Valores que dan alimento al espíritu

Esta entrega hace apartarme de lo que en forma usual comunico mi opinión en lo que se refiere a algunos temas que considero de importancia, sobre todo en lo que representa la política, ahora que con mayor razón la dirección nacional nos ha llevado a dar bandazos en el trayecto en medio de una ignorancia, de igual manera en violaciones a la normatividad, en una mitomanía, en una autocracia, en la megalomanía, en hacer lo que yo quiero, en fin, y pasar a platicar con usted que me hace el favor de leerme, sobre un tema que a mí, en lo particular, me alimenta el alma.

En sentido estricto, las vidas pública y privada están compuestas por retos que con su cumplimiento van escalando peldaños hacia la consecución de las metas que se fijan.

La vida política —y por lo tanto pública— la transita todo tipo de personas, desgraciadamente muchas de ellas aprovechan las circunstancias con miras a resolver su futuro y el de sus familias, sin importarles cometer actos de corrupción, y ser señalados por la sociedad como parásitos, entes vulgares sin conciencia en el daño que producen y que disfrutan de lo que no les pertenece, por eso la ciudadanía los ve con recelo y desconfianza, y tratan de esconder su figura asquerosa utilizando un perfil bajo perdiéndose entre la sociedad. Tipos patéticos.

En cambio, en la vida privada los benefactores son bien señalados por las obras y beneficios que aportan a las ciudades y sus habitantes reconociendo los valores que dispersan, por lo que es fácil detectar perfectamente y definir a unos y otros, los unos el bien, los otros el mal son los valores y los antivalores.

Cuando tu ciudad premia a uno de sus miembros en reconocimiento por las aportaciones que le ha dado, debe ser motivo de máximo orgullo, por lo que ahora quiero hacer patente ese orgullo que me invadió el que a mi hermano Marco Antonio le hayan concedido la más alta distinción por parte de la ciudad de Saltillo confiriéndole la Presea Saltillo 2010, y que al paso del tiempo, con su voz, sigue paseando el nombre de nuestra ciudad no solo en nuestro país pues hasta España llegan sus versos. Asimismo, en sus andares ha tenido el privilegio de actuar ante algunos presidentes de México e incluso ante el rey de España, y con todo y eso, quiero hacer notar que lo más admirable en él es que no ha perdido la humildad y lo sencillo de su persona.

De igual manera hace unos cuantos días el ayuntamiento de Saltillo, encabezado por su alcalde, José María Fraustro Siller, conjuntamente Armando Fuentes Aguirre, nuestro querido Catón, llevando el estandarte de Radio Concierto, le fue entregado el reconocimiento como «Profeta en su Tierra», evento llevado a cabo en la vieja casona de ese maravilloso lugar donde se aloja la estación cultural de radio.

Asimismo, quiero agregar que de igual forma me enorgullece comentar que a otro de mis hermanos, Juan Manuel, al aula en donde impartió la materia de Derecho Romano, base de las leyes, de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila, le fue impuesto su nombre.

Tomando como base su entrañable cariño por el Derecho Romano, asimismo dentro de sus atributos está el de haber publicado el libro de su autoría titulado En busca de la justicia, cuyo apoyo para esa edición la máxima casa de estudios de Coahuila lo distinguió con su patrocinio, y que próximamente se publicará el siguiente de la serie.

Le comento que el libro primeramente citado fue elaborado atendiendo la invitación que le hizo el Pierangelo Catalano, distinguido profesor de la Universidad La Sapienza de Roma, pues en una reunión en la ciudad eterna en forma entusiasta acordaron que la confección del libro la escribiera mi hermano como así fue.

Disculpe usted, respetable lector, el atrevimiento de querer dejar plasmado en esta columna pública el testimonio de mi más íntimo sentimiento de orgullo, aun en contra de la autorización de mis hermanos, sin embargo, ese malestar pasará.

La sangre llama, se lo merecen.

Se lo digo en serio.

Autor invitado.

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