La arrogancia, la soberbia y sobre todo las mentiras son fácilmente detectables en políticos y gobernantes cuando las cosas salen mal y culpan a terceros respecto a los malos resultados de sus malas decisiones. Ese fenómeno genera costos que se guardan en la memoria social, en los medios y la internet.
El último proceso de vacunación en Saltillo para el segmento 18 a 29 años fue fracaso y nota nacional. Muchos jóvenes explotaron por la falta de dosis contra el COVID-19 de la marca AstraZeneca, cuando las propias autoridades federales habían señalado que había suficientes vacunas.
El jueves 19 de agosto, a las 6:45 de la tarde, las autoridades estatales emitieron un boletín que daba cuenta de la llegada a Saltillo de 94 mil 700 dosis de la vacuna AstraZeneca, de las cuales 92 mil 100 se aplicarían a población de 18 a 29 años en la capital del estado y en Arteaga.
El mismo día, a las 4:56 P.M., las autoridades federales de la Secretaría del Bienestar en Coahuila publicaron en su página de Facebook el anuncio para ese segmento durante los próximos cuatro días en tres módulos.
El viernes por la tarde, alrededor de las 2:47 de la tarde, Salvador Herrera, coordinador del módulo en el campus Arteaga de la UAdeC y funcionario de la Secretaría del Bienestar, aseguró en un enlace de televisión local, que sí había un registro superior de a los 120 mil ciudadanos y que había dosis suficientes para todos.
El sábado 21 de agosto la misma secretaría federal en Coahuila, publicó en la página de Facebook que había poca afluencia en el módulo de Arteaga y que podían asistir ciudadanos sin distingo de letras de apellido, situación que cambió para el martes 24 de agosto.
El anuncio de vacunación del jueves 19 de agosto a las 4:56 de la tarde señalaba que las dosis se aplicarían en tres módulos: UAdeC Arteaga, el Mimbre y centro de Convenciones Canacintra; sin embargo, el martes 24 de agosto se cerraron los dos últimos sin explicación previa y solo se dejó el de Arteaga y con la restricción de que atenderían a personas de apellido paterno que iniciara con las letras de la S a la Z, sin importar los que el lunes y el domingo no alcanzaron dosis, aunque acudieron el día asignado para su apellido.
Ese mismo día, al menos 7 mil personas formaron largas filas a pie y en vehículos y los funcionarios federales sabían que solo tenían poco más de 4 mil dosis y que no todos alcanzarían; sin embargo apostaron a que las personas se desesperarían y que pronto se retirarían.
El delegado del gobierno federal en Coahuila, Reyes Flores Hurtado, se presentó ante los inconformes cuatro horas después, cuando muchos se habían retirado, para convencer a quienes tenían tomadas las instalaciones universitarias de desistir bajo la promesa de vacunarlos incluso con la solicitud de que no subieran imágenes e información a redes sociales, en una clara intención de ocultar información y de violar el derecho y la libertad de expresión e información.
La realidad, aunque duela y sea desechada, es que no imaginaron que todos los ciudadanos del segmento se registrarían y acudirían a vacunarse, prefirieron jugar a una ruleta en la que ellos y solos ellos como gobernantes, salieron raspados y ahora sin vergüenza alguna culparon a los propios jóvenes de ser los responsables del problema.
La reacción es normal para quienes buscan vacunarse, en México lo que faltan son vacunas, no ciudadanos con deseos de aplicarse las dosis, pero mientras las autoridades sigan ocultando, mintiendo e informando a medias, la tercera ola continuará con altos niveles de contagios y por consecuencia muertes; ahora toma mayor relevancia la declaración presidencial respecto a que no se tiene previsto vacunar a menores de edad en México, porque no hay autorización de la Organización Mundial de la Salud y para no hacer millonarios a los laboratorios.