Una de las normas establecidas en materia electoral se refiere al acatamiento que deben cumplir los sujetos interesados en competir en alguna elección popular entre las que se encuentran, entre otras, la prohibición de exhibir propaganda que se dé a conocer, incluso como publicidad subliminal, a los electores una pretendida postulación a un puesto de elección.
En nuestro entorno y violando toda regla, a pesar de hacerle ver su falta, en forma y por demás prepotente e ignorando las disposiciones legales, el supuesto abanderado por el partido Morena para contender por la gubernatura, Ricardo Mejía, y sin importarle que fue vencido en la encuesta que propuso su partido por el senador Armando Guadiana, se determinó que fuera excluido como candidato al puesto, sin embargo persistió con el objeto de ir escalando, lo que provocó meterse en medio de una indefinición en el sentido forzoso de que lo eligieran a él o buscaría otro partido soslayando el incumplimiento de las reglas electorales, motivo que ha causado una implosión definiéndose como una persona proclive a pretensiones políticas que sean de su conveniencia sin tomar en cuenta los preceptos legales, «La ley está hecha para el hombre», dijo Jesús.
Por tal motivo y considerando que el desapego a las reglas establecidas para concebir publicidad encaminada a darse a conocer a los electores potenciales para contender por la gubernatura en un periodo de tiempo que la norma prohíbe bajo la pena de anular su candidatura, y que a pesar de ello publicita su deseo de luchar, es fácil que la ciudadanía rechace al pretendiente por su valemadrismo a violar reglas, por lo que bajo ninguna circunstancia conviene que este tipo de personas pretenda dirigir nuestro estado, pues con esos antecedentes nos llevaría a una anarquía que nos transportaría a retroceder los avances que se han conseguido en Coahuila, por lo que los ciudadanos no lo permitiríamos.
El señor Ricardo Mejía se ha transformado en una figura desdibujada en virtud de sus cambios de partido, cayendo en un relativismo político que lo induce a perder el sentido puro que proporciona determinado partido.
Señor Mejía desde que los coahuilense tuvimos conocimiento de usted, cuando fue enviado a Coahuila por el presidente de la república con el objetivo de que compitiera por la gubernatura bajo el escudo de Morena, de inmediato surgió un descontento general tomando en cuenta que usted es una persona totalmente desconocida, como desconocidos para usted son los problemas del estado, además de que su carrera política fue realizada en el estado de Guerrero exaltando su lealtad a esa entidad federativa, y que su ausencia durante casi veinte años de nuestro estado lo ha hecho olvidar el camino que ha seguido, y que ahora supone que el puesto de subsecretario federal de Seguridad —donde ha tenido magros resultados pues la inseguridad se incrementa a diario— cuyo nivel es importante le proporciona, mediante una simbiosis perfecta, la capacidad necesaria para el puesto que intenta en Coahuila. Solo supone.
Ser una persona sensata y ecuánime le brinda un equilibrio mental que lo sitúa en la sociedad como un ente consciente que le facilita satisfacciones a su vida, y si no es así se condenaría a vivir una vida de amargura. El caminar por un sendero recto le evitará caer en el desfiladero.
Señor Mejía convénzase, su partido Morena, su mecenas el señor López, ya lo dejaron a la deriva. ¿Qué hará usted? ¿Se exiliará?
¿Qué estrategia que valga emprenderá con el fin de posicionarse? ¿Qué partido le hará el piadoso favor de acogerlo pensando que los partidos políticos ya han volteado para otro lado?
Señor Mejía no se demerite, no se devalúe, no se minimice, acepte que no lo quieren para la gubernatura, demuestre su dignidad que es un valor del ser racional consustancial al humano, que tal vez usted desconozca.
Se lo digo en serio.