coronavirus reportados y, al menos, 227 mil 109 muertes confirmadas por tal causa —al momento de escribir estas líneas—, Estados Unidos lidera ambas estadísticas fatales a escala mundial. No es de extrañar entonces que el manejo de la pandemia juegue un papel importante en las elecciones presidenciales. Algo que no tiene precedente en la historia política reciente del vecino del norte y que, al mismo tiempo, representa un instrumento de persuasión que los contendientes por la Casa Blanca utilizaron para hacerse con la mayoría de los votos.

Desde el inicio de los contagios, Donald Trump ha culpado a China de ser responsable del virus, a la par que se ha mostrado escéptico respecto a la enfermedad y su postura constantemente ha sido la de minimizar sus efectos. Repite una y otra vez que la vacuna está cerca y ha preponderado a toda costa el interés económico por encima de la salud. Una decisión que ha generado mucha controversia, aunque resulta correcto afirmar que se mantiene en línea con su interés de levantar la economía nacional.

Sin embargo, la noticia de que tanto él como su esposa, Melania Trump, se contagiaron con COVID-19 significó un duro golpe a su imagen de líder invulnerable, apenas días antes de que se celebrara el segundo debate presidencial en Florida, para más inri, un estado clave en la contienda a causa de la importancia del voto latino. La primicia terminó por provocar la cancelación del evento.

Por el contrario, Joe Biden aprovechó cada una de sus apariciones para promover las medidas de salud, desde el uso de mascarillas de protección hasta la posibilidad de quedarse en casa si no es indispensable salir. Asimismo, compartió en su cuenta de Twitter los resultados negativos para el virus en la prueba que se le practicó a él y su esposa. Una manera sutil de propinarle un codazo al actual mandatario y lanzarle un aviso al mundo: «Yo tenía razón».

Pero no queda ahí. Con intenciones mucho más pragmáticas, el aspirante demócrata acusa a su oponente de no contar con un plan real para abordar el virus que «está devastando a las familias y negocios latinos» y, de camino, Biden ha enfocado buena parte de su discurso en las personas mayores de 65 años por dos motivos fundamentales: Primero, en el caso de los latinos, porque se trata de un sector poblacional indeciso —están los arraigados a Estados Unidos que siguen a Trump, pero también los que pugnan por mayores concesiones migratorias y depositan sus esperanzas en Biden—. Segundo, sin importar raza, etnia o nacionalidad de origen, todos conforman un grupo con factores de riesgo que los hacen más propensos a contagiarse de COVID-19 y buscan un líder que los mantenga a salvo.

Así las cosas, durante las elecciones este virus pudiera tener más repercusiones en el ámbito político que en el sector salud. Las urnas decidirán cuánto. E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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