En sus últimos años, mi padre y yo dedicamos muchas tardes a hablar del ajedrez en nuestras pláticas en Saltillo, donde nació y creció y a donde volvió tras su jubilación. Debajo de la sombra de las higueras de su casa de Murguía y Múzquiz, hablábamos de manera recurrente de Fischer y su despiadado destino que lo llevó literalmente a la locura
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El profesor Brondo nunca supo si el ajedrez era una ciencia, un deporte, un arte o sólo un pasatiempo. No le importaba definir el juego, sino vivirlo —lo gozaba y lo sufría— con la convicción de que era realmente infinito. «Este enredo», decía, «lo inventó el diablo»…
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La educación tiene dos tipos de clientes, quien la paga y quien la recibe… Quien la paga tiene hambre de que quien la recibe la aproveche lo más que pueda
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Mientras que nuestros seres amados estén en lo que llamamos «nuestro corazón», y que los amemos, los respetemos y los admiremos, no morirán. Se manifestarán en nuestro diario vivir a través de lo que recordamos de ellas y ellos
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