Urgente proctología

Mucha razón tiene don Politicón en uno de sus comentarios. Hay un asunto que deben analizar en la próxima legislatura y en el nuevo Gobierno estatal: En la Fiscalía General del Estado de Coahuila de Gerardo Márquez hay una muy pobre procuración de justicia por acción u omisión, ya es estructural, y sin resoluciones de fondo «nomás no se avanza en el castigo de los delitos que se cometen. Algo sucede con los ministerios públicos y definitivamente se requiere de una limpia o que se pongan a trabajar».

Y se puso muy suave Politicón con esta Fiscalía que es una nulidad, una verdadera cueva de ladrones, de neófitos, solapadores, corruptos, ineptos, vendidos, sarros y sarras, incompetentes, cínicos y trinqueteros. Y que conste, como dijo el clásico, esto no es un insulto, es un diagnóstico de la gangrena que pudre nuestro sistema autónomo de procuración de justicia, un cáncer que no debe hacer metástasis al Gobierno de Manolo Jiménez, porque el próximo gobernador conoce del ramo inmobiliario respaldado por el prestigio y la legalidad y, para bien de todo ese sector, deberá implementarse la cero tolerancia a la actual delincuencia organizada de la defraudación en los bienes raíces donde impera la impunidad.

Y esto le consta al suscrito porque su hijo fue defraudado por la estafadora Lizeth «N» desde hace tres años y no han podido encontrar, citar y hacer comparecer a la demandada, aunque ande con brazalete no es localizable y no se le puede notificar, asimismo, cosa increíble y aberrante la explicación que da una mujer que no debería ser representante social ni de su madre: «Es que la fulana trae muy buenos abogados», es la explicación que da la corrupta representación kafkiana de la procuración de justicia en Coahuila.

Y algo peor, la confabulación de un notario también corrupto, vil ejemplo del Notariado corvo, felón e impune que opera en Coahuila, Saúl «N», cómplice de la estafadora Lizeth «N» en muchos otros fraudes, como el de un paisano de EE. UU. que mandó sus ahorros de 40 años de trabajo para comprar casas en su amado Saltillo, con la mala fortuna de que cayó en manos de Lizeth y Saúl, reconocidos estafadores que lo engañaron con la venta de diez inmuebles que nunca le entregaron, sin que hasta la fecha nada resuelvan en la Fiscalía o el Poder Judicial donde opera la más funesta de todas las burocracias: la que procura e imparte injusticia.

Y como en El Proceso de Kafka, el fiscal Gerardo Márquez se pone digno y solivianta a sus compinches subordinados: «¡Está prohibido dar explicaciones! En nosotros, que somos los agentes de la ley, no existe ni existirá ningún error».

Y aunque no hay espacio para comentar otra verdad de Politicón con respecto al prevaricato de los jueces de Pito Pérez en el Poder Judicial, sólo basta concluir con la urgente necesidad de examinar la salud pública de la Fiscalía de Gerardo Márquez y su burocracia corrupta. ¿Tendrá el Ministerio Público la resistencia para sobrevivir a la lepra mutilante que padece? ¿Podrá la Fiscalía General aguantar una cirugía mayor, una proctología extrema y dolorosa que deberá realizar el próximo Gobierno? ¿Proctología? Claro, la Fiscalía está podrida desde sus entrañas.

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